Ruperto Vázquez Ovando/Opinión en línea
La candidata opositora a la presidencia, Xóchitl Gálvez Ruiz, no puede ocultar su soledad política que se estaría percibiendo en la disminución de expectativas de sufragios emitidos en las urnas: la sociedad civil en forma de exmilitantes destripados en sus partidos fue soslayada del reparto de candidaturas legislativas, en tanto que las dirigencias burocráticas de los partidos de oposición se agandallaron todas las nominaciones.
Hasta el expresidente Felipe Calderón, desde su exilio de España, se quejó que la dirigencia de su partido y de paso del PRI no convirtieran las candidaturas legislativas en espacios para la participación de la sociedad marginada de los partidos.
El próximo 18 de febrero, el ex consejero presidente del INE, Lorenzo Córdova Vianello, será el orador oficial opositora de una manifestación de ciudadanos sin militancia partidista a favor de la democracia, pero con la hipocresía personal de ignorar que los partidos opositores desdeñaron el ejercicio de la democracia al marginar a ciudadanos de las importantes posiciones legislativas donde se dirimirá el equilibrio político frente a la tendencia apabullante –hasta hoy en las encuestas– de la candidata oficial Claudia Sheinbaum Pardo.
Si tuviera honestidad intelectual, Córdova debiera de ocupar su discurso como vocero único de las corrientes sociales que apoyan a la opositora Gálvez Ruiz para criticar la falta de democracia de los tres partidos políticos que prestaron sus registros legales para la nominación oficial de Xóchitl y para exigirle a los partidos opositores que se abran a la sociedad civil porque como están estarían representando a los grupos oligárquicos que mantienen el control de las organizaciones partidistas para beneficio exclusivo de sus pequeños grupos dominantes.
De poco servirá la asistencia a esa manifestación y el entusiasmo exiguo o mucho que despierte el exconsejero presidente del INE si en la realidad política de la democracia las dirigencias partidistas se apropiaron de las posiciones de poder para figuras ajenas a los sentimientos de la sociedad no partidista, con la circunstancia agravante de que esa sociedad civil –cualquier cosa que hoy represente– tendría que votar por los cartuchos quemados de figuras políticas opositoras que han medrado de la ubre pública por complicidades con sus élites dirigentes y no con el apoyo real de la sociedad en las urnas.
La candidatura semipartidista de Xóchitl –senadora del PAN con la careta de la pluralidad por el apoyo del PRI y del inexistente PRD– tenía la oportunidad de abrirle al interior de los partidos espacios a ciudadanos militantes, activistas y dinámicos promotores de una candidatura tripartidista, pero de manera ostentosa la candidata Gálvez Ruiz fue ignorada por los partidos a la hora del reparto de candidaturas legislativas, inclusive sin que tuvieran oportunidades los miembros de su principal equipo de trabajo y pocos que alcanzaron nominaciones fueron por sus partidos y no por pertenecer al bloque político de la candidata.
El mensaje que ha dejado la apropiación gandallesca de candidaturas legislativas por parte de las élites oligárquicas de los partidos de oposición es que habrá dos bloques no interrelacionados de poder: la presidenta Gálvez Ruiz si gana las elecciones y un poder legislativo con legisladores opositores que no le deben nada a la candidata y que fueron escogidos sólo por su disciplina vulgar a los líderes de los partidos que les dieron esas posiciones. Es decir, la presidenta Gálvez Ruiz carecería de mecanismos de control político sobre el poder legislativo y los partidos en la realidad gobernarían desde las cámaras sin necesidad de pasar por alguna alianza con la presidenta de su coalición.
Esta disociación entre la candidata opositora y las posiciones ya repartidas del legislativo a complicidades con los partidos y sus dirigentes está dejándole el mensaje a los electores de que Xóchitl Gálvez Ruiz nada representa en la estructura del bloque opositor y que los partidos y sus dirigencias estarán dirigiendo todos sus recursos y esfuerzos a la victoria legislativa y no a la cada vez más lejana victoria presidencial. En el reparto de candidaturas legislativas, la candidata Xóchitl Gálvez Ruiz fue olímpicamente ignorada y con ello dejó la imagen pública de que a los partidos no les interesa gastar esfuerzos y recursos en una candidatura presidencial que aparece apabullada en todas las encuestas de tendencias electorales.
Lo peor de todo es que la candidata Xóchitl Gálvez Ruiz demostró que carece de autoridad personal y de decisión política propia y no se atreve a exigirle posiciones de poder a los partidos que la nominaron, al grado de que el priista Alejandro Moreno Cárdenas y el panista Marko Cortés prácticamente han roto relaciones estratégicas con la candidata presidencial opositora.
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Política para dummies: la política comienza por la disputa por el poder al interior de la política.
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