Miguel Ángel Sánchez de Armas/Juego de ojos
La Guerra del agua
En este momento existe una guerra en México. Una muy particular y que empeña el futuro de comunidades y territorios inmensos. Una que pareciera ajena a las grandes concentraciones urbanas, pero si analizamos, podría repercutir en la mesa de cada familia en el país.
Hoy está en disputa el agua, el vital líquido usado para el riego de sembradíos enteros. El que refresca tierras de cultivos que alimentan al país, esa agua está en juego, por haberse comprometido, un tratado de aguas que obliga al país a pagar con líquido por meras situaciones geográficas.
Pero más allá de historia, está en juego algo más importante: La visión real de soberanía y saber de qué lado están las políticas actuales de gobierno. Y es que seamos sinceros, hoy la Federación no permite una manifestación sin que sea etiquetada y menospreciada.
Existe un grave problema en México, y es que cada vez que existe un levantamiento social, manifestación o reclamo contra el gobierno, éste asume que está “politizado”, lo que le sirve para restar importancia y legitimidad; y segunda, para decirse atacado, por tanto, en esta autocalidad de víctima, el principal problema se hace secundario, y se vuelve una suerte “voluntades” que se resuelva.
Pareciera que López Obrador tenía la exclusiva para usar la “protesta legítima”, ahora no encontramos una manifestación que no sea descalificada por él, hablamos desde los niños con cáncer, las mujeres que tomaron las instalaciones de la CNDH, el propio caso de nuestra familia, quien ya lo ha señalado como politizado, y en últimas fechas, la confrontación con agricultores de La Presa La Boquilla, en Chihuahua.
El asunto de la Boquilla debe ser revisado a fondo. Es una bola de nieve (o de arena) que puede convertirse en tormenta. Los agricultores tienen todo el derecho de manifestarse. Chihuahua no es fecunda en agua, es una tierra árida, donde o trabajas o no tienes que comer, no puedes levantar la mano para encontrar árboles frutales, ni un mar para pescar, en una tierra que es tan fértil como el esfuerzo que empeñe su gente.
Aquí el agua se vuelve cuestión de subsistencia o abandono, de prosperidad o pueblos fantasmas. Este asunto debe ser revisado a fondo, quitando cualquier sesgo por la política o políticos implicados. Sí, en imágenes se ve que hay profesionales de la política, ¿pero en serio, le resta validez a los argumentos de los agricultores?
La posición de López Obrador deja muchos claroscuros. Lleva manteniendo un discurso de soberanía y echando la culpa de los padecimientos nacionales a modelos internacionales adoptados por los políticos de corte neoliberal mexicanos.
Criticó fuertemente a presidente Trump por su comportamiento hacia México e inmigrantes mexicanos en EEUU. No quiso aceptar la ayuda del gobierno norteamericano para combatir a los narco-terroristas en el caso de los que calcinaron a nuestra querida Ronhita y a sus cuatro bebitos, para no violar la soberanía de México, pero cuando Trump ordena que ponga a la Guardia Nacional a cuidar la frontera, pareciera que sólo atina a decir ¿cuántos elementos le parecen suficientes?»
Como candidato criticaba a los neoliberales por vender recursos naturales y empresas estatales a empresas internacionales, y prometió rescatarlos. Como presidente no se percibe su defensa de los recursos más importantes del país: el agua que se ocupa para que familias mexicanas puedan sembrar y cosechar lo que les da de comer.
Cuando cumplirá con sus promesas más importantes de defender a México y a los mexicanos. Sin mencionar el crecimiento económico que prometió para que cada ciudadano tuviera mejores oportunidades económicos.
Prefiere culpar a sus enemigos políticos que a la sequía que está muy documentado. Prefiere culpar a la supuesta «corrupción» de los que producen y a «una especie de huachicol» de agua, en vez de reconocer la realidad de la falta de agua que existe en Chihuahua y ponerse a defender a las necesidades del pueblo.
Lo que ocurre en Chihuahua es una defensa de la propiedad y del legítimo derecho de trabajar tus tierras para poder vivir. Mi familia tiene una amplia tradición de agricultores, por lo que entendemos la lucha emprendida y los acompañamos. Conocemos el valor del trabajo de la tierra, la que da frutos cuando está en manos de gente noble, valiente, y trabajadora.