Raúl López Gómez/Cosmovisión
Generaciones Podridas
“El mundo se divide en dos lados: Uno abundante y otro escaso” y entre ellos un proceso para seleccionar a “los mejores”. A los 20 años cada persona tiene una oportunidad. Los elegidos por el sistema nunca volverán al mundo ordinario y “constituyen el tres por ciento”.
Este pequeño grupo irá al mundo perfecto, donde la injusticia no existe. Los candidatos son inducidos a creer que su existencia en un mundo miserable y violento deriva de la envidia y el resentimiento social, ideales de grupos de oposición que enarbolan “una falsa igualdad y difusión de ideas populistas”, para destruir la “tierra idílica”.
Así inicia 3%, una serie brasileña de TV de paga, que muestra una sociedad idealizada inexistente, distópica. Una “utopía negativa”, donde la realidad transcurre en términos antiéticos a los de una sociedad ideal, representando una sociedad “hipotética indeseable.
Ante la crisis de la Modernidad, que crea diversas patologías de civilización, es necesario analizar el nuevo paradigma: “El mundo de los que mandan y los que obedecen”, el regreso del darwinismo social, la “supremacía del más fuerte”. Uno es el mundo del progreso para unos cuantos y otro el de la devastación para la mayoría.
A falta de nuevos modelos los grupos del poder crean este sistema de dominación de la población. Ahondan la desigualdad mientras matan lo humano.
La serie de suspenso y ciencia ficción, tiene como punto de partida la desigualdad social, la repartición de la riqueza en unos cuantos que acceden a través del proceso de selección sobre quien es más deshonesto y el uso de la violencia como herramienta para escalar en la lucha de clases.
Propios y extraños registran, en el programa de TV una “alerta”, que exhibe el estado de las cosas en una civilización que se enfila rápidamente a su extinción. Solo el tres por ciento (y en base a su comportamiento egoísta en un proceso de selección) accede a esa comarca ideal. Ese pequeño porcentaje que muchos mexicanos pensantes, ubican a las nuevas generaciones de políticos que se formaron bajo la tutela de la vieja guardia de esa élite. Generación podrida por codicia.
El mensaje de la serie convoca al urgente cambio personal y global. Escaparse del egoísmo que aportó el capitalismo salvaje, acabar con esas generaciones perdidas y podridas que dieron como resultado incubaciones como Javier Duarte y Karime Macías, quienes exhiben que no se conduelen de la crisis humanitaria que generaron en Veracruz.
Observar a Karime Macías en su impune y desfachatada estancia en Londres ofende, pero hay que asumirlo, no son productos familiares sino sociales, resultados de las generaciones empobrecidas por la falta de ética y moral. Psicópatas funcionales escogidos en un proceso de selección de los partidos políticos, que así los encumbra.
Encaro en este texto a la generación perdida de jóvenes gobernantes mexicanos que se dedicaron saquear al país como resultado de una anomia social gestada en la década de los 80s, que se extendió por las crisis recurrentes que agravaron la desigualdad, (nuevo paradigma utilizado por el poder) dejando sin oportunidades a las nuevas generaciones, sentenciándolos a vivir violencia y muerte.
Peña Nieto en el 2012, durante su campaña electoral, presumía a los gobernadores de Veracruz, de Quintana Roo y al de Chihuahua, Javier Duarte Beto Borge y César Duarte, como ejemplos «del nuevo» PRI, y se convirtieron en la generación más corrupta de la historia,” la de la desgracia nacional”. Huelga insistir, no son privativas del PRI, lo mismo acontece en todos los partidos políticos. Revise los slogans y acusaciones de campaña que los evidencian.
Los mandatarios de los últimos sexenios desde Miguel de la Madrid hasta Peña Nieto son presidentes corresponsables, al igual que las generaciones de gobernantes y políticos que los precedieron, que los formaron y dejaron como sucesores, causando la mayor crisis de gobernabilidad en México, con un alto costo de dolor e inseguridad.
Una élite política que dice perseguir falsamente a sus judas, y que no están al margen de conductas impúdicas. Emplean argucias legaloides para violentar el debido proceso en su contra para simular justicia, dejándoles la ventana abierta para pactar.
Como es el caso de Karime Macías dónde se violenta el debido proceso al dar a conocer las ordenes de aprehensión. Asesores jurídicos refieren que la revelación pública, el espionaje, la invasión a la privacidad de la esposa de Duarte podría configurarse como persecución política, por lo que su defensa podría alegar que el mandato judicial tiene otras intenciones y así evadir la justicia.
Veracruz sabe de esto más que otras entidades. En la puerta al mundo se gestó el clímax de esta generación podrida, ética y moralmente. Los ahora prófugos de la justicia y encarcelados están acusados de corrupción y desvío de dinero público pero, no pagan por sus actos. Nada han devuelto, ni las vidas, ni la tranquilidad, ni nada de lo que se llevaron, siguen en la cúpula de los enriquecidos del 3 por ciento.
Ofende observar las risas cínicas de los gobernantes tras las rejas, el histrionismo de los que los persiguen y extorsionan, buscando pactos que les reditúen a su peculio, la corrupción rampante sabiendo que la muerte y la miseria han generado un estancamiento y hasta retrocesos sociales, sin provocar una reacción responsable de la clase política, la cual hasta ahora ha actuado con el oportunismo, avaricia e indiferencia que los caracteriza, sobre la sangre, sudor y lágrimas de millones de desamparados.
Más allá del linchamiento de las violencias institucionales y en redes sociales contra la pareja Duarte, la serie de televisión pagada, que aludí al inicio de esta reflexión, alerta sobre la creación de estas generaciones podridas. Impidamos su ejemplo, nos toca rescatar nuestra sensibilidad social, pensar en el prójimo, reivindicarnos como seres humanos y no dejar que esta corrupta minoría “selecta” siga gobernando.