Bernardo Gutiérrez Parra/Desde el Café
Cuando el periodista Raymundo Riva Palacio dio a conocer que el presidente Vicente Fox tomaba Prozac para controlar sus depresiones, se armó un escándalo mediático de muy padre y señor mío. ¿Cómo era posible que el presidente tomara antidepresivos? ¿Cómo era posible que dependiera de medicamentos si hasta antes de él ningún presidente se enfermaba?
Y no era que no se enfermaran los presidentes, sucede que como tenían una aureola de semidioses, se daba por descontado que siempre estaban sanos ya que no eran como los simples mortales.
Pero por ahí le empezó a llover metralla al guanajuatense al que le dijeron de todo. En un pasquín de quinta de los que circulaban entonces leí este encabezado: “Nos gobierna un loco paranoico”.
Hubo quienes pidieron su dimisión, otros la exigieron y pocos lo defendieron.
De éstos un columnista escribió que “ese loco” había ideado y llevado a la práctica un sistema de Salud que con el tiempo se convertiría en un ejemplo para las naciones de Latinoamérica; el Seguro Popular.
Pero no llegó a tanto.
La metralla del obradorato resultó efectiva y logró volver impopular al Seguro Popular que pasó a mejor vida el 31 de diciembre del 2019 y fue sustituido por el INSABI (Instituto de Salud para el Bienestar), que no pudo con el paquete. Si el SP llegó a atender a 15 millones de mexicanos de manera gratuita, incluso a los que requerían de cirugía mayor, el INSABI terminó como apéndice del IMSS, es decir, en la basura.
Ahora, si Vicente Fox se tenía que chutar un Prozac cuando estaba deprimido, López Obrador llegó enfermo a la presidencia y debe tomar de por vida al menos cuatro medicamentos que hasta el momento han mantenido a raya otro infarto como el que sufrió en 2013.
Pero ninguna de esas medicinas lo ha librado de la enfermedad de la mitomanía.
El sábado anterior en Juchitán, Oaxaca, después de inaugurar un Hospital Materno Infantil, sacó de su chistera una de sus mentiras favoritas y faroleó ante un centenar de personas a las que aseguró que el sistema de Salud en México será superior al de Dinamarca.
“Se ríen de mi los adversarios opositores, conservadores, corruptos, cuando digo que vamos a dejar un sistema (de Salud) como el de Dinamarca. Dicen ja ja ja, se ríen. No saben que soy hombre de palabra y que los compromisos de cumplen. Ya lo pensé mejor, no va a ser como el de Dinamarca, va a ser el mejor”.
Pero nadie se ríe del presidente, es él quien se carcajea de los mexicanos.
Con la del sábado en Juchitán, son al menos siete las ocasiones en que ha prometido un sistema de Salud de primer mundo que simplemente no va a cumplir. A año y medio de que termine su administración, las clínicas y hospitales adolecen de todo, como sucederá en unos meses con el Hospital Materno Infantil de ese municipio oaxaqueño.
Por mucho que se quiera escudar en excusas y falacias, la crisis hospitalaria y el desabasto de medicamentos que lleva más de tres años son su responsabilidad, pero también son su culpa.
Los medicamentos que desde los tiempos de Miguel Alemán y Ruiz Cortines se distribuyeron sin ninguna dificultad, se toparon con López Obrador que creó el problema. Al conque de que había corrupción en las farmacéuticas (que hasta la fecha no ha podido comprobar) cambió de proveedores, pero también el esquema de compra y distribución de medicamentos y desde entonces hay desabasto.
Esto trajo como consecuencia que se alterara el sistema de vacunación. Si antes de la 4T este sistema era uno de los mejores del mundo porque permitía que el 98 por ciento de los niños mexicanos recibieran su esquema completo de vacunas, hoy lo reciben sólo el 27.5 por ciento lo que es criminal.
El desabasto ha provocado la muerte de cientos de miles de personas, ¿cuántas? no se tiene la cifra oficial. Pero sí se tiene el registro de los niños fallecidos por falta de medicamentos oncológicos: más de 2 mil 600 en los últimos cuatro años. Y eso es otro crimen, un crimen de lesa humanidad.
Un buen sistema de Salud no se crea por capricho, requiere para su ejecución de estudio, planeación y organización y nada de eso hay en la 4T. Solo ocurrencias y dislates.
No deja de ser paradójico que un “loco” haya creado un sistema de Salud que mal que bien cubrió las necesidades de los mexicanos más vulnerables, y un “defensor” de esos pobres se los haya arrebatado para pulverizarlo.
Aunque a años luz, con el “loco” estuvimos más cerca de Dinamarca que con el mitómano que promete y promete que en año y medio estaremos mejor que los daneses.
En ese sentido el “loco” cumplió, mientras el mitómano no pasa de ser un cínico e irresponsable desvergonzado.