Naturalizando la farsa
Ayer domingo, apenas 24 horas antes de su toma de posesión, Donald Trump volvió a cargar contra los migrantes y soltó una advertencia que fue música para los oídos de sus seguidores: “Para cuando el sol se ponga mañana, la invasión a nuestro país se habrá detenido”. Algo así como, ni un migrante más en suelo norteamericano.
Desde la mixteca poblana donde se encontraba de gira, la presidenta Claudia Sheinbaum minimizó la advertencia y dijo que todo se va a arreglar con diálogo ya que cuando estuvo en la presidencia Andrés Manuel López Obrador llegó a un buen entendimiento con Trump.
Pero nada más falaz.
Te consta lector, que a Trump le bastó chasquear los dedos para que el tabasqueño volara a la Casa Blanca a ponerse dócilmente a sus órdenes. Luego entonces, no hubo un buen entendimiento, sino un vergonzoso y patético sometimiento.
Pero Claudia, que seguía hablando de diálogo, de repente se enredó en la bandera y se lanzó desde lo alto: “Que se oiga bien y que se oiga lejos; México no es colonia de nadie, no es protectorado de nadie, México es un país libre, independiente y soberano y siempre vamos a defender al pueblo de México, a la nación y a nuestra patria, porque somos grandes, México es grande por las civilizaciones que dieron origen a nuestro país, los mixtecos, las mixtecas que son un gran pueblo, como otros pueblos originarios de nuestro país que hoy tienen derechos en la Constitución”.
Y uno se pregunta: ¿a razón de qué volvió a recurrir a ese discurso patriotero? ¿Qué tienen que ver nuestra independencia, soberanía, libertad y grandeza con la inminente deportación de cientos de miles de mexicanos?
¿Para qué tantas bravatas cuando irá dócilmente a Washington apenas Trump le chaqué los dedos?
Pero luego como que reaccionó y enderezó el discurso: “En este periodo nuevo que llega mañana (hoy) con el presidente Trump, primero vamos a defender a las y los mexicanos allá, los consulados ya tienen más abogados para apoyarles. Y si deciden regresar a México aquí serán bien recibidos, con los brazos abiertos, aquí abrazamos a los mexicanos y a las mexicanas”.
Bien por lo que harán los consulados con nuestros compatriotas allá, pero aquí ni serán bien recibidos y menos con los brazos abiertos.
Para empezar, ningún mexicano de los que sudaron la gota gorda para llegar a suelo norteamericano a hacer su vida, querrá regresar a un país inseguro y violento (por mucho que sea su patria), donde aparte de que no le dieron chamba lo humillaron, vejaron, asaltaron, secuestraron y golpearon.
Por otra parte, aquellos que sean deportados se van a topar con que nadie los estará esperando. Y es que ni el gobierno de Baja California ni los gobiernos de los otros cinco estados que colindan con Estados Unidos se ha preparado para recibirlos.
La gobernadora de Chihuahua, Maru Campos, de plano dijo que no los quiere. Cuando le preguntaron cuántos albergues hay en su entidad para recibir a la raza de inmediato atajó. “No son albergues, son centros de procesamiento donde vamos a recibir a los migrantes. Cuando lleguen se les tomarán sus datos y se les guiará para que regresen otra vez a su estado y a su municipio, porque Chihuahua no es ninguna opción para los migrantes”.
Es decir, por aquí van a llegar y por acá les van a enseñar la puerta de salida.
¿Qué va a pasar?
Quién sabe pero ya se barrunta lo peor.
Y es que si hasta ayer Donald Trump no era más que un sujeto escandaloso y boquiflojo. Hoy es el presidente de la nación más poderosa del mundo y utilizará ese poder contra los migrantes como se le pegue su gana.
Ah, casi lo olvidaba. Una de las once órdenes ejecutivas que firmará es la que declara terroristas a los delincuentes mexicanos, con lo que podrá ordenar una invasión a nuestro país.
Lo bueno es que como dijo la señora presidenta, acá tenemos nuestro himno nacional.
Futa…