Teresa Gil/Libros de ayer y hoy
El pasado 17 de diciembre dije que si Anilú Ingram Vallines desea ser candidata a la alcaldía de su natal Veracruz, debería competir por el PRI y sigo sosteniendo mi tesis. ¿Razones? Levantaría los bonos del alicaído partido y sus posibilidades de triunfo serían muchas, tantas cómo para poner en un predicamento a cualquier oponente.
Pero eso no será posible, la jarocha se fue del tricolor en diciembre del 2023 y ayer se inscribió en el proceso interno de Morena para competir por la alcaldía.
¿Podrá ganar?
Si resulta candidata del partido guinda, su campaña será como coser y cantar. Pero antes debe ganar esa candidatura y no será sencillo porque de entrada, es casi imposible que la favorezca la encuesta interna de Morena.
Ahora, aunque se haga la faramalla de la encuesta, ésta no va a contar porque el puerto de Veracruz es uno de los municipios que no pasará por ese tamiz ya que la candidata de Morena (porque será mujer), saldrá de Palacio Nacional.
Y en ese sentido la diputada federal Rosa María Hernández Espejo, amiga de años de Rocío Nahle y quien se la jugó con el proyecto de la gobernadora, lleva la delantera.
Es decir, si Anilú va punteando en las encuestas de Mitofsky, Integralia y anexas, no vale. Si por un milagro del cielo gana la encuesta interna, tampoco valdrá porque la única encuesta real será la de Claudia Sheinbaum, el verdadero fiel de la balanza será en índice de la señora presidenta y se ve punto menos que imposible que señale en dirección de Anilú.
Que si llegó a su inscripción enfundada en un chaleco de Morena y acompañada por fundadores de ese partido, empresarios y líderes sociales, qué bien. Que si les endulzó el oído a la presidenta y la gobernadora, también. Pero reitero, nada de eso cuenta en tanto no la señalen desde Palacio como la candidata y ella debe saberlo muy bien.
A diferencia de Anilú que en veinte años como priista fue dos veces diputada local (una de ellas presidenta de la mesa directiva) diputada federal y delegada de la SEDESOL, la carrera política de Rosa María Hernández Espejo, que es periodista de profesión, se ha basado en el esfuerzo.
“Comenzó picando piedra en el PRD, es una de las fundadoras de Morena y ha sido fiel a nuestro movimiento. Nadie le ha regalado nada, lo que ha conseguido ha sido a base de su esfuerzo. Y si resulta candidata de nuestro partido a la presidencia municipal de Veracruz, será gracias a su tesón y en bien de la gente más necesitada del puerto que la conoce muy bien”, me dijo un moreno de la cúpula.
-¿Cómo verían en Morena la candidatura de Anilú?- le pregunté.
-Exactamente igual que verían en el PRI a Rosa María, si después de tantos años en la izquierda llegara a ese partido y dijera “quiero ser candidata del PRI a la alcaldía de Veracruz”- me contestó.
Reitero lector, se ve muy hacia arriba que Claudia Sheinbaum se decante por Ingran Vallines. Quizá Anilú negocie algo. Y se me ocurre alguna regiduría a cambio de los votos que le ofrezca a Rosa María; pero la alcaldía de Veracruz tendrá que esperar.
Yo sigo insistiendo en mi tesis. Si Anilú se hubiera quedado en el PRI otro gallo le estaría cantando, porque no tendría competencia al interior de ese partido ya que ningún priista es más conocido y aceptado que ella en el puerto jarocho.
Si como diputada federal se preocupó por atender los problemas de las mujeres violentadas en Veracruz, como delegada de la Sedesol visitó incontables ocasiones a las personas más necesitadas del puerto jarocho, a donde llevó gran cantidad de apoyos. Y eso no se olvida. Eso sin contar con que uno de tres jarochos la quieren como su alcaldesa.
Es decir, como abanderada del PRI sería la candidata a vencer porque así de fuerte sería su candidatura.
Pero…
Se peleó con el líder nacional del PRI, Alejandro Moreno, mandó al diablo al partido que la hizo una política de respeto y popular. Y ahora está a la espera de un milagro.
Un milagro que quizá por ahora no saldrá de Palacio Nacional.