
Remesas bajo presión: entre el miedo, el castigo y la resistencia
En el contexto nacional, el comportamiento electoral en México ha experimentado una profunda transformación en la última década. Morena ha consolidado una hegemonía evidente en la mayoría de las entidades federativas, pero los patrones del electorado varían según la historia, identidad y tejido social de cada municipio. En Veracruz, la fidelidad electoral hacia Morena se ha fortalecido elección tras elección, sin embargo, no todos los municipios han tenido la misma velocidad ni profundidad de arraigo. Coatepec es uno de los casos más peculiares.
A diferencia de zonas con tradición partidista muy marcada o voto volátil, Coatepec ha sido, hasta hace poco, un terreno de competencia equilibrada, donde la alternancia era común y la ciudadanía demostraba una fuerte vocación crítica. Sin embargo, las elecciones recientes marcan un punto de inflexión. Con la victoria de Nacho Luna y su liderazgo emergente, se empieza a consolidar un suelo electoral sólido para Morena, pero no como un simple efecto arrastre del obradorismo nacional, sino como resultado de una estrategia local cimentada en territorio, en organización y en una narrativa clara de transformación.
Desde que concluyó el proceso electoral, Nacho Luna no ha bajado el ritmo. En apenas unas semanas, ha tejido alianzas clave con sectores estratégicos: desde su reunión con Igor Rojí, titular de la Secretaría de Turismo, hasta el diálogo directo con trabajadores organizados del SUTSEMCO y profesionales de la Asociación Coatepecana de Ingenieros Civiles. Ha recorrido con atención técnica las captaciones de agua en La Marina, Suchiapa y Bola de Oro, fundamentales para el abastecimiento municipal. Y ha iniciado asambleas rumbo al Plan Municipal de Desarrollo, donde la ciudadanía no es solo oyente, sino protagonista.
Con estos pasos, se empieza a articular un proyecto que va más allá del ejercicio de gobierno: una reconexión profunda con la identidad de Coatepec, con su historia, sus necesidades y su anhelo de bienestar colectivo. En palabras del propio Nacho Luna: «Aún quedan 6 meses por delante antes de que tomemos posesión del encargo que el pueblo nos confirió, sin embargo, no hay tiempo que desperdiciar para emprender la transformación que Coatepec necesita.»
Así, la llegada de Nacho no solo representa un cambio de administración, sino la construcción —paso a paso— de un nuevo relato político: uno que unifica al municipio, reconstituye los lazos ideológicos con la Cuarta Transformación y, al mismo tiempo, da señales claras de profesionalismo, planeación y escucha ciudadana.
Pero el camino hacia el cambio verdadero nunca ha sido fácil. Coatepec, como muchas otras regiones del país, ha cargado durante años con heridas abiertas: desigualdad persistente, deterioro de los servicios públicos y una creciente distancia entre la gente y quienes deberían representarla. Hoy, esa historia está empezando a cambiar. No con promesas vacías, sino con pasos firmes y coherentes. Porque cuando el pueblo se organiza, cuando se trabaja desde abajo y con el corazón por delante, se pueden sanar incluso las grietas más profundas. La esperanza no nace de los discursos, sino de las acciones que transforman lo cotidiano.
Y frente a quienes aún intentan lucrar con la necesidad, el abandono o el miedo, está creciendo una fuerza distinta: una que escucha, que actúa, que une, que cree que cada persona merece vivir con dignidad, sentirse parte de algo más grande y saber que su voz cuenta. Hacer lo correcto, ni más ni menos. Eso es lo que está en juego. Porque cuando se pone al pueblo en el centro, la transformación ya está en marcha.
Tanto en las redes como en las calles, la solución no es más ruido, sino más verdad. La verdad dicha con empatía, con firmeza, con visión. Para detener la desinformación no basta con señalarla: hay que educar, legislar con responsabilidad y movilizarse con convicción. Porque una comunidad informada, crítica y participativa no solo es el mejor antídoto contra el engaño: es la base indestructible de un nuevo futuro. Uno donde nadie quede fuera y donde el bienestar deje de ser una promesa para convertirse en costumbre.