
Carlos Ramírez/Indicador político
Nuevos formatos, nuevas narrativas
Durante muchos años, en municipios como Coatepec, las jornadas electorales parecían más bien plebiscitos. Más que una competencia real entre propuestas se trataba de validar decisiones tomadas desde antes, en lo alto.
Incluso cuando no fuera así, parecía que el poder local —salvo contadas excepciones— se repartía entre élites, grupos con intereses comunes o acuerdos silenciosos. La ciudadanía apenas figuraba como invitada de piedra a un espectáculo que no la interpelaba, pero, esta vez, algo cambió:
Lo que vivimos en Coatepec no fue solo una elección, fue una conversación. Una que, aunque todavía se encuentra en construcción, mostró signos de vida democrática en su sentido más amplio: el de la participación directa, la emoción compartida, la recuperación de la voz popular. Ahí, en ese giro, también cambió la narrativa.
En términos de comunicación hubo una verdadera apropiación de herramientas digitales por parte de la candidata y los candidatos, algo que parecía ajeno y además lejano de la política local. No solo subieron fotos o compartieron comunicados. Hubo quienes hicieron reels, buscaron contar historias, mostraron su día a día, promovieron sus propuestas desde una lógica más cercana al ciudadano que al comité de campaña. Se realizaron lives, podcasts, publicaciones con estética y lenguaje pensados para plataformas como Facebook o Instagram. La política coatepecana se volvió scrollable.
Un prosumer (persona que, además de ser consumidor, también actúa como un productor de contenido, ideas y opiniones, etcétera) puede apreciar que, en esta ocasión, más allá del formato, lo que sufrió una modificación sustancialfue el lugar desde el que cada aspirante tuvo a bien comunicar.
Si antes todo se decía desde arriba —desde el templete, el boletín, o los perfiles oficiales— ahora se empezó a hablar desde abajo, desde el territorio, desde la experiencia. No fue perfecto ni homogéneo, pero sí fue notoriamente distinto. Y ese “distinto” importa.
La impronta de la política digital en Coatepec no estuvo en informar, el ahora ganador de la contienda entendió desde el principio que la mejor idea siempre es conectar, ¿cómo? haciendo sentir parte a quienes por años fueron espectadores pasivos de una democracia lejana. Se trató de involucrar al vecino, de devolverle el rostro a la política, de abrir espacios donde las personas pudieran verse reflejadas.
Desde la comunicación, esta campaña logró algo inusual: responder en tiempo real, sin estridencias, a los intentos de confusión y a los ataques más delicados. Mientras algunas estrategias apostaban por el descrédito, la desinformación o el miedo, hubo quien eligió responder con cercanía, autenticidad y constancia. No se trató de negar lo que pasaba, sino de tomarlo como punto de partida para profundizar el contacto con la gente.
Ahí, donde otros veían desgaste, él encontró una oportunidad.
Cada narrativa falsa fue una chispa que encendió conversación en la comunidad, pero también fue una puerta para aclarar, conectar y reforzar el vínculo. El terreno se volvió pedregoso, pero la respuesta fue firme y sin perder el tono. No se trató de resistir por inercia, sino de convertir cada intento de guerra sucia en un trampolín para consolidar confianza.
A diferencia de campañas anteriores, donde los ataques solían minar voluntades o fragmentar proyectos, esta vez ocurrió lo contrario: los golpes ayudaron a consolidar una identidad. Lo que nació como defensa, terminó siendo una afirmación colectiva. La narrativa del “nosotros” se impuso sobre el intento de dividir.
Hubo estrategia digital, sí, pero también hubo intuición política. Se entendió que el objetivo no era solo informar, sino generar comunidad. Y eso se logró mostrando lo cotidiano, lo humano, lo que rara vez se ve en la política tradicional: la emoción, la duda, el trabajo, el esfuerzo compartido.
En medio del ruido, se eligió escuchar. Frente a la descalificación, se prefirió caminar. Cuando se intentó imponer el miedo, se respondió con esperanza. Esa fue la diferencia.
Lo vivido en Coatepec no solo transformó una elección: transformó la forma de hacer política local. Porque más allá del resultado, lo que quedó claro es que cuando se habla con verdad y se camina con la gente, ninguna mentira puede echar raíces por mucho tiempo.
La política está cambiando. Y lo que se acaba de vivir es solo el comienzo.