Gabriel García-Márquez/Sentudo común
En el Congreso estará la manija de Veracruz.
En términos reales, la próxima Legislatura estatal será mucho más competida e interesante que aquella del 2004, cuando Fidel Herrera Beltrán llegó al Gobierno de Veracruz. En ese entonces, el de Nopaltepec se enfrentó a un Congreso dividido, se vio forzado a negociar con la oposición para obtener las iniciativas que buscaba. Hoy, rondan aires de conflicto entre las curules locales.
Veracruz tendrá un Congreso seccionado en tres fuerzas partidistas, pero ninguna de ellas con los diputados suficientes para dominar en la «Casa del Pueblo». De no presentarse asuntos increíbles en los resultados electorales por distrito, tomando en cuando las plurinominales, la alianza PAN-PRD obtendría 22 legisladores, 17 del blanquiazul y 5 del Sol Azteca; Morena se colocaría con 13; mientras que el PRI y sus aliados, 15, en números aproximados.
Mire, es sencillo, la fracción con la posición más privilegiada en el Congreso veracruzano es Morena. Es de conocimiento popular que un Gobernador sin apoyo legislativo está atado de manos. Por ello, Miguel Ángel Yunes Linares se verá obligado a negociar con los pupilos de AMLO, pues encontrará, lógicamente, oposición absoluta en el PRI y sus aliados.
La única forma para que los deseos de Yunes Linares pasen por la aduana legislativa será sumando los votos de Morena. Obtendría más de 30 anuencias, por unas 15 del grupo comandado por el tricolor. De ahí la relevancia que tendrán los congresistas «pejistas» en Veracruz; serán, en pocas palabras, los que compliquen o suavicen el tránsito del gobierno aliancista.
Los legisladores de Morena pueden tomar tres caminos:
Primero, y quizá el más probable, que sean radicales por completo, viviendo de la misma forma como ya anunció López Obrador que irá por la Presidencia: sin alianza alguna. Esto provocaría muchos tropiezos para Yunes Linares, mismos que en un periodo de tan sólo dos años, lo harían ver como un incumplido ante los veracruzanos.
Segundo, que bajo su conveniencia y sólo cuando AMLO lo autorice, generen alianzas con el grupo del PRI para hacer pasar corajes al Gobernador. Aquí es quizá cuando se pueda observar si existía la tan «cacareada» alianza entre Morena y el tricolor en la campaña. Los de López Obrador comanadarán incluso, sin duda, algunas de las comisiones legislativas más relevantes.
Y tercero, optar por los panistas-perredistas para casos muy específicos, como la designación del Fiscal Anticorrupción, la anunciada destitución del Fiscal del Estado, o bien, cerrar el paso a algunos personajes que pudieran considerar incómodos ambas fracciones. A nadie debería extrañar que la Presidencia del Congreso o la Junta de Coordinación Política, una de las dos, quede en manos de Morena. Así de fuertes andan.
*Este texto es responsabilidad absoluta del autor.