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XALAPA, Ver., 15 de diciembre de 2014.- Los objetos en piedra turquesa entre los que se encuentran la máscara de Quetzalcóatl y la emblemática serpiente de dos cabezas “son un tesoro” de la colección permanente de la sala mexicana del Museo Británico.
En entrevista con Notimex, la arqueóloga Elizabeth Baquedano afirmó que estas piezas únicas “están muy bien conservadas y muy bien cuidadas por el Museo Británico” y algunas “probablemente llegaron a Europa dentro de los objetos que envió (el conquistador) Hernán Cortés”.
En su página oficial, el Museo Británico señala que la máscara turquesa que representa al dios Tláloc fue un regalo del emperador Moctezuma, el último emperador azteca, al capitán Cortés y la pieza está descrita en la obra de Fray Bernardino de Sahagún. La sala mexicana, que alberga piezas que datan de la época de los Olmecas de 1200 A.C hasta la caída de Tenochtitlan en 1521, tiene en su poder la máscara del dios Tezcatlipoca y la serpiente de dos cabezas.
La profesora de la Facultad de Ciencias Sociales e Historia de la University College London (UCL) explicó que la serpiente de dos cabezas forma parte del catálogo de las 100 piezas más valiosas de la colección del Museo Británico, una recopilación de los objetos más importantes de la herencia universal.
Otra de las valiosas piezas que se erigen en la sala 27 del “British Museum” son los Dinteles de Yaxchilán (250-500 D.C.), piedras labradas en alto relieve que representan a detalle rituales sangrientos del Señor Escudo Jaguar.
La arqueóloga, quien recibió este año la medalla Ohtli que otorga el gobierno mexicano, confirmó que los Dinteles tienen un valor artístico y académico porque son una fuente de estudio de la escritura maya “muy valiosa para la epigrafía moderna”.
La experta en culturas prehispánicas, quien escribió un artículo en los años 80 sobre cómo llegaron las piezas al Museo Británico, explicó a Notimex que el gobierno mexicano entregó parte de los valiosos objetos cuando Lucas Alamán era ministro del Interior y Relaciones Exteriores (1823-1825) en el marco del inicio de relaciones diplomáticas entre ambos países.
“Muchos de los objetos que se ven ahora en la sala mexicana fueron donados como señal de amistad y de una nueva alianza entre los dos países”, señaló la autora del libro Aztec Sculpture (Escultura Azteca).