Carlos Ramírez/Indicador político
#YaMeCansé: Murillo Karam
Peor, imposible. Cuarenta y tres días después, la Procuraduría General de la República informa lo ocurrido a los 43 desaparecidos de Ayotzinapa. 43 x 43, macabra coincidencia.
El relato elaborado por Jesús Murillo Karam a partir de las declaraciones de tres matarifes de los Guerreros Unidos suena verosímil; confirma lo que se daba por hecho.
Los normalistas fueron secuestrados por policías municipales, entregados a la banda criminal, torturados y asesinados en el infierno del tiradero municipal de Cocula.
Vivos se los llevaron y muertos los quemaron. “La noticia duele y así se las voy a dar”, dijo el procurador Murillo Karam a los padres huérfanos de sus 43 hijos, antes de hacerla pública, la tarde del viernes.
Es el peor principio del peor final, lo más cruel de un largo recorrido interminable. Los peritajes realizados por forenses mexicanos y argentinos –contratados por el gobierno mexicano ante la exigencia de los padres– aún son insuficientes… y los otros exámenes realizados por expertos de la Universidad de Innsbruck, Austria, podrían terminar en poco o nada.
Sin identificación plena, el caso no puede quedar cerrado; la autoridad aún carece de evidencia rotunda para acreditar la muerte de los jóvenes… y los deudos de los normalistas, de una certeza que ponga fin a un suplicio infernal; alegan huecos e inconsistencias y falta de rigor cronológico en la información ofrecida por la PGR; tienen desconfianza.
El procurador Murillo Karam afirma haber hecho todo lo posible mediante la investigación más compleja en la historia de la PGR. Visto así, no se podría estar más cerca de la verdad jurídica, pero cerca es insuficiente.
Pese al esfuerzo narrativo sustentado en elementos sólidos, el titular de la PGR no convence, por el contrario, ha otorgado lema a la protesta. El #YaMeCansé, deslizado al final de la conferencia del viernes, en referencia al acoso de la prensa, ha sido interpretado, magnificado y ridiculizado como una falta de respeto a la tragedia… como una burla.
En carteles y mantas, en las calles y redes sociales, #YaMeCansé es etiqueta de hartazgo, encono y reclamo… combustible de alto octanaje para más protesta; significa incredulidad hacia la PGR, la sospecha de manipulación y el manejo perverso de la información de acuerdo a tiempos políticos; es repudio a la partidocracia, sus protagonistas… y sus miserias; es falta de fe ante frases huecas que hostigan; es duda razonable a la idea de un pacto por la seguridad y contra la violencia.
El eco de la masacre de Cocula resuena de manera estrepitosa.
Para José Miguel Vivanco, director de Human Rigths Watch, capítulo Latinoamerica, lo ocurrido constituye el peor ataque a los derechos humanos desde el 2 de octubre de 1968, hace 46 años; demuestra que para los gobiernos de México el respeto a esa garantía fundamental no ha sido prioritaria porque no rinde rédito político; es un tema tóxico: “En el ámbito de la justicia, seguridad pública y violencia, en el contexto que representa la corrupción y sobre todas las cosas la impunidad, México destaca porque arrastra desde años atrás una profunda crisis en materia de Derechos Humanos que se exacerbo durante el mandato del ex presidente, Felipe Calderón (…) y ese clima prevalece en un contexto en el cual la impunidad es regla y no excepción”.
El argumento de Vivanco ayuda a explicar la marea de rabia, las movilizaciones en todo el país, la exigencia de justica en marchas plantones, medios de comunicación, eventos deportivos y cualquier espacio propicio para la manifestación colectiva.
La tragedia de Ayotzinapa debe ser parteaguas; razón de sobra del esfuerzo nacional para calmar la rabia, punto de inflexión para combatir la impunidad y el abuso perpetrado y solapado desde el poder del Estado, lo cual es peligroso combustible para quemar camiones en Chilpancingo o incendiar el portón central de Palacio Nacional.
En río revuelto; proliferan los matices de la protesta, desde el reclamo pacifico, hasta la “guerra social”… La noche de Iguala aún es larga.
EL MONJE LOCO: Con la tragedia de Ayotzinapa los mexicanos hemos pasado del rojo al negro; el viernes 7 de septiembre será fecha inolvidable en la cual se confirmó la más graves de las sospechas; el peor escenario a causa de un crimen de Estado. Aquí, donde hay desprecio a la vida humana, un caníbal sería educado gourmet.
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