Lista pavimentación de Mar Mediterráneo en Costa Verde de Boca del Río
AMATLÁN, Ver., 14 de diciembre de 2013.- Con una falda negra, desgastada por el uso, una blusa amarilla, un suéter negro, unas chanclas verdes y muchas esperanzas encima, doña Ersilia Ayala decidió abandonar su país de origen, Honduras, para adentrarse, por segunda ocasión consecutiva, a México, el país más peligroso para el paso de migrantes, en busca de su hijo Juan Carlos.
El 16 de septiembre del 2001 fue la última vez que la mujer, de tez morena y pelo cano, vio a su hijo de tan sólo 17 años, desde entonces no sabe nada de él, sólo conserva un viejo reloj que le dejó antes de emprender su camino hacia los Estados Unidos de Norteamérica y dos fotografías donde apenas y ve su rostro.
Durante los últimos 11 años, doña Ersilia, ha guardado la esperanza de que algún día sí hijo regresará a su hogar, aquel que dejó para ir en busca de una mejor calidad de vida para ella y el resto de su familia, sin embargo cada año que pasa su esperanza se desvanece poco a poco, aunque su fe se mantiene firme.
Entre lágrimas, que generan un nudo en la garganta, doña Ersilia asegura que Dios no la dejará morir hasta no saber algo de su hijo, el más mínimo detallé que le asegure está con vida, así como lo han hecho varias madres durante estas Caravanas de Madres Centroamericanas.
“Yo tengo la esperanza y la fe en Dios de que yo, así como unas madres han encontrado a sus hijos, yo sé que algún día debo encontrar a mi hijo… Yo, me da quien sabe qué, porque él era el único varón, a pesar de que era un niño, me ayudaba bastante, se preocupaba por mí”, relata la mujer, mientras sostiene la foto de su hijo cuando tenía 13 años.
“Yo… yo le pido a Dios que me de la fuerza, yo sé que él está vivo, porque he hecho varios sueños y he soñado que está vivo y que ha llegado a mi hogar, yo creo en los sueños”, agrega, mientras se aferra a la poca esperanza que le dan esos sueños.