Carlos Ramírez/Indicador político
Me topé en YouTube con una película pretendidamente de terror, que se llama “El Santo, el Vampiro y el Sexo”. No pude controlar la tentación de verla porque, las películas de El Enmascarado de Plata me matan de risa, a pesar de haber sido hechas en su tiempo para provocar otras emociones distintas al humor, así que le di clic y me puse a verla. La cinta está clasificada con la letra “C” sólo para adultos, y eso me atrajo más. Los actores son: desde luego El Santo en el papel de El Santo, Aldo Monti es el conde “Alucard” nada menos el mismísimo vampiro, Noelia Noel es la actriz que aceptó filmar en pelotas las mejores escenas, Alberto Rojas (El Caballo) jovencísimo, que la hace de imbécil sin ningún trabajo y los demás del elenco son: ocho damas pechugonas, que el Conde se va desayunando en las noches de luna, siempre que no esté cerca el Santo.
La trama es de lo más ilusa: El enmascarado y un profesor inventan una máquina del tiempo y Noelia, que es hija del profesor ofrece probarla a pesar de los riesgos, así que la envían cien años atrás y es cuando la muchacha después de hundirse en una espiral de tiempo proyectada burdamente en la pared del cuarto que simula ser un laboratorio, cae parada en la cama que está en el mismo cuarto pero cien años atrás, en una antigua casona familiar donde asola el conde Alucard. El entorno del lugar es siniestro, situado cerca de un cementerio, todo el tiempo hace frío y corre una densa neblina que no deja ver más que siluetas de tumbas y árboles retorcidos, pero ella duerme con la ventana abierta y algo despechugada. Las dos primeras noches el Conde sale de su féretro, se echa una botana con las encueradas que velan su sueño y les marca el pescuezo con su anillo emblemático, todo eso filmado sin remilgos. Luego emprende el vuelo levantando la capa con los brazos, pasando de la estatura de Aldo Monti, al tamaño de un títere de carpa en forma de murciélago que pega siempre un chillido característico y vuela erráticamente a chuparse a Noelia Noel que ya está hipnóticamente dormida y que se las pela por la visita que entra aleteando ruidosamente por la ventana.
El conde la desnuda hasta la cintura, igual que ha hecho antes con las chicas de su caverna, y cuando el espectador cree que se irá derecho a succionar la leche Alpura de Noelia, nomás le hace un cariñito en los senos y se le va al pescuezo, dejándole dos marcas muy lejanas una de otra, como si los colmillos los trajera por los premolares.
Al día siguiente Noelia muestra síntomas de haber sido chupada por el vampiro: pálida, anémica, trastabillante; entonces aparece el doctor de la familia, escribe el nombre del conde Alucard en un papel y lo pone frente al espejo, para darse cuenta que dice Drácula al revés. Todo esto el profesor y el Santo, lo están viendo simultáneamente, pero cien años después, desde su laboratorio, por medio de una pequeña televisión tipo casera con antena de conejo, que les permite sintonizar el pasado. Así que deciden echar a andar al revés la espiral del tiempo y traerse de nuevo a Noelia antes de que Drácula la encuere y chupe por tercera vez, y quede convertida en vampiresa para toda la eternidad. Echan a andar el trebejo invirtiendo la rotación de la espiral, con tan mala suerte que se traen no sólo a la muchacha, sino al vampiro y a sus encueradas, pero ya en este tiempo (1968) el Santo y el papá de la muchacha se sienten como en casa y son ayudados por Carlos Agosti que la hace de jefe de la policía. Desde luego no falta la organización de luchas de compromiso donde siempre gana El Santo y, finalmente éste salva a la muchacha a trompada limpia y la insoslayable intercesión de la cruz que, para los vampiros es como la kriptonita para Supermán. En el colofón, el enmascarado le clava en el pecho una estaca de palo blanco a Aldo Monti que se vuelve esqueleto para toda la eternidad y todo el demás elenco incluyendo las chichonas, se vuelve ceniza.