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MÉXICO, DF, 1 de diciembre de 2014.- Televisa, casa histórica de Roberto Gómez Bolaños, se dio a la tarea de hacerle un homenaje a una de sus estrellas más brillantes pero se vieron rebasados por los medios, no así por los asistentes que, aunque cuantiosos, no llenaron el Estadio Azteca.
La convocatoria a la prensa fue el sábado y citaba hoy en la Puerta 1 del mítico inmueble del sur de la Ciudad de México, fue poco respetada y es que sin importar la procedencia internacional del medio, las horas de viaje o las dificultades que tuvieron para llegar se le negaba el acceso bajo el pretexto «no, agencias no, sólo medios importantes», repetía una de las encargadas del acceso al estadio.
De esta forma agencias informativas chilenas, brasileñas y locales (entre otras) se quedaron fuera del magno evento y tuvieron que conformarse con el «color» de las afueras y la llegada de la carroza fúnebre, ya que con cámara o equipo fotográfico tampoco se permitió el acceso general.
Las gradas del Estadio Azteca no se llenaron y este hecho se le atribuyó a la mala organización tanto del trayecto del convoy, al no trazar una ruta para que el público pudiera despedirse del mítico Chavo del 8, como la «necesidad» de ir por boletos a Televisa y a las taquillas del Estadio Azteca para luego dar acceso libre al inmueble al ver que la convocatoria no fue tanta.
Y en las afueras del Azteca –horas antes del homenaje– niños y adultos disfrazados de los personajes creados por Roberto Bolaños circulaban por la explanada que circunda el estadio.
Cientos, miles de Chespiritos, de Chavos del 8, por allá un par de Don Ramones, abrazados para la selfie. Y más allá una Chilindrina con tremenda paleta en las manos. Otra por allá, llorando abrazada a las piernas de su madre.
Y no faltaron tampoco, decenas de Kikos, uno de ellos idéntico y que era abordado por los castigados medios de comunicación.
El Profesor Jirafales, distraído, también buscaba como ingresar al recinto. La Bruja del 71 arrancaba sonrisas, ya que iba regañando a quien se le pusiera enfrente. El Señor Barriga, engullendo tacos de canasta y refresco en mano, pidiendo otra orden. Y por ahí, otro Chavo del 8, éste quien gritaba, ofrecía, vendía, tortas “de ésas que le gustaban al Chavito, de jamón… A diez varitos”. Más imágenes. Dos o tres Chompiras, más chavos…
Y por ahí, llorando de tristeza, acongojada por la pérdida, Doña Florinda. Todo esto, ante la mirada de la policía capitalina, la cual no reportó ningún incidente.
Ah, y la venta de artículos: playeras con imágenes del Chavo, del Chapulín, de la Chilindrina, chipotes chillones, siendo el rojo el color que prevalecía.
Todo esto en el marco del último adiós a Roberto Gómez Bolaños, Chespirito, quien se ha ido del plano terrenal, pero siempre estará presente por su obra inmortal.