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XALAPA, Ver., 11 de diciembre de 2015.- Desde hace más de 15 años llegan de Puebla a vender los típicos trajes de indito para la fiesta del 12 de diciembre. Sin embargo, esta vez se acerca la fecha y las ventas no repuntan, no porque se haya perdido la fe o la costumbre de vestir a los niños de Juan Diego para ir a visitar a la Virgen de Guadalupe, sino porque el dinero ya no alcanza.
A inicios del mes una decena de vendedores procedentes de San Gabriel Chilac, Puebla llega a Xalapa a ofertar trajes y accesorios para las fiestas guadalupanas.
En ese municipio colindante con Tehuacán, la mayoría de los habitantes trabaja en las maquiladoras de mezclilla, por lo que su cercanía con la industria de la ropa les facilita la confección de las faldas de camballa, blusas y camisas de manta y popelina.
“Lo que hacemos es bordar la flor y luego empezamos a poner todo el cuerpo. Este proceso nos lleva de dos a tres horas, entre el bordado y el armado. Le invertimos casi todo el año en tiempo, dinero y material”, comentó Rocío, quien con su familia se dedica a esta actividad.
Joel viene del mismo municipio y cuenta que hay costureras que se dedican a cortar las faldas y blusas, y que el bordado ya se hace en algunos lados con máquina, usando hilo de seda. “La manta se compra y se corta con tres meses de anticipación. En agosto se empieza, para que en octubre ya esté lista la mercancía”.
Ambos coinciden en que este año aumentó el precio de la materia prima, pero no por eso pueden subir los precios, pues la gente menos compraría. “Toda la materia prima subió: la tela, los materiales con los que hacemos los aditamentos, el hilo para el bordado, el estampado, pero si lo vendemos a su precio real no nos lo pagan. Prácticamente estamos nada más recuperando lo que invertimos”, explica Rocío.
A su puesto, instalado en la calle Clavijero, y al de Joel, ubicado en la avenida Revolución al pie de El Árbol de la Plazoleta del Carbón, madres y padres de familia llegan a preguntar los precios, algunos hasta les prueban los sombreros a los niños, pero nadie compra.
“Faltan unos días, pero aun así a comparación de años anteriores, las ventas a estas alturas eran mejores. Ahora están muy bajas”, lamentan.
El traje más pequeño cuesta 160 pesos, pero hay puestos en los que los venden hasta en 120 pesos, e incluyen el sombrero, huacal, huaraches, pantalón y camisa junto con un manto estampado con la imagen de la virgen. El de niña incluye falda, blusa, collar, reboso, huaraches y canastito.
Sergio Méndez lleva casi 20 años de venir a vender a Xalapa; sus mejores ventas siempre son del 9 al 11 de diciembre. El 12 sólo saca para la comida de ese día y la gasolina para el regreso.
El año pasado pagó mil 800 pesos por la renta de un local, por 12 días. Este año debió ahorrarse ese gasto, por lo que sólo tiene un pequeño puesto en la calle Abasolo. Llegó con su familia por lo que aun así debe pagar gastos de comidas, hotel, hospedaje y 40 pesos para bañarse.
Pese a las dificultades económicas, las familias católicas no dejan de comprar los trajes de inditos que simulan a Juan Diego y la vestimenta de las mujeres de la época en la que históricamente se apareció la virgen.
Modesta Jiménez Orosco compró el traje para su nieta. Es el primer año que la llevarán vestida de indita a la Basílica Menor del Dique, por lo que su emoción es notoria. Más que la tradición, asegura que es la fe católica lo que motiva a las familias a conservar estas costumbres.
“Tiene ocho meses. Es la tradición, pero tiene que ver con inculcar la religión, con agradecer a la virgen, los que tenemos fe en ella. Tenemos también la costumbre, algo emotivo. Cuando no tienes fe, dices que vas a ver de qué se trata. Cuando estás en la procesión, te mociona, te dejas llevar si sueltas un poco la amargura, la tristeza, el cansancio, puedes sentir una emoción dulce que te acompaña y sentirte bien. Es decir gracias, pedir apoyo. La fe es muy importante en el ser humano, en este caso, la virgen como es una mujer, puede entender las necesidades que tenemos”.
Es así como se enmarca esta tradición católica en Xalapa, donde se ubica uno de los santuarios dedicados a la virgen de Guadalupe más visitados en la región sureste del país.