Carlos Ramírez/Indicador político
Pienso, luego existo… No, no, no. Nada de esa palabrería ya caduca. Bueno, eso pienso… Carajos, difícil terreno laberíntico. Ya en serio, queridas y queridos fans, haría cualquier cosa por recuperar la juventud… excepto hacer ejercicio, madrugar, o ser un miembro útil de la comunidad, dijera mi adorable Oscar Wilde. Vaya, juventud que hoy es y, tan luego, pasado. Snif, snif, snif…
Ya en serio, los jóvenes hoy en día son unos tiranos. Contradicen a sus padres, devoran su comida, y le faltan el respeto a sus maestros, expresara Sócrates. El caso es que lo prometido es deuda (¡que no me lean los diputados ni el Orfis, por aquello de la deuda!), y aquí les dejo la primera parte de algunas palabras que dijo el criminólogo Pedro José Peñaloza, quien estuvo en Xalapa hace unos días para presentar su libro “La juventud mexicana. Una radiografía de su incertidumbre”. Antes, déjenme decirles lo que mi admirado Juan Gelman expresó: “Se ha instalado todo un sistema para recortarnos el espíritu, para convertirnos en tierra fértil de autoritarismos”. ¡Gulp!
Va Peñaloza: “Sugiero que metodológicamente abordemos el tema no hablando de la juventud, sino de las juventudes. No podemos hablar de la juventud. ¿Por qué? Porque no es lo mismo ser joven indígena, ser joven mujer, ser joven pobre, ser joven discapacitado, ser joven aislado, ser joven en la cárcel. ¿Me explico? Entonces, les sugiero que hablemos metodológicamente de las juventudes.
“Ahora, qué es lo que necesitamos y lo que sugiero en el libro para que el tema no se convierta solamente en un ejercicio de catarsis y sea un ejercicio de políticas públicas. Primero: necesitamos abrir nuestra mirada y entender que las juventudes requieren de una nueva agenda pública. Las agendas públicas que hoy tienen los gobiernos para los jóvenes son remisas, son agendas que ya no sirven. ¿Por qué? Porque siguen tratando a los jóvenes como instrumentos decorativos, como instrumentos momentáneos, no como sujetos sociales, y entonces lo que tenemos que hacer, y qué bueno que el Gobierno de Veracruz me invite, que una instancia gubernamental lo haga, porque lo que queremos es que los gobiernos modifiquen la mirada que tienen entorno a los jóvenes en general y en particular en cada sector.
“¿A qué me refiero? Hoy los jóvenes deben ser analizados, ¿en qué contexto? ¿Qué jóvenes necesitamos analizar hoy? ¿Cuáles? ¿En qué circunstancia? ¿Qué políticas tenemos que seguir para los jóvenes? Nos habían educado a todos nosotros, que si nosotros estudiábamos tendríamos acceso al trabajo, eso nos dijeron, había capilaridad social, había ascenso social. Les quiero recordar que desgraciadamente, de acuerdo a cifras de ANUIES, no es cierto, y no quiero suicidios, por favor, pero no es cierto. Resulta que sólo tres de cada diez personas que egresan de las universidades encuentran trabajo de lo que estudiaron. Entonces, primer mito que tenemos que echar al bote de la basura. No es cierto lo que nos dijeron, en la actualidad. Capilaridad social no es educación. La pirámide educativa nos lo muestra, tenemos una gran cantidad de personas que egresan de las universidades y esas personas no están ingresando al mundo laboral, tres de cada diez, según ANUIES”.
Ay, güey, dijera el cineasta Alfonso Cuarón.
De cinismo y anexas
Hablando de lo que no quiero hablar (sip), un lector de El País Semanal, José Ramón Puig Folgado, expresó: “…para tener una cultura y formación política no siempre es necesario disponer de estudios superiores o, pensaba yo, cuántos políticos tenemos en este país con sus estudios y sus ‘asesores’ y qué pocas ideas de valor nos presentan”. Chin, México es bello…
Por lo pronto ahí se ven.