Desconfianza y desencanto (1)
Ni hablar, vamos de mal en peor, vaya ni los cangrejos. Quizás sólo México es bonito, jodido, ignorante y, de pilón, pendejo. O quizás nos dejamos y así no creo que logremos nada, ni siquiera que salgamos de la barranca. Nos dan cuentas de vidrio por oro… Si seremos. Pero parece que nos gusta el atole con el dedo. Que se lleven todo con tal que nos dejen ser felices en nuestra mediocridad, nuestra mísera pobreza, con el televisor encendido y los chingones programas espectaculares, lacrimógenos, engañosos, pos sí, engañados vamos a morir. Ni hablar, ¿hasta cuándo despertaremos y dejaremos de formar parte de tantas enfermedades y porquerías en todos los ámbitos de nuestro ¡viva México, cabrones¡?
Ah, pero eso sí, nos quejamos, chillamos y mentamos madres por este pinche país en el que vivimos. Ajá, pero mucho ojo, tenemos los gobiernos y la sociedad que queremos, ¿o no? De otra manera, sencillamente cambiaríamos.
¡Qué tristeza! Por doquier estamos de la chingada, y no sé si aún hay alguien que diga lo contrario. Participamos todos en la descomposición social –tejido social, le dicen ahora- que apesta desde la raíz. Unos más, otros menos, pero ya sufrimos las consecuencia de que se nos está yendo el país.
En fin, que nomás me doy una vuelta por los alrededores y veo la basura no en su lugar, oigo las mentadas de madres de los automovilistas, el estruendo, se me penetra el smog, siento temor por la violencia, la corrupción, la impunidad, la prepotencia, el “trágico” de influencia, la mentira, la traición, la burla, la falta de respeto y muchas otras cosas más que seguramente mis fans han padecido. Claro, hay cosas aún bellas, pero son las pocas, y contadas las personas que luchan por ellas.
En fin, que nomás atiendo tantito las noticias y pácatelas, de puras chingaderas me entero. De ser cierta la denuncia de tráfico de influencias, desvío de recursos y corrupción en el IVAI, pos ¿imagínense ustedes como andamos? Oscuridad ahí mismito, en la supuesta casa de la transparencia. ¡No mamen!
Y luego se quejan de que no creemos en nada ni en nadie. Ahí está el Informe País sobre la Calidad de la Ciudadanía, presentado por el Instituto Nacional Electoral, que confirma los altos niveles de desconfianza en el prójimo y en las autoridades. Por eso, entre más conozco a los hombres, más confío en mi perro.
El Informe muestra, entre otras cuestiones, que “los mexicanos no se sienten representados, no tienen confianza en los actores clave de la democracia, ni en las instituciones más cercanas y visibles del Estado. Sólo 19 por ciento confía mucho o algo en los partidos políticos y 17 por ciento en los diputados”. (La Jornada/17-06-14). Y eso no es nada, ¿qué tal con la justicia y lo demás?
En fin, pero ¿qué tal con la democracia? Ay, nanita, ¿pura simulación? Los datos son contundentes. Según un artículo: “El INE tiene ante sí inmensos desafíos: de acuerdo con el Informe Latinobarómetro 2013, sólo 37% de la ciudadanía apoya a la democracia; mientras que prácticamente 50% de la población declara que estaría dispuesta a ceder libertades a cambio de mayores niveles de bienestar; un 34% sostiene que en los últimos 12 meses, ellos o sus familias no tuvieron recursos para adquirir alimentos, en tanto que 54% declara que en el último año se quedaron al menos una vez sin dinero para comprar comida”. (Excélsior/20-05-14) ¡Gulp!
Sí, nuestra democracia cuestionada. ¿Y luego?
De cinismo y anexas
Un amigo me mandó el siguiente email: “Veracruz, triángulo de las Bermúdez” y “En Veracruz, ante tantos problemas, nuestras autoridades nada más se la pasan ‘Silvando’”.
Por lo pronto ahí se ven.