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Quirino Moreno Quiza/Repechaje
Abordemos el peliagudo tema de las nalgas como centro de salud; por esta ocasión como una monografía, a pesar de que el objeto de nuestra investigación siempre se presenta en pareja. Y bien, propongamos el siguiente teorema: La jeringa es a la nalga lo que la oración a los santos.
Las enfermedades han sido preocupación de la humanidad desde siempre, pero el desconocimiento de sus causas, le llevó a dar características mágicas a los padecimientos y a buscar la salud en embrujos, danzas curativas, retablos, rezos, milagros, sortilegios, exorcismos; hasta que apareció la jeringa; sin olvidar que se pasó por etapas de pócimas, emplastos, ventosas, sanguijuelas, sangrías. Hasta cierta época lo que más se aproximó a la inyección fue la lavativa, que si bien ya andaba mejor orientada, tenía la falla de ir demasiado al centro del problema, generando con ello el rechazo de quienes por razones masculinas que otras, prefirieron esperar el avance de la medicina para acceder a la salud mediante métodos menos ofensivos a la hombría de bien.
Así pues, con el invento de la jeringa, la nalga se convirtió en el punto más eficaz por donde podía llegar la salud al resto del cuerpo. La dualidad Nalga-Jeringa se hizo inseparable para todo galeno o boticario que propusiera una pronta recuperación. La medicina administrada por esa vía recibió el nombre de “intramuscular”. Pero, comentario al canto, dicho nombre es incorrecto, digo yo, pues si la nalga sirve para las inyecciones, es precisamente en razón de que está conformada por gran cantidad de tejido adiposo que le hace blanda y mullida, cualidades indispensables para que la aguja no encuentre obstáculos y las sustancias curativas puedan ser inyectadas con fluidez. De ahí la equivocación de llamar intramuscular a algo que no tiene nada que ver con los músculos, sino por lo contrario, requiere de mantequita para que resbale bonito. Los hechos apoyan nuestras afirmaciones: se sabe que el campeón rompedor de agujas y jeringas es el musculoso exgobernador “Terminator” Arnold Schwarzenegger, quien con la mínima apretada nalgar le basta para hacer pedacitos el adminículo de que hablamos. Este caso han demostrado sin lugar a dudas que el músculo es un impedimento y no una vía adecuada por lo que en honor a la verdad científica, proponemos aquí mismo se cambie el nombre y en lo sucesivo se le llame vía nalgosa y que, se le dé la publicidad necesaria con una foto de perfil de Jennifer López.
Es necesario resaltar el aspecto legal, político (de política internacional) y ético de la dualidad jeringa-nalga, pues en cuanto la jeringa se independizó de la nalga y se introdujo en la vena, comenzaron los problemas de la drogadicción; es decir, se puso en peligro la salud pública. ¿Qué persona decente se inyectaría droga en la nalga? , ninguna. En este aspecto los glúteos conservan su reducto de moralidad, lo mismo puede decirse desde el punto de vista del derecho… como del izquierdo.
Una nueva corriente moralina ha pretendido negar importancia a las nalgas como centro de salud, proponiendo que las inyecciones se apliquen en el brazo, y se sabe que incluso ciertas vacunas antirrábicas se aplican en la barriga. Posiblemente por eso se llaman anti-rrábicas: contrarias al rabo.
Afortunadamente la práctica no se ha universalizado; la zona glútea sigue y seguirá siendo el centro de salud por excelencia.