Gabriel García-Márquez/Sentido común
Bien dice el dicho: “Después de la tormenta viene la calma”. Así amaneció la ciudad después de la cena de Navidad: tranquila, sin tanto movimiento y… ¡con demasiada basura!
Dábamos el paseo matutino de costumbre cuando pregunto a mi marido ¿Por qué no los obligan a limpiar? en referencia a aquéllos que quemaron cohetes y juegos pirotécnicos toda la noche. Y es que el espectáculo de papel periódico despedazado en el pasto verde indignaba tanto que hasta se me ocurrió sarcásticamente un impuesto pecuniario o la pena corporal de arrastrar la escoba hasta que quedara mínimo como estaba antes.
Mucha culpa es de los padres, me contestó. ¿Ves que estén con sus hijos limpiando?
Le di la razón cuando al pasar por unas bardas pequeñas, aún quedaban pequeñas ollitas de pólvora mal quemadas, seguramente ordenadas por un pequeñín, ya que estaban en fila india, desprendiendo aún el olor.
Subimos a celebrar el Día Internacional del Recalentado, otro nombre con el que se conoce a la Navidad en las redes sociales: ponche, sandwiches, ensalada y rosca de reyes… anticipada ¡por supuesto!, ¿será por eso que los mexicanos subimos de 3 a 5 kilos en el mes de diciembre?
Según la directora de Control y Prevención de Enfermedades de la Secretaría de Salud de Jalisco, “una cena navideña rica en carnes, pastas, vinos y chocolates aporta unas 4 mil 800 calorías”. ¡Oh por Dios! si analizo que cuando corro media hora sólo quemo de 250 a 300 calorías dependiendo la intensidad de mis movimientos, ¡tendré que correr un maratón!
Me asomo a la ventana ¡sigue la basura de los cohetes! ¡Y son las tres de la tarde!, dudo que mis vecinos y sus hijos recojan la basura, seguramente esperarán que los trabajadores de la limpia pública lo hagan cuando regresen a laborar.
Aunque lo peor es la contaminación al aire que respiramos, según un artículo del portal Animal Político: “la quema de cohetes en Navidad, Año Nuevo o Día de la Independencia, disparan las partículas suspendidas en el aire que impactan en el sistema respiratorio o el corazón, sumando a las bajas temperaturas de invierno. Los colores de los cohetes se obtienen a partir de óxidos metálicos que son tóxicos y peligrosos para la salud”.
No habrá quien diga ¡qué tanto es tantito! ¡sólo lo hacemos un par de veces al año!…yo decía lo mismo de la comida, y mi enemiga en casa ¡la báscula! me abrió los ojos al mostrarme mis kilitos de más.
Ahora que si usted le puso duro a los alcoholes, debe de haber amanecido con un tremendo dolor de cabeza y una enorme resaca que para mi gusto, sólo el tiempo cura, aunque nunca faltan los remedios como la michelada, la copa de lo mismo que te emborrachó, el caldito picoso acompañado de la clásica frase ¡No lo vuelvo a hacer!… sí claro ¡Sólo el 31 nada más! ¡hay que despedir el año!
Aunque me dormí temprano, Santa no llegó a casa… al parecer la crisis y el crecimiento de la economía del país en 1.3 por ciento lo alcanzó; ni modo, habrá que esperar a los Reyes Magos, aunque con tanta reforma es posible que de tres no se haga ni uno.
Pero no todos sufrimos resaca de aire, alcohol o comida, al menos el novio de Anahí, Manuel Velasco, gobernador de Chiapas no tiene ninguna culpa al haber gastado 10 millones de dólares en promocionar su imagen, ahora la pregunta es ¿Cuánto le habrá pagado a Anahí?
A otro que le pegó la resaca anticipada fue al alcalde de Tepehuacán de Guerrero, quien golpeó a su esposa en presencia de varios funcionarios municipales, que desde luego no hicieron nada. Lo más curioso del caso es que la noticia se dio a conocer varios días después permitiendo que el culpable pudiera huir.
Y por si algo faltara en esta navidad, viene lo increíble: En 2012, las 152 representaciones del país en el extranjero gastaron 11 millones de pesos en telefonía celular. Creo que por el día de hoy ya no veré más noticias… ¡no quiero que me indigesten el recalentado!
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