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XALAPA, Ver 16 de febrero de 2016.- “Durante un año esperé un milagro y nunca sucedió”, dijo Francisco Salazar Ronzón, tío y padre putativo de Rafael Alejandro un pequeño que luchó hasta el final contra el cáncer.
Recordó que tras la detección de la enfermedad, los siguientes meses fueron su peor pesadilla; dijo que a Rafita los oncólogos no le daban más de tres meses de vida, no obstante su lucha por la vida le permitió en sus últimos días lograr algunos sueños que anhelaba.
Con Teddy a su lado (un osito de peluche), su amigo imaginario, y la compañía de su familia, su ánimo le permitió resistir al tratamiento, sin embargo el 23 de noviembre de 2012, alrededor de las 16:30 horas, dio su último respiro.
Aún con el duelo por la pérdida de su pequeño guerrero, don Francisco comentó que Rafita siempre estuvo cierto de que moriría, incluso unos días antes de su partida comenzó a despedirse; dejó instrucciones.
“Para su funeral y novenario dijo que se hiciera una fiesta, en la cual los invitados tendrían que llevar juguetes, esos juguetes tenían que entregarse a los niños de los hospitales que estaban padeciendo lo que él vivió. Así se hizo, también pidió que en su féretro se colocaran sus juguetes favoritos”.
Francisco Salazar afirmó que agotaron todas las alternativas para la cura del niño, “hasta con brujos fuimos a dar, probamos medicina naturista, hicimos todo lo que estuvo en nuestras manos y posibilidades y también los médicos”.
Comentó que de grande, Rafita quería ser chef, en los meses de 2012 se la pasó viajando de Xalapa a la ciudad de México, y en el Centro Médico Siglo XXI conoció la amistad.
“Al principio no quería estar ahí, como a todos, no le gustaba estar en un hospital, después ya no se quería ir cuando lo daban de alta por no dejar a sus amiguitos, lo más triste está cuando volvía y no los veía porque ya habían muerto”.
Mencionó que Rafael Alejandro siempre tuvo miedo, desde que supo que estaba enfermo, pero nunca lo demostró, el amor de su madre le dio fortaleza y estuvieron juntos hasta el final.
“Mi chaparro fue muy valiente, el sólo hecho de ver la cámara de radiaciones daba pavor, no me imagino lo que pudo haber sentido, sólo sé que su corazoncito latía intensamente cada vez que le tocaba la quimioterapia, y se aguantaba porque sabía muy bien que esa era su medicina”.
Asimismo, refirió que en el transcurso de ese tiempo ocurrieron cosas inexplicables, “Rafa ya estaba muy cerca de los ángeles, de hecho algunas vez recuerdo que hizo un comentario así, por eso creo que está en el lugar donde debe estar, tranquilo, feliz y descansando”.
La experiencia de don Francisco es sólo una de las muchas que ocurren día a día, pues el cáncer sigue siendo el gran enemigo silencioso; si bien las posibilidades de vida son altas tras la detección oportuna, instó a los padres de familia estar al pendiente sus hijos y que al primer síntoma que consideren irregular los lleven con un especialista para su valoración.
“¿Que con qué me quedo de esta experiencia?, con la fortaleza de Rafa, él me enseñó a valorar la vida, a no ver las cosas para mal, aunque así sea, a disfrutar el momento, pero sobre todo a no rendirme”.
Febrero es considerado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) el Mes de la Lucha contra el Cáncer Infantil; de acuerdo con datos de la Secretaría de Salud (SS) estatal, las estadísticas respecto a este tipo de muertes tienden a la baja.
Pero se reconoce a la vez que aún hace falta mucho trabajo respecto al tema de la concientización para estar alerta y actuar de manera preventiva, logrando una detección a tiempo e iniciar el tratamiento reversible oportunamente.