¿Supremacía constitucional o supremacía dictatorial?
Cumplir la norma
En los últimos días, en decisiones que han sido y serán trascendentales para Veracruz y para México, se han equivocado quienes han pretendido adivinar y han obviado el cumplimiento de la norma, calificándolo como algo que “se puede resolver”.
El primer caso fue apenas el mes pasado. Luego de que el panista Gerardo Buganza anunciara su renuncia al cargo de secretario de Gobierno, para construir su candidatura independiente a la gubernatura de Veracruz, el nombre que más fue mencionado para sucederlo fue el del actual secretario particular del Gobernador Javier Duarte, el chilango Enrique Ampudia Mello.
Dicho rumor provocó un pequeño debate:
– Pero él no es veracruzano, y la Constitución local establece ese requisito”. (“Los titulares de las dependencias y entidades de la administración pública deberán ser veracruzanos y contar con título profesional expedido por autoridad o institución legalmente facultada para ello, y cumplir con los demás requisitos que establezca la ley”, párrafo tercero del Artículo 50 de la Constitución de Veracruz).
– Eso se resuelve rápido, con una dispensa del Congreso, como se hizo con Arturo Bermúdez, que es secretario de Seguridad Pública a pesar de no ser veracruzano.
El jueves 16 de julio Gerardo Buganza subió a las redes el video en el que anunciaba su decisión de buscar la gubernatura de Veracruz como candidato independiente. Ese mismo día, Flavino Ríos recibió la invitación de Javier Duarte de Ochoa para hacerse cargo de la posición que dejaría Buganza. El cambio se concretó el lunes 20 de julio.
Todo el ruido que se hizo al mencionar la “inminente” llegada de Ampudia a dicho cargo, fue teatro, fue una cortina de humo.,.. porque de humo pasó la designación de Flavino Ríos.
Un caso más en el que se pretendía que las normas fueran violentadas, fue en la designación del nuevo Presidente del Comité Nacional del PRI
A partir del discurso pronunciado por el Presidente Enrique Peña Nieto en el evento denominado “Unidad para Continuar la Transformación de México”, en el que el primer priista del país llamó a sus correligionarios a “actualizar su organización y estructura”, en el que convocó a su partido a “regresar a las universidades y despertar nuevamente el entusiasmo de la juventud” y en el que pidió que ese organismo político se convirtiera en “un espacio de participación para los jóvenes talentosos, comprometidos con su país”, se sacó como conclusión que el relevo de César Camacho sería alguien cercano al Presidente, joven y con ideas innovadoras.
Todos los ojos voltearon a ver al Jefe de la Oficina de la Presidencia, Aurelio Nuño Mayer. El problema es que hay un requisito en los estatutos del PRI (Fracción X del Artículo 156) que a la letra dice: “Los candidatos a Presidente y Secretario General de los comités Ejecutivo Nacional o Directivos Estatales y del Distrito Federal deberán haber desempeñado algún cargo de dirigencia”.
Cuando se hizo mención de que Aurelio Nuño Mayer no cumplía ese requisito, de inmediato se argumentó que podría obviarse, o que de pronto aparecería por ahí alguna designación, en alguna encomienda partidista menor en el estado de México, esto es, que le maquillarían el curriculum para que salvara ese obstáculo.
Al final, y para acabar con las especulaciones, desde la tarde del miércoles 5 de agosto se supo que la dirigencia nacional del tricolor quedará a cargo de Manlio Fabio Beltrones, no un joven como parecía perfilarlo Enrique Peña Nieto en su discurso, pero sí un priista que cumple con creces todos los requisitos que el cargo exige.
Está claro que hay muchos que siguen viviendo en “aquel México”, en el que “todo se puede”, ese México que muchos mexicanos queremos desaparecer, para que surja un país serio, donde las normes y leyes se cumplan, por el bien de la sociedad.