Quirino Moreno Quiza/Repechaje
* Rubén Espinosa: El análisis simplista
Una regla para quienes nos dedicamos al periodismo de análisis, es que antes de tratar un tema debemos concentrar un gran cúmulo de información, complementaria y diversa, que nos permita establecer líneas de razonamiento que nos lleven a conclusiones claras (que no definitivas) sobre cada caso.
Decía Melvin Fletcher, autor del ensayo «News Reporting and Writing», que para hacer periodismo de análisis se requiere «poseer un buen conocimiento
del entorno donde los hechos se produzcan… para poder ofrecer una interpretación sobre ellos. Ésta es una de las razones por la que los periodistas acaban especializándose en un área de contenidos que los legitima
como expertos».
Alex Grijelvo, autor de la obra «El estilo del periodista», advierte que para escribir un análisis se precisa «competencia en la materia, experiencia en el tema del que se hable; en definitiva, antecedentes que tiene archivados en su memoria el propio periodista».
La prontitud, la celeridad, no son ingredientes del periodismo de análisis. Quien se apresura a opinar sobre un tema, en la mayoría de los casos terminará tropezando con sus inexactitudes.
Este razonamiento viene al caso por el manejo que se ha dado en los medios de comunicación, y en muchas columnas de análisis, sobre la ejecución del fotógrafo Rubén Espinosa, reportero gráfico que colaboraba en calidad de «Free Lance» para medios tan influyentes como la revista Proceso y la agencia Cuartoscuro
Un análisis simplista llevó a muchos periodistas a sumar: Rubén Espinosa anunció su autoexilio de Veracruz y denunció que era acosado «por las autoridades de Veracruz… y/o la delincuencia organizada». Días después apareció muerto, en el Distrito Federal, con huellas de haber sido torturado y de haber recibido el tiro de gracia. Conclusión: Fue ubicado por quienes lo acosaban y le dieron muerte. Por lo tanto, el responsable de su muerte es el gobierno de Veracruz, o sea, Javier Duarte de Ochoa.
El supuesto acoso de las autoridades estatales contra este personaje se explica porque «se había convertido en un fotógrafo incómodo para el gobierno. En los últimos tiempos no le dejaban entrar siquiera a los eventos institucionales», según explica Pedro Valtierra, Director de la agencia Cuartoscuro.
No hay evidencias de que alguna fotografía o alguna información que divulgara Rubén Espinosa haya generado tal escozor entre las autoridades estatales, como para decidir que había que torturarlo y matarlo.
El procurador de justicia capitalino Rodolfo Ríos Garza informó que las cinco personas que aparecieron muertas en un domicilio de la colonia Narvarte, fueron torturadas, tenían el tiro de gracia y que tres de las cuatro mujeres fueron víctimas de abusos sexuales y estaban atadas de pies y manos.
Dijo además, que aunque se agotarán todas las líneas de investigación, en el caso de Rubén Espinosa, no encontraron indicios que apunten a que su asesinato tenga alguna relación con las amenazas que dijo haber sufrido por el ejercicio de su profesión.
El mismo funcionario apuntó que en la casa donde ocurrieron los crímenes hubo robo y saqueo de diversas joyas y artículos, así como de las carteras de cada una de las víctimas, y se descubrió que falta un automóvil Mustang Shelby 2006, que era propiedad de la colombiana Nicole (una de las fallecidas) en el que se presume se dieron a la fuga los autores del multihomicidio.
Una de las declaraciones que levantó la Procuraduría de Justicia capitalina fue la de una joven a la que identifican como Esbeidi “N”, de 24 años de edad, quien relató que la noche del pasado jueves 30 de julio estaban en el departamento 401 del edificio ubicado en el 1909 de la calle Luz Saviñón, sus amigas Nicole, de 29 años; Yesenia Quiroz, de 19 años; Nadia Vera, de 29 años, y su novio Rubén Espinosa, junto con otros cuatro hombres.
Relató que el viernes, cuando acudía la señora Alejandra a hacer la limpieza (a quien también encontraron sin vida) ella dejó el departamento alrededor de las 08:00 horas y todos seguían conviviendo. Para cuando regresó, a las 21:00 horas, encontró uno de los cuerpos en la sala, otro en el baño, dos más en una recámara y el quinto en otra recámara.
La línea más sólida en la investigación apunta hacia el crimen organizado, especialmente a una banda de sicarios con la que habría estado vinculada la mujer de origen colombiano que fue encontrada sin vida en ese mismo sitio.
El periodista de la revista Proceso, José Gil Olmos, al opinar sobre la muerte de Rubén Espinosa, dijo que «no existen garantías en el Distrito Federal, ni en cualquier parte de la república. El país, lamentablemente, ha sido rebasado por la delincuencia organizada».
¿Crimen de Estado?
No hay indicios de ello. Quienes así lo aseguran se van por el señalamiento fácil, el que todos compran sin averiguar.
El Gobierno de Veracruz se ha ganado, por méritos propios, el estigma de ser «el territorio más peligroso para ejercer el periodismo», pero no se trata de achacarles a las autoridades de la entidad todos los agravios que sufran los representantes de los medios de comunicación.
Mañana si alguno tropieza, si otro es atropellado, si a alguien le duele la muela, la culpa también la tendrá el Gobierno de Veracruz.
Seamos serios en el análisis. Investiguemos, razonemos y sólo entonces podremos emitir una opinión sobre un tema tan delicado como la tortura y ejecución de cinco seres humanos, uno de los cuales era periodista.