Prosperidad empresarial compartida
* Érick, el bufón
Mucho se ha escrito acerca del papel que desempeñaban en la Edad Media ciertos personajes conocidos como “bufones”.
Su principal tarea consistía en amenizar los días de los monarcas. El bufón apelaba a chistes y bromas de todo tipo con la intención de aportar entretenimiento. Por eso su presencia era habitual en los eventos cortesanos.
Esa cercanía con los monarcas, le daba al bufón una extraordinaria influencia. Los miembros de la corte le temían, pues un comentario de éste al Rey, podía provocar que sus días terminaran en el cadalso.
Hay historias que refieren de la gran influencia que tenían los bufones en decisiones políticas, o en campañas bélicas, pues conocían el carácter del soberano y sabían en qué momento soltar el comentario adecuado para influir en las decisiones más importantes.
Con el paso del tiempo fue desapareciendo la figura formal del bufón, pero al menos en México, en los actuales gobiernos, que suelen manejarse como verdaderas monarquías, otros personajes se hacen cargo de realizar las funciones del bufón. Lo hacen con la misma pericia y maligna eficacia de aquellos del Medioevo.
En Veracruz ha destacado en la última década uno de esos personajes. Érick Lagos Hernández se encargó de alegrarle los días a Fidel Herrera Beltrán y realizó similar labor con Javier Duarte de Ochoa.
Érick Lagos, conocido desde sus tiempos universitarios como “Chilly Willy” (igual que aquel personaje de caricatura que representaba a un friolento pingüino) ha sabido ganarse la confianza de los últimos dos mandatarios estatales y domina los tiempos y circunstancias para hablarles al oído.
Gracias a esa habilidad, Érick Lagos ha ido escalando posiciones en el ámbito político local y hace apenas unos días consiguió superar el más alto reto que se ha impuesto: ganó la elección para diputado federal, consiguiendo la más alta votación de todo el estado.
Su cercanía e influencia con los hombres del poder ha provocado que muy en el fondo del corazón de Érick Lagos germine una semillita de esperanza: Él, quien ha puesto y quitado a poderosos políticos; él, a quien los más relevantes personajes de la última década le escuchan y lo buscan cuando enfrentan problemas… él podría ser Gobernador de Veracruz.
Pero Érick Lagos no ha llegado hasta donde está por ingenuo, o por arrebatado. Él sabe muy bien que ese objetivo está muy complicado y no está dispuesto a perder todo lo ganado en un intento fallido por alcanzar la gubernatura.
La busca, sí, pero también se acerca a los otros aspirantes y alcanza acuerdos, compromisos políticos, de manera que, de no llegar, tampoco caiga en desgracia.
Poco hábil, más bien torpe en la tribuna, lo fuerte de Érick Lagos es lo que en la política se conoce como “el juego en corto”, lo suyo es hablar al oído, operar sigilosamente, llevar y traer chismes. Nadie, con dos gramos de experiencia en la política veracruzana, confiaría en la palabra de este bufón.
La apuesta de Érick, como la de Silva, Carvallo y Mota, está en la influencia que pueda tener Javier Duarte con Enrique Peña Nieto al momento de la definición del candidato. Sabe que al actual gobernador le interesa, y conviene, una opción local, identificada y comprometida con él.
El problema de Érick Lagos está en la Historia.
Nunca un bufón llegó a ser Rey.