Raúl López Gómez/Cosmovisión
* Contra populismo y demagogia
Para quienes están interesados en la sucesión de Veracruz, es de obligada lectura el discurso pronunciado por el Presidente Enrique Peña Nieto en el acto llamado “Unidos por la Transformación”, con el que se celebró el triunfo del PRI el pasado 7 de junio, así como la implementación de las reformas estructurales.
En su mensaje, Peña Nieto pintó el perfil de quienes deben gobernar el país y, por lo tanto, plasmó reglas generales para los que aspiren a conducir al país, a los estados y municipios en el futuro.
Su discurso estuvo centrado en la importancia de reconocer los riesgos de caer en el populismo y la demagogia, fenómenos que –dijo- amenazan a las sociedades democráticas del mundo.
Fue muy claro en este concepto:
«La historia nos ha enseñado que la condición de una sociedad democrática, libre y plural perdura mientras quienes encabecen sus instituciones tengan vocación democrática. Las decisiones populistas, demagógicas e irresponsables, destruyen en sólo unos días lo que llevó décadas de esfuerzo institucional construir».
Peña Nieto hizo especial énfasis en la necesidad de que el PRI, su partido, se adapte a los nuevos tiempos. Dijo que el partido debe actualizarse y reformarse.
«Es momento –aseguró- de que el PRI actualice su organización y estructura para reflejar las nuevas condiciones y dinámicas del país. Es momento de que el PRI regrese a las universidades, que despierte nuevamente el entusiasmo de la juventud”.
Pero el Presidente, al que por su investidura se le concede el título de “primer priista del país”, se detuvo también para hablar de los “adelantados”, en referencia a quienes ya están pensando en el 2018, en el relevo presidencial, cuando todavía falta un largo trecho.
“No hay espacio para proyectos personales. Hoy es momento de un proyecto de nación”, fue el mensaje para todos ellos.
¿Dónde quedan, dentro de este discurso, los priistas que hoy se destrozan en los medios de comunicación, en las redes sociales y en cada acto público, en abierta competencia por la candidatura sucesoria del gobierno estatal de Veracruz?
Populismo y demagogia es lo que impera en muchos de ellos, quienes aplican la añeja regla: “Prometer no empobrece, cumplir es lo que aniquila”.
Acabar con la corrupción, rescatar a Veracruz del hoyo financiero en el que se encuentra hundido, devolver a los veracruzanos la tranquilidad que tanto añoran y que les ha sido negada; rescatar de la pobreza a millones de ciudadanos que habitan en esta entidad; hacer producir al campo como en sus mejores tiempos, generar las condiciones para que se generen los empleos que el estado necesita. Esas y muchas otras promesas se escuchan todos los días. Nadie explica cómo. Sólo prometen, sólo dicen lo que la gente quiere escuchar.
Para conocer el perfil del próximo gobernador de Veracruz, quien tan sólo estará al frente de esa responsabilidad por dos años, es imprescindible conocer primero de dónde saldrá la decisión para la candidatura priista, en el entendido de que dicho personaje contará con el respaldo del mandatario estatal y del Presidente de México, con todo lo que ello implica.
Existe la percepción de que Javier Duarte de Ochoa está más inclinado por impulsar alguna de las llamadas “opciones locales”, pues se trata de personajes de la política que han trabajado muy cerca de él y con quienes podría entenderse mejor en temas relativos al relevo de mandos.
En la capital del país, sin embargo, ven que los números, los sondeos, las encuestas, favorecen a los dos senadores priistas de la entidad, los que hoy por hoy son los únicos con la suficiente fuerza para garantizar la victoria del partido tricolor.
La experiencia del 2015 le debe haber mostrado a Enrique Peña Nieto que dejarles la decisión a los gobernadores no siempre resulta bien redituable, de manera que se espera que en el 2016 la influencia del centro sea definitiva para la selección de candidatos a las gubernaturas.
El aún dirigente del PRI a nivel nacional, César Camacho Quiroz, reconoció que México vive tiempos complicados, pero criticó a quienes “intentan medrar con el estado de las cosas”.
Dijo que éste es un tiempo especialmente retador, que nadie desconoce los escollos ni se desentiende de las dificultades, que nadie rehúye los desafíos ni ignora las críticas, sino que se asume plenamente la responsabilidad.
Dijo que para continuar la transformación de México se requiere de la unidad de la militancia.
Suena sencillo, pero no lo es tanto.