Pablo Jair Ortega/Columna sin nombre
* ¿Ya para qué?
La pregunta pudo haber estado de más, o su intención era agarrarlo con «la guardia baja», pero eso difícilmente le va a pasar a alguien con el recorrido de Antonio Gómez Pelegrín.
¿Contabilidad duplicada?, ¿facturas falsas?, ¿maquillaje de cifras?
¡Qué va! ¿Acaso alguien supuso que el secretario de Finanzas respondería de otra forma?
Imagínenselo respondiendo:
– Bueno, la verdad sí le dimos un leve retoque a la cuenta pública del 2015. Fueron instrucciones del Gobernador, que ya no quiere que le peguen en los medios y tachen a su administración de ser un cochinero.
Es obvio que eso no va a suceder. La cuenta pública fue entregada este jueves con puntualidad inglesa, sin mácula alguna. Los auditores del Órgano de Fiscalización Superior (Orfis) en su afán de no manchar tan pulcro documento, ni lo van a abrir. Total, ya saben cuál será el sentido de sus dictámenes.
Esta fiscalización no representa ningún problema, esta es la de casa. Los despachos auditores saben que no deben tocar al «patrón», so pena de verse excluidos en forma permanente de la jugosa tajada de las revisiones a las cuentas públicas.
No, el problema real está en la supervisión de la Auditoría Superior de la Federación. Esos ya saben dónde buscar, y ya saben qué van a encontrar. Les duele a los veracruzanos por la quemada, porque en realidad nadie, ningún servidor público de ésta o de la pasada administración estatal ha pisado la cárcel.
No pasa nada.
La gente ya no cree. Los veracruzanos asumen que todo lo que hace la actual administración tiene -invariablemente- un doble sentido, que a todo le sacan tajada, que en toda acción permea una mentira.
Para un sector muy importante de la sociedad, Javier Duarte y su equipo de colaboradores son los que se han hecho millonarios con el dinero del pueblo, son los que han reprimido a la prensa, o la han matado; son los que golpean ancianos, son los que están matando de inanición a la Universidad Veracruzana, son los que dejaron colgados a los becarios, son los que se robaron el dinero que era para el campo.
Seguramente muchas de esas son exageraciones, pero el ciudadano común, el de a pie, el que espera con angustia el día de la quincena (pues teme que le avisen que no hay dinero para pagarle) ese compra todas esas versiones.
Que alguien diga hoy en las redes sociales que el Gobierno de Veracruz está lleno de ladrones, no es más que un lugar común. «Dinos algo que no sepamos», seguramente habrán de responderle.
Ya se hicieron cotidianas expresiones como «calendarizar los pagos», o «una falla al momento de dispersar los recursos», o aquella tramposa promesa: «Todo se va a pagar, conforme vaya habiendo disponibilidad».
Antonio Gómez Pelegrín ha estado haciendo su trabajo. Ha puesto en orden los documentos de la Secretaría de Finanzas. Las oficinas están al día en el papeleo. Lo único que falta es el dinero.
Alguien comentó hace unos días: ¡Qué distinto será este cierre de administración! En otros tiempos el gobernador utilizaba su último año de gestión para inaugurar obras, para recorrer el estado y saludar (despedirse) a sus paisanos. Hoy no hay oba qué inaugurar, hoy el Gobernador evita el contacto con los veracruzanos, pues no faltará el que se sienta agraviado y le haga un reclamo.
Hoy, cuando le quedan sólo ocho meses, Javier Duarte sigue haciendo ajustes a su equipo de trabajo.
Nadie sabe para qué.
Y ya a nadie le importa.
*Este texto es responsabilidad absoluta del autor.