Gabriel García-Márquez/Sentudo común
* Rebrote de violencia
El pasado viernes primero de mayo, las autoridades del estado de Jalisco informaron que varios vehículos fueron incendiados en más de una decena de puntos de la ciudad de Guadalajara; hubo enfrentamientos en el sur del estado y un ataque contra un helicóptero del Ejército, hechos por los que murieron siete personas, entre ellos tres militares y un policía.
Además de los fallecidos, hubo al menos 19 heridos —13 agentes federales, un estatal y 3 civiles—. Se contabilizaron 19 detenidos tras registrarse 39 bloqueos desde las 9 de la mañana en 25 municipios, siete de la zona metropolitana y 18 en el interior.
El gobernador Aristóteles Sandoval informó que aplicó el esquema “código rojo”, de alerta máxima.
La explicación de las autoridades es que se trata de la respuesta de la organización criminal conocida como “Jalisco Nueva Generación”, contra la que se han acentuado los operativos federales.
Algo similar sucedió en Tamaulipas luego de que fuera capturado en Reynosa José Tiburcio Hernández Fuentes, alias “El Gafe”, considerado uno de los líderes del Cártel del Golfo, detención que también provocó balaceras, persecuciones y quema de vehículos.
Al mismo tiempo, en otros puntos del país se han incrementado los casos de violencia vinculada con el crimen organizado. Veracruz es uno de ellos.
Muy cerca de Xalapa, en el municipio de Emiliano Zapata, fueron localizados seis cadáveres, con huellas claras de ejecuciones.
El hallazgo se registró en el libramiento Plan del Río. Varios automovilistas reportaron que a un costado de de la carretera, antes de llegar a la caseta de peaje, se encontraban tirados tres cuerpos desnudos. Más tarde, a 100 metros de ese lugar, encontraron otros tres cuerpos.
Tres cuerpos no tenían ropa. Todos tenían el tiro de gracia y huellas de haber sido torturados. Uno de ellos fue degollado y murió desangrado.
En Poza Rica, apareció el cuerpo sin vida de María Teresa Parada Álvarez, de 31 años de edad, quien había sido secuestrada una semana antes. El cuerpo apareció con el rostro vendado y un impacto de bala con orificio de entrada y salida.
En aquella misma ciudad, hace dos semanas circularon mensajes en las redes sociales donde sujetos sugerían a la ciudadanía no salir de sus casas, anticipando actos de violencia.
En la comunidad de Potrero Nuevo, municipio de Atoyac, este domingo cerca del medio día fue asesinado Néstor Peña, a quien apodaban “El Periquín”. Mientras conducía su automóvil fue atacado a tiros.
En Córdoba, en el interior del mercado “Revolución”, fue asesinado de al menos seis tiros el comerciante de pollos Enrique Méndez Luna, de 26 años de edad. El ataque ocurrió en el local denominado “Mayela”, frente a decenas de personas.
Son hechos aislados, unidos sólo por la coincidencia en fechas y la evidente mano del crimen organizado.
Negros nubarrones se ciernen sobre el país. El riesgo de que vuelvan los tiempos de guerra, aquellos que alimentó Felipe Calderón y que todos esperaban se acabarían con Enrique Peña Nieto.
A la sociedad lo que le queda por hacer es desempolvar la lista de precauciones básicas: evitar salir a altas horas de la noche, procurar hacerlo acompañados, evitar las “malas” compañías y denunciar a las autoridades cualquier actividad sospechosa, entre otras.