Carlos Ramírez/Indicador político
* El mal humor de Buganza
Filiberto Vargas Rodríguez
Para él, que por sus creencias le da una especial relevancia a la llamada “Semana Mayor”, la de este año no parece ser la mejor. Quienes han estado cerca del titular de la Secretaría de Gobierno de Veracruz, Gerardo Buganza, aseguran que en los días reciente ha estado más irascible que de costumbre.
Muy diversas son las razones a las que atribuyen ese cambio de carácter, pero casi todos coinciden en que lo tiene inquieto la falta de liquidez en la administración estatal (¡qué novedad!), lo que le ha impedido “operar” como él lo sabe hacer, para posicionarse como una buena alternativa hacia la sucesión del 2016.
Vaya, que con Juan Manuel del Castillo no fluye el recurso con la agilidad como sucedía con Tarek Abdalá.
Y no es que se refieran a una ambición desmedida por parte del funcionario panista. No, lo que le preocupa es que se le están atorando temas de operación política, debido a que no fluye el dinero y la administración estatal ya no tiene crédito.
Es la hora en la que apenas se está activando la organización a la que le endilgó sus iniciales (Generando Bienestar), la que desde hace meses debería estar trabajando en beneficio de los candidatos del Gobernador.
Gerardo Buganza se siente con posibilidades de convertirse en “el tercero en discordia” en la lucha –esa sí abierta- que mantienen los candidatos locales (Alberto Silva, Érick Lagos y Adolfo Mota) con los del centro (José Yunes y Héctor Yunes) por la opción más inmediata de acceder a la gubernatura de Veracruz, aunque sea sólo por dos años.
El panista renegado sabe, sin embargo, que su estrategia funcionará sólo si se mantiene escondido, libre de los cañonazos mediáticos que se están lanzando los otros aspirantes.
En su rebuscado plan, mientras los otros se pelean él debe trabajar en la operación política con grupos de gran influencia en la entidad. Debe, además, ir construyendo de manera soterrada una imagen de conciliador, de moderado, de capaz en la negociación. Es por eso que se ha acercado a algunos analistas políticos, con el fin de que de manera esporádica comenten sobre sus logros en la posición que ocupa actualmente.
Pero todo ese plan requiere de un ingrediente indispensable: Dinero.
Fondos para las organizaciones que llegan a generar el caos en la capital del estado, y que él logra –de manera casi milagrosa- desactivar. Apoyos para las plumas y las redacciones que resaltan sus “oportunas y contundentes” intervenciones.
Eso es lo que no está llegando, al menos con la oportunidad que se requiere. Y tampoco se trata de sacar lo que tiene en el cajón, lo que consiguió gracias a negociaciones poco claras en la Secretaría de Infraestructura y Obras Públicas (SIOP), de donde expulsó a unas ratas, para poner a las suyas.
No, lo conseguido allá está a buen resguardo y está apartado para la campaña del próximo año.
Se le olvida al secretario de Gobierno que para que haya caldo de gallina, lo primero que se necesita es la gallina. No tiene caso que se guarde esos recursos si por falta de liquidez termina dejando caer su plan.
A menos -claro está- que no esté convencido de la eficacia de su estrategia y prefiera guardar bajo el colchón lo que sería su “premio de consolación”.
Lo cierto es que los que hoy se acercan a la Secretaría de Gobierno echan de menos la sonrisa afable del titular de esa área.
Sus razones tendrá.