Raymundo Jiménez/Al pie de la letra
* La estrategia del PRI
Es el mes de enero, ya pasaron las festividades y con la tradicional visita presidencial del día 6 se reactivó la carrera en pos de las candidaturas al gobierno de dos años en Veracruz.
Mientras las dos principales fuerzas opositoras (PAN y PRD) se esfuerzan por construir una alianza que les dé la fuerza para competir contra el PRI y sus partidos satélite, en el tricolor se juega a la construcción de la unidad, mediante eventos simbólicos que simulan empatías que en los hechos no existen.
La conmemoración de la Ley Agraria, lo mismo que el desfile obrero de cada primero de mayo, son eventos de los que se apoderó el PRI, a través de los años, con la influyente participación de sus sectores (el campesino y el obrero) y por lo tanto, más que una celebración de las instituciones, se trata de actos políticos en los que el partido en el poder se viste de fiesta.
Era, pues, lógico que se esperaran importantes señales políticas del Presidente Enrique Peña Nieto, quien acudió al puerto jarocho a un acto de su partido, en vísperas de la definición del candidato a la gubernatura de Veracruz.
No hubo señales para ninguno de los candidatos, pero sí se percibió el “nuevo estilo” que Peña Nieto está imprimiendo a sus actos públicos.
Se trata de fortalecer la imagen del Presidente, que tanto sufrió en la primera mitad del 2015, pero que tan notoria recuperación mostró al cierre del año, para utilizarla como estandarte en las campañas de cada entidad.
Lo explica muy bien Federico Arreola en su portal SDP Noticias: El PRI irá a las elecciones del 2016 con cuatro banderas sencillas, y nada más, que son las que explican el repunte en la popularidad de Peña Nieto. 1) El precio de la gasolina a la baja. 2) La tarifa de la luz, que también va a disminuir. 3) El menor costo de la telefonía, y 4) La inflación bajo control.
El mismo analista advierte que, una vez resuelta la estrategia, lo que se debe empatar es al candidato, pues para una propaganda basada en difundir los logros de las reformas, “no sirven grillos identificados con los dinosaurios… sino perfiles modernos”.
En el caso de Veracruz, aclara, sólo hay dos figuras que cubran ese perfil, Pepe Yunes y Alberto Silva.
En tales circunstancias, no hay hasta la fecha una definición clara del candidato priista al mini-gobierno de Veracruz.
Pepe Yunes se hizo a un lado para esperar el 2018, pero él mismo ha admitido que si la instrucción le llega desde Los Pinos, tendría que reincorporarse: “Quiero ver quién es el guapo que le dice ‘No’ al Presidente”, expresó en algún momento.
Héctor Yunes, muy pendiente de lo que se lee en los medios, ha decidido inventarse un debate con su primo hermano, Miguel Ángel Yunes Linares, con el fin de demostrar que sí es capaz de confrontarlo, lo que no ha hecho en los últimos 11 años.
Alberto Silva mientras tanto, maniatado por su cargo como dirigente estatal del PRI, luce como león enjaulado, en espera de que se emita la convocatoria y pueda soltar amarras.
Mientras estos temas se resuelven, los perredistas están terminando de deshojar la margarita para decidir si apoyarán a Miguel Ángel Yunes Linares como su candidato a la gubernatura de Veracruz.
Bien lo dijo el Director Editorial del periódico Excélsior, Pascal Beltrán del Río:
“La antinatura política que practica la oposición no es tanto formar alianzas entre partidos de ideologías distintas, sino hacerlas para postular a expriistas. A la oposición le ha ocurrido algo similar que a los equipos del futbol mexicano: resulta más práctico naturalizar jugadores extranjeros que apostar por los que surgen de la cantera. Por eso, las filas opositoras están llenas de priistas oposicionalizados. El problema es que el PRI ha aprendido a evitar la división en sus propias filas y se ha vuelto muy hábil en propiciarla entre los rivales”.
Veracruz es muestra de ello.
*Este texto es responsabilidad absoluta del autor.