Ruperto Vázquez Ovando/Opinión en línea
En Veracruz, los principales actores políticos tienen claro cuáles son las filias del columnista del periódico El Universal, Salvador García Soto. Se le conoce como portavoz de Manlio Fabio Beltrones y, por lo tanto, defensor de las causas de éste o de quienes forman parte de su cercano grupo de amistades.
Es con esos antecedentes como se entiende que apenas la semana pasada haya inventado (y hay decenas de testigos) que el dirigente nacional del PRI acudió al rancho San Julián a “hablarles fuerte” y a pedirles a los priistas veracruzanos que “se dejen de grillas, ataques y pleitos entre ellos”.
Este lunes el analista de El Universal dedicó la parte principal de su artículo a desmentir las palabras del Gobernador Javier Duarte, quien confesó a varios periodistas –incluido el que esto escribe- que había recibido del Presidente Enrique Peña Nieto la confianza y responsabilidad de designar al candidato priista para sucederlo en el 2016.
La transferencia al mandatario estatal de esta facultad meta-constitucional del Presidente, se habría dado, según la versión de Javier Duarte, justo momentos antes de que Enrique Peña Nieto abordara el avión presidencial, para retornar a la capital del país.
Al momento de la charla no había nadie más, ninguna persona, cerca del Presidente y del Gobernador. No hay, pues, posibilidades de que otros testigos, que no sean ellos dos, desmientan lo dicho por el Gobernador Javier Duarte a los periodistas ahí reunidos. El único que podría hacerlo sería el propio Presidente.
Se puede cuestionar –como ya lo han hecho algunos- la pertinencia o no de revelar lo dicho por el Presidente en calidad de confidencia, pero de ahí a negar o descalificar lo dicho por el mandatario estatal, sólo podrán hacerlo quienes hayan escuchado el desmentido de voz del propio Enrique Peña Nieto.
Y no ha sido así.
En realidad la primera versión que se tuvo de esta charla, fue la publicada por el Director del Diario de Xalapa, Víctor Murguía, quien en su columna Glosario del Momento del 27 de noviembre narra:
“En la escalinata del avión presidencial, a punto de partir el mandatario nacional, Javier Duarte le manifestó:
– Sea o no mi amigo, vamos a ir, si usted así lo dispone Señor Presidente, con la carta más fuerte.
Tras escucharlo Peña Nieto respondió:
– Tienes toda mi confianza Javier, hasta ahora nunca me has quedado mal, pero ésta es tu decisión más importante, no puedes equivocarte”.
García Soto atribuye a “una fuente de la Presidencia” el desmentido, al aclararle que Peña Nieto “sólo lo responsabiliza (a Javier Duarte) del proceso para garantizar el triunfo, pero no de ser él quien elija al candidato”.
La disyuntiva del columnista está entre creerle a esa “fuente” o a uno de los actores del diálogo.
Este no es el primer intento por descalificar las palabras de Javier Duarte, en gran medida porque sienten que le mete ruido innecesario al proceso de selección de candidato.
Apenas la semana pasada el senador José Yunes Zorrilla salió a dar su versión, y en entrevista con el noticiero de la XEU, en el puerto de Veracruz, dijo que “no es Duarte quien tiene la última palabra”, aunque admitió que sí representa la expresión política al interior del PRI mayoritaria y con más influencia en la entidad y de agentes relevantes dentro del partido.
Yo lo escuché de uno de los dos interlocutores. Lo mismo escucharon los otros 15 periodistas ahí reunidos.
¿Alguien ha escuchado una versión contraria por parte de Enrique Peña Nieto?