Raúl López Gómez/Cosmovisión
* No se la crean
– ¡Socorro, el lobo! ¡Que viene el lobo! ¡Qué se va a devorar todas mis ovejas! ¡Auxilio!
Pero sus gritos han sido en vano. Ya era bastante tarde para convencer a los aldeanos de que lo que decía era verdad. Los aldeanos, habiendo aprendido de las mentiras del pastor, esta vez hicieron oídos sordos. ¿Y lo qué ocurrió? Pues que el pastor vio como el lobo se abalanzaba sobre sus ovejas, mientras él intentaba pedir auxilio, una y otra vez:
– ¡Socorro, el lobo! ¡El lobo!
El anterior es un fragmento del cuento infantil “Pedro y el lobo”, que se apega mucho a lo que está sucediendo en Veracruz, con el tema de la sucesión.
Un día sí y otro también se habla y se escribe que “ya está el destape”, o que “el bueno es fulano”. Más aún: que “sólo quedamos dos”, o que “mengano es el delfín del Gobernador”.
Los más formales suelen referirse a “fuentes bien informadas de la capital del país”, o rebelan datos que les habrían sido filtrados por “gente muy cercana al comité nacional del PRI”. Otros, más voladores, se refieren “información surgida desde Los Pinos”, casi queriendo dar a entender que hablaron directamente con Enrique Peña Nieto.
Nada es cierto. El tema de la sucesión en Veracruz aún no se define, y si el Presidente decide enviar alguna “señal”, lo estarían haciendo en el acto conmemorativo de la promulgación de la Ley Agraria, el 6 de enero.
Con una salvedad. Si destapa ese día al candidato de Veracruz, significará que no es ninguno de los senadores.
¿La razón? Fue en ese mismo acto, en 2014, cuando los dos representantes del PRI veracruzano en la Cámara Alta abandonaron el recinto sin esperar al Jefe de la Nación, en su afán de hacer evidentes sus diferencias con Javier Duarte.
No sonaría lógico que en el mismo evento se le premiara a alguno de ellos perfilándolo para la gubernatura de dos años.
Un funcionario del gobierno federal, bien enterado de lo que sucede en Veracruz advirtió que son 12 las gubernaturas que habrán de definirse en el 2016, por lo que no se puede considerar de manera aislada el relevo en Veracruz.
Adelantar el destape en esta entidad provocaría que los grupos políticos de las otras once entidades (Aguascalientes, Zacatecas, Sinaloa, Tlaxcala, Puebla, Hidalgo, Oaxaca, Quintana Roo, Tamaulipas, Chihuahua y Durango) presionaran al centro para que también se definieran.
Un posible escenario –según el funcionario federal- sería que en la segunda quincena de diciembre, durante varios días el Presidente Peña Nieto se reuniera con su más cercano círculo de colaboradores. A saber, Luis Videgaray, Miguel Osorio, Aurelio Nuño, Francisco Guzmán, Manlio Fabio Beltrones, Emilio Gamboa y César Camacho, para revisar, caso por caso, la sucesión en cada una de las 12 entidades.
Al tocar el tema de Veracruz, sin lugar a dudas saldrán los nombres de José Yunes y Héctor Yunes, pues en las encuestas de cada uno de los ahí presentes, aparecerán como los punteros. Quizá haya quien empuje un tercer nombre, el de alguien cercano al Gobernador Javier Duarte.
Una vez que se cuente con la opinión de todos los presentes, Enrique Peñas Nieto llamaría al Gobernador de Veracruz para presentarle dos o tres opciones para la candidatura, con el fin de que éste elija al que mejor le parezca.
Una vez cubierto ese trance, se echaría a andar la maquinaria política del PRI. El elegido sería llamado a Los Pinos y los demás a Bucareli. La encomienda sería “convencer” a todos para que se sumen al proyecto del candidato. Habría amarres, compromisos, acuerdos avalados por la Federación, para que nadie se salga del redil.
Así funciona la ortodoxia tricolor.
Si alguno de los competidores, o varios de ellos, decidieran romper los acuerdos y buscar “por la libre” la gubernatura, entonces desde la Presidencia se tomarían las medidas necesarias para asegurar la victoria en Veracruz. A cualquier costo.
Mucho habrá de decirse en las próximas semanas. Que si ya viene el lobo, que si se está comiendo a las ovejas.
No hagamos caso.
Cuando se vaya a dar, lo sabremos sin la menor duda.