Gabriel García-Márquez/Sentido común
«Pórtense bien»
Bien dicen que «cuando el gato sale los ratones hacen fiesta». Sólo así se explica que todo se descomponga en Veracruz, en cuanto su Gobernador se toma unos días de descanso.
Nadie lo ha admitido oficialmente, pero tampoco han salido a desmentir las versiones de que, cuando se registró el homicidio múltiple en la colonia Narvarte de la ciudad de México (en el que murieron dos personas que con anterioridad se habían quejado del acoso y las amenazas que sufrían por parte del Gobierno de Veracruz) Javier Duarte estaba de vacaciones por España.
Tampoco se ha mencionado públicamente, pero hay versiones que señalan que cuando se le informó al mandatario veracruzano de los hechos, éste le dio poca importancia, porque «todo pasó en el DF, es bronca de Mancera».
Demasiado tarde habría descubierto Javier Duarte que, así hubiera sucedido en la devaluada China, la muerte de Rubén Espinosa y de Nadia Vera le estallaría forzosamente en las manos.
Como pudo, a los empujones, a base de «tuitazos», reconfortado por el calor de los priistas más leales, Javier Duarte iba saliendo poco a poco, lentamente, de la crisis en que lo metieron sus desatinadas palabras («pórtense bien») y el vacío de poder que generó su ausencia, cuando se le vino encima otra gigantesca roca.
La madrugada de este jueves, un comando de cinco pistoleros irrumpió en el bar «La Taberna», de Orizaba y disparó contra un grupo de personas que se encontraban departiendo en una mesa. Una de las víctimas de esta ejecución, fue el periodista Juan Heriberto Santos Cabrera, quien hasta hace apenas unas semanas trabajaba como corresponsal de Televisa.
¿Un ataque más a la libertad de expresión?
¿Otro capítulo de la intolerancia oficial contra el gremio?
Vayamos despacio.
Al momento del tiroteo, el periodista Santos Cabrera departía con un sujeto identificado como José Márquez Balderas, alias «El Chichi», presunto jefe de plaza de Los Zetas en Orizaba, quien también cayó abatido por las balas de los sicarios.
En el mismo bar, conviviendo con las mismas personas, estaban presentes dos reporteros de la fuente policiaca del periódico El Buen Tono, de Córdoba. Se les identificó como Guillermo Benjamín Ramos Trujillo y Enrique Antonio Rivas Corona.
El dueño del periódico El Buen Tono, José Abella, subió a redes sociales su postura sobre este caso: No se hagan bolas! «esos reporteros»… no creo que hayan estado hablando de «periodismo», sentados con el jefe de los zetas al que también asesinaron! los dos de El Buen Tono que estaban ahí sentados deben ser cesados de la empresa!
A diferencia de la tardía reacción tras el homicidio múltiple en la ciudad de México, en esta ocasión la postura de las autoridades estatales fue inmediata, oportuna, con información clara y contundente sobre los hechos ocurridos en Orizaba.
A pesar de ello, no habrá forma de evitar que esto le meta ruido a la administración de Javier Duarte. Para las estadísticas, este es otro periodista muerto de forma violenta en Veracruz durante su gobierno.
No importa que Juan Heriberto Santos Cabrera haya incurrido en la imprudencia de reunirse en un lugar público con el cabecilla de una banda criminal.
Hoy tampoco parece importar que las autoridades del Distrito Federal hayan informado que en los exámenes forenses, el fotógrafo Rubén Espinosa dio positivo para cocaína y marihuana, mientras que la activista Nadia Vera, dio positivo para marihuana.
Lo que importa es que la teoría de la confabulación oficial para torturarlos y matarlos… «vende más».