Carlos Ramírez/Indicador político
Los obstáculos de Duarte
Que Veracruz pasa por un severo bache financiero, para nadie es un secreto.
Los únicos que se resisten a admitirlo son los representantes del gobierno estatal.
Los senadores priistas, declarados aspirantes a suceder a Javier Duarte, lo han señalado, sin el menor rubor.
Que Veracruz tiene conflictos de gobernabilidad, también es sabido.
Esta misma semana Héctor Yunes Landa criticó que la administración estatal haya adquirido más deuda, y advirtió que el gobierno de Veracruz “tiene un terrible problema financiero”.
Recordó que en sus tiempos como diputado local, se opuso al esquema de bursatilización promovido por Fidel Herrera, pero operado por quien estaba a cargo de la Secretaría de Finanzas en aquel entonces, casualmente Javier Duarte.
Apenas el mes pasado el otro senador priista, José Yunes Zorrilla, afirmó que existe en Veracruz un déficit estructural mensual de cerca de 800 millones de pesos, lo que –dijo- “representa un grave desequilibrio financiero para el estado”.
Dijo que eso significa una presión mensual en el sistema pensionario de alrededor de 160 millones de pesos; que hay un desajuste en los recursos destinados a educación y que existe un desequilibrio por la magnitud del servicio de deuda que tiene que encararse con gasto corriente.
No es, pues, una fantasía más de los detractores de Javier Duarte.
No hay muestras más palpables que las movilizaciones de protesta de los pensionados que no reciben su pago a tiempo, de los alcaldes, a los que les retienen sus participaciones federales, de los empleados de la Universidad Veracruzana, que sufren también por el retraso en el pago de sus prestaciones, y de los becarios, y de los burócratas, y de los proveedores, y de los contratistas, y de los medios de comunicación, y de los empleados de confianza.
En fin. De todos los que tienen acuerdos financieros con el gobierno estatal.
Pero hay otros estados que han estado en peores condiciones financieras que Veracruz, y han logrado salir adelante. Coahuila es un ejemplo claro, luego del conocido “moreirazo”.
¿Por qué Veracruz no puede resolver esos temas?
Porque no ha encontrado en la Federación la disposición, la voluntad política para “sacar al buey de la barranca”.
Mucho se habla de la relación que existe entre el Presidente Enrique Peña Nieto y el Gobernador de Veracruz, Javier Duarte.
Los detractores aseguran que el mexiquense “no puede ver” al mandatario veracruzano. Que cada vez que recibe una noticia de esta entidad, se pone de mal humor.
Otros, sin embargo, afirman que hay “una gran empatía”. Que Peña Nieto y Duarte han coincidido en temas torales para el país y el Presidente se siente respaldado desde Veracruz. Ponen como ejemplo de esta buena relación, el que Javier Duarte haya conseguido el visto bueno del Presidente para concretar la reforma electoral que plantea un gobierno de transición, de dos años.
Sin embargo, los problemas de Veracruz no pasan por el escritorio de Enrique Peña Nieto. Esos problemas –y sus soluciones- se estacionan en las dos principales oficinas del gabinete federal, la de Miguel Ángel Osorio Chong (Gobernación) y la de Luis Videgaray (Hacienda).
El secretario de Gobernación tiene a su compinche en Veracruz: Miguel Ángel Yunes Linares, el priista vestido de azul que le ayudó a derrocar a Elba Esther Gordillo y también le dio los argumentos que necesitaba para recuperar el control del Pacto por México, que ya se operaba desde la Secretaría de Hacienda.
Para su propio proyecto sucesorio, Miguel Ángel Osorio le apuesta en Veracruz al respaldo de Yunes Linares, aunque tenga que pasar por encima de Javier Duarte.
Luis Videgaray, por su parte, tiene su propuesta para Veracruz. Se llama José Yunes Zorrilla y parte de la estrategia para impulsar a su aliado es agudizar la crisis financiera de la entidad, restringiendo al máximo (dentro de lo permitido) el flujo de recursos a la actual administración estatal.
Así, cuando se tengan que tomar decisiones respecto al futuro de esta entidad, la salida más lógica sería la búsqueda de un personaje que tenga el remedio para la crisis financiera, y ese sería el actual Presidente de la Comisión de Hacienda del Senado.
Los problemas financieros y de gobernabilidad en Veracruz son reales, no son inventados, pero hay quienes se encargan de agudizarlos.
¿La solución?
Que se defina desde ahora la sucesión en la entidad. Que se concreten acuerdos con los que aspiran, y que juntos trabajen en el rescate de esta nave, para ganar las elecciones del 16, 17 y 18.
Retrasar la decisión sería prolongar la agonía.