Elección presidencial cerrada en EU; de México solo referencias a la violencia
* Campañas: Las nuevas reglas
Filiberto Vargas Rodríguez
Estas no serán campañas como las de antes. Hoy los candidatos dedican gran parte de su tiempo en revisar que cada paso que den, cada decisión que tomen, cada palabra que digan, cada centavo que gasten, pues tienen claro que esos rubros serán revisados con lupa por el Instituto Nacional Electoral (INE).
Un logro, sin duda, del nuevo árbitro electoral, que da certidumbre a la sociedad de que se vigilarán las campañas políticas para procurar que exista equidad en la contienda y que se respete la Ley.
En otras campañas de este tipo, anteriormente, a estas alturas ya las ciudades estarían tapizadas de propaganda de cada candidato. Hoy se miden, pues saben que hay alguien contando, uno por uno, cada elemento utilizado para hacer proselitismo, están revisando sus costos y le están dando seguimiento puntual a los gastos de campaña.
Hoy lo que se privilegia es el contacto personal con la gente, los largos recorridos para invitar a la población, casa por casa, a apoyarlos con su voto. Hoy no pueden regalar despensas, o material para construcción, o dinero en efectivo; hoy deben medir lo que gastan en playeras, gorras y otros artículos de los que se obsequian. Ahora el estrado se utiliza en una comunidad, se levanta con cuidado y se aprovecha para otros eventos.
Hoy todos los materiales deben ser biodegradables, hoy hay que registrar al equipo de campaña, lo vehículos de campaña, los inmuebles de campaña, para que sean considerados en los topes de gasto.
Hoy todos los candidatos, ¡todos!, sin importar las siglas que representen, deben cargar la pesada loza del desprestigio de los partidos políticos. Hoy los candidatos deben venderle a la sociedad su propia imagen, su trayectoria, su voluntad de hacer bien las cosas. Los ciudadanos votarán por la persona que los convenza de que quiere hacer bien las cosas, de que realmente quiere ayudar a sus comunidades.
En esta elección quedarán exhibidos muchos falsos dirigentes, esos que presumen que le aportan a cada candidato “miles de votos”, y que en realidad no consiguen influir ni siquiera en el sufragio de sus familiares más cercanos. Son los que venden ilusiones, los que prometen que “arrasarán” a los contrarios, pero que en realidad lo púnico que buscan es lucrar con el desconocimiento de los candidatos.
Este domingo los candidatos salieron a buscar a la gente para invitarla a votar, y con lo que se encontraron fue con turistas, que ni viven, ni votan en su Distrito. En su afán por recortar tiempos y optimizar recursos, el INE no tomó en cuenta de que programó el inicio de las campañas justo en la Semana Santa, un factor más de los que incidirán para que esta elección sea una de las de menor participación en la historia democrática de México.
Las tendencias, en la entidad veracruzana, siguen favoreciendo a la coalición PRI-PVEM. Muchos no lo creen, pues tienen frescas en su memoria las manifestaciones de repudio, de reclamo o de rechazo contra el Presidente Enrique Peña Nieto y contra los gobernadores emanados del tricolor. Lo que no han considerado es que, al menos en Veracruz, la oposición está aún más perdida, con el desprestigio de su proclividad a servir al grupo en el poder, fortalecido por la nominación de candidatos de caricatura, sin perfil, sin experiencia, sin penetración en la sociedad.
Obligados por las circunstancias, y salvo un par de deshonrosas excepciones, hoy los candidatos harán las campañas más austeras de que se tenga memoria. ¿Las razones? Por un lado la estrecha vigilancia del INE, y por otro, lo más evidente: que no tienen dinero y que los apoyos no llegarán, como si llegaron en otros procesos.
Hoy todos, candidatos, políticos, servidores públicos y la sociedad en general, nos debemos acostumbrar a las nuevas reglas.
Lo que hoy nos parece novedoso, se repetirá en las elecciones locales el 2016. Sí, en esa en la que se elegirá a una persona para que nos gobierne sólo dos años.
Las reglas de la democracia tenían que cambiar, tenemos que adaptarnos a ello.