Víctor Sánchez Baños/Poder y dinero
El juego de las encuestas
Con el pretexto de que las encuestas son “fotografías instantáneas” de cada momento político, analistas y medios de comunicación se han lanzado alegremente a saturar sus espacios con pronósticos o sondeos de opinión en los que encumbran o sepultan a cada candidato, según se haya portado con ellos los últimos dos meses.
Las campañas ya concluyeron. Los candidatos y sus equipos trabajan ahora en el diseño de la estrategia para “defender el voto” el próximo domingo, aunque tal eufemismo lo que en realidad significa es que buscarán la forma de movilizar al mayor número de potenciales votantes a favor, y tratarán de frenar “de cualquier forma” los operativos que con los mismos objetivos realizan sus contrincantes.
Las campañas acabaron y ahora viene lo bueno. Toca el turno a los “mapaches”, esos personajes a los que se ha bautizado como “operadores electorales” y que se alquilan al mejor postor, presumiendo su costal de mañas y trucos para conseguir que en las urnas se magnifique el voto a favor del cliente.
El tema de las supuestas encuestas o estudios de opinión es realmente importante. Los que se dedican a esto entienden que muchas elecciones se definen por el voto de los “indecisos”, esos ciudadanos que llegan a la urna sin tener claro por quién van a votar. Saben que este sector en lo particular termina definiendo su voto a partir de la percepción. Votan por quien ellos “creen” que va a ganar, no por quien ellos quieran que gane. Así pues, para obtener esos votos lo importante es generar la percepción de que determinado candidato lleva la delantera.
El párrafo segundo del Artículo 213 de la Ley General de Instituciones y Procedimientos Electorales advierte que “durante los tres días previos a la elección y hasta la hora de cierre de las casillas, queda estrictamente prohibido publicar, difundir o dar a conocer por cualquier medio de comunicación, los resultados de las encuestas o sondeos de opinión, que tengan como fin dar a conocer las preferencias electorales”.
Sin embargo, los medios de comunicación han encontrado algunos resquicios en la Ley para evadir tal responsabilidad, pues argumentan que más que difundir dichas tendencias, lo que hacen es analizarlas, lo que se enmarca en el derecho ciudadano a la libre expresión.
Es tal la lluvia de cifras sobre las tendencias electorales, que muchas de ellas lucen diametralmente opuestas, o dejan la impresión de que se están gestando verdaderos milagros electorales.
Es el caso de Xalapa Urbano, Distrito en el que, desde el inicio de las campañas, la candidata del PRI-PVEM, Elizabeth Morales lucía como amplia favorita. A la mitad de la campaña, las encuestas anotaban que la distancia que sacaba a sus contrincantes había aumentado y, de pronto, sin explicación alguna, aparecen sondeos en los que la ubican en un “empate técnico” con el candidato del PAN, Ulises Chama, o en otros brinca a la primera posición el candidato de la coalición PRD-PT, el siempre simpático Magno Garcimarrero.
Sobre Xalapa Rural hay quienes insisten en que existe una carrera parejera entre Adolfo Mota (PRI-PVEM) y Constantino Aguilar (PRD), mientras otros colocan como “el rival a vencer” al abanderado del PAN, Adrián Vázquez.
Así, hay casas encuestadoras que le dan a la coalición PRI-PVEM el triunfo en al menos 15 Distritos, mientras que otras hablan de una “estrepitosa derrota” de los abanderados de esa alianza, en al menos 11 de los 21 Distritos de Veracruz.
Está claro que las encuestas son instrumentos de control interno para los candidatos. Se trata de mediciones que les indican dónde están fallando y cuáles son las acciones que mejor les han funcionado, para poner especial acento en ellas. Cuando esas mismas encuestas se filtran a los medios de comunicación, se convierten en una herramienta más de propaganda, por lo que pierden su sentido práctico para los operadores.
Son cada vez más frecuentes los casos de candidatos que llegan al día de la elección con cifras que marcan su amplia ventaja, pero al momento de conseguir que los ciudadanos reflejen esa simpatía en las urnas, terminan fracasando.
Esperemos, entonces, la encuesta real, el próximo domingo, en la que los ciudadanos deciden quién los debe representar.
Todo lo demás es como los Pronósticos Deportivos: Puro azar.