Jorge Robledo/Descomplicado
La puñalada trapera
«El rey ha muerto, viva el rey».
Expresión que fue utilizada en las monarquías europeas.
En Francia («le roi est mort, vive le roi») se escuchó en el siglo XV, en la sucesión de Carlos VI. En Inglaterra («the King is dead, long live the King») en el siglo XIII, con la caída de Enrique III.
La expresión se convirtió en parte del protocolo monárquico, pues tras el deceso de un rey, un emisario de alta investidura acudía a cada pueblo a hacer el anuncio ante la comunidad.
En Veracruz, en la política actual, hay quienes se están apresurando a pronunciar esa proclama, aunque el gobernante se empeñe en mantenerse en el trono hasta el 30 de noviembre.
En la cada vez más severa crisis política que padece Javier Duarte, alguien de todas sus confianzas le ha fallado.
Se trata de un siniestro personaje que debe su actual posición al impulso y patrocinio del Gobernador de Veracruz, pero que hoy está más preocupado por hacer los amarres pertinentes con quienes pudieran sucederlo. Sin importar que lleven el apellido Yunes, sin importar si son rojos o azules.
En la capital del país ya tenían una idea de la pérdida del control político en la entidad por parte de Javier Duarte, pero lo pudieron confirmar en el Congreso federal, luego de que diputados del PAN y del PRD presentaron en forma conjunta una solicitud de juicio político contra el mandatario veracruzano.
Nadie, ninguno de los legisladores priistas de Veracruz (la segunda bancada tricolor por el número de sus integrantes) levantó la voz para defenderlo.
¿Ingratitud? ¿Miedo? ¿Egoísmo? ¿Desinterés?
Quizá un poco de todo eso. Lo cierto es que los legisladores se dicen maltratados por el mandatario veracruzano y, salvo que los «aprieten» para empujar alguna propuesta del Gobierno, ellos se hacen de la vista gorda y dejan pasar todo.
¿A quién le correspondía defenderlo?
Lo obvio es que esa tarea le toca al coordinador de los diputados veracruzanos emanados del PRI, esto es, a Érick Lagos Hernández, quien -además- es secretario de la Comisión de Gobernación, de donde surgirá (lo mismo que de la de Justicia) la Subcomisión de Examen Previo, instancia en la que los diputados discutirán si procede o no el juicio político en contra de Javier Duarte.
Érick Lagos calló. Él sabe que en política hay tiempos de sumarse… y tiempos de sumirse. Él optó por hacerse chiquito. Nada dijo, nada operó. No defendió a su jefe político, pues él hoy está más interesado en el acercarse al que habrá de ser su jefe a partir del primero de diciembre.
Javier Duarte no debe darse por sorprendido o traicionado. Lo conoce muy bien. Sabe que así es él, que esa es su naturaleza.
Consultados algunos de los legisladores federales del PRI que tienen que ver con el análisis de la solicitud de juicio político, advierten que no tienen «línea» para defender al gobernador veracruzano, que habrán de revisar la propuesta y procederán en consecuencia.
Lo resumen así: «Si para que el PRI gane en Veracruz se necesita que caiga la cabeza de Duarte, ni modo: caerá».
La expresión del coordinador de los diputados priistas, César Camacho, no pudo ser más contundente: «El que la hace, la paga», casualmente un slogan que muchas veces utilizó el propio Javier Duarte cuando presumía de presentar un combate frontal a la impunidad.
Hoy se la están aplicando y nadie -¡absolutamente nadie!- está dispuesto a defenderlo.
En la política, como en la vida misma, los heridos que dejes durante tu ascenso, te los habrás de encontrar cuando vayas bajando.
Decía Alfonso X, El Sabio, Rey de Castilla y León: «Los que dejan al rey errar a sabiendas, merecen pena como traidores».
*Este texto es reponsabilidad absoluta del autor.