
Raúl López Gómez/Cosmovisión
La foto de hoy
Comenta el periódico Reforma, en su columna Templo Mayor, que en la dirigencia nacional del PRI existe preocupación porque en Veracruz el Gobernador Javier Duarte “no sólo trae el pleito con la oposición, sino también con los propios gallos del priismo”.
Ahí mismo le agregan, como factores que incidirían en contra del PRI en las elecciones del próximo año, “la inseguridad y el mal manejo financiero”.
Parece, sin embargo, que esa misma preocupación no la tienen en Los Pinos, donde se escucha que ya está en camino la sucesión veracruzana… de la mano de Javier Duarte y su estructura electoral.
Así fue acordado en la reciente visita del Presidente Enrique Peña Nieto a Xalapa, cuando –además- el Jefe de la Nación dejó en manos de su enlace para la zona sur-sureste, Aurelio Nuño, y del propio Javier Duarte, el relevo de Gobernador.
“Ya le dije a Javier que voy a regresar a tu primer informe de gobierno”, habría sido el comentario de Aurelio Nuño para su amigo Alberto Silva, al momento de saludarse en el Velódromo de Xalapa, durante el evento con el que conmemoró Javier Duarte su quinto año al frente del Poder Ejecutivo en Veracruz.
Días antes se había producido una charla, vía smartphone, entre Duarte y Silva. “Hoy ha sido uno de los días más importantes de mi carrera política”, le habría comentado el mandatario estatal al dirigente del PRI. “Ya la pelota está en nuestra cancha. Hoy también debe ser el día más importante de TU carrera política”, remató.
Muchas dudas quedaron despejadas.
Así como hace algunos meses se hablaba de que los dos senadores veracruzanos del PRI se estarían poniendo de acuerdo para “repartirse” ocho años de gobierno, hoy lo que se percibe es que quienes están en la disputa de esas posiciones son Alberto Silva y José Yunes, con perfiles muy claros respecto a la ubicación de cada uno de ellos. Silva la de dos, y Pepe la de seis.
Queda pendiente (y nadie lo ha podido responder a cabalidad) lo que sucederá con Héctor Yunes y su fuerte estructura política en la entidad.
Con un perfil más bajo, pero manteniendo su discurso de que va arriba en las encuestas y de que en Veracruz “sólo hay de dos sopas”, Héctor Yunes Landa sigue recorriendo la entidad. Ahora se inventó reuniones distritales de su agrupación política “Alianza Generacional” y en cada punto en el que se presenta anuncia su inminente llegada a la gubernatura de Veracruz.
En el más alto círculo de poder del priismo, en Los Pinos, alguien habría preguntado: “Y a todo esto, ¿quién le pone el cascabel al gato?”.
Sin pensarlo, en forma unánime, todos voltearon a ver a Manlio Fabio Beltrones.
Coincidente con lo publicado este miércoles en el periódico Reforma, entre los críticos del gobierno de Javier Duarte y de todo lo que huela a Fidelidad (pero principalmente entre los panistas cercanos a Miguel Ángel Yunes Linares) se escucha con frecuencia que existe beneplácito ante la insistencia de Javier Duarte de subir a la contienda por la sucesión a uno de sus más cercanos colaboradores.
“Déjenlo que imponga al Cisne. Con eso le está abriendo el camino al PAN”, sugieren.
Son de corta memoria.
Lo mismo pensaron en el 2009. En la carrera por la Diputación Federal, en el Distrito de Córdoba, los panistas pusieron al candidato más absurdo (el futbolista Carlos Hermosillo, nativo del norteño municipio de Cerro Azul) contra Javier Duarte, con el ánimo de que el priista, ya evidenciado como “delfín” de Fidel Herrera, no tuviera obstáculos para alcanzar la candidatura, porque en sus cálculos era “el rival más débil”.
Al final, ese rival supuestamente débil derrotó a Miguel Ángel Yunes Linares, por un margen más amplio que el que obtuvo el propio Fidel Herrera contra el panista Gerardo Buganza.
Mucha agua ha de correr aún bajo el puente, pero ese es el matiz que hoy se vislumbra en el entramado tricolor.