¿A quién corresponde defender?
¿Está Héctor de vuelta?
Acaso fue el 17 de enero pasado la última vez que el senador Héctor Yunes Landa se mostró crítico, severamente crítico, contra el actual grupo priista en el poder.
En ocasión –en aquel entonces– de la comida regional de su agrupación Alianza Generacional en el puerto de Veracruz, calificó de “barbarie regresiva” la gubernatura de dos años que ha iniciativa del gobernador Javier Duarte había aprobado el Congreso local.
Dijo que en dos años poco se podía hacer “para sacar a Veracruz de la sala de terapia intensiva en la que nos tienen”.
Manifestaba entonces que “la definición que desde ahora debemos todos asumir es la de cerrar el paso a quienes ven a Veracruz como un botín político, pero sobre todo económico”.
Se quejaba. Manifestaba que luego de hacer pública la situación por la que atravesaba el estado, se le tildaba de traidor.
Pero decía que la lealtad se la debía a los veracruzanos, “por tanto, traicionar a Veracruz sería consentir su saqueo, tolerar el acuerdo de pasillo, que la improvisación sea el sustento de la política, y que obcecados del poder pretenden perpetuarse prendidos de la ubre de un Gobierno descalcificado por la succión extrema a la que lo han sometido”.
Lamentaba que en Veracruz se hubiera “alcanzado un déficit de confianza, y un superávit en materia de corrupción”.
“En pocos años –decía– han surgido un número impresionante de nuevas familias de pobres y un puñado de nuevos ricos ligados al Gobierno del Estado”.
Pero esa enjundia crítica se la acabó pocos días después cuando en febrero aceptó reunirse con el gobernador Duarte de Ochoa en la Casa Veracruz, en donde habría negociado impunidad a cambio de apoyo para lograr lo que en él es una obsesión: ser gobernador del estado, aunque él niega que haya negociado algo.
Sin embargo, a partir de entonces plegó banderas y aquella actitud crítica y de señalamiento se acabó. Atrás dejó aquel desdén a Duarte cuando el 6 de enero, junto con el senador José Francisco Yunes Zorrilla, abandonó el acto agrario en Boca del Río como señal de protesta y rechazo por la presencia del gobernador.
Su cambio de actitud se hizo totalmente evidente cuando en marzo ya no abandonó un acto priista en Xalapa no obstante la presencia de Duarte, cosa que sí hizo Pepe Yunes, quien se ha mantenido congruente en su postura de rebeldía y no ha cedido un ápice sino que por el contrario ha endurecido cada vez más su postura.
En los mentideros políticos hoy nadie duda de que Héctor es el candidato del gobernador a sucederlo, ya no abandona los actos a los que asiste el cordobés, e incluso recientemente volaron juntos a un acto en Cancún, tal es su romance político.
Por eso extrañó que ayer, así haya sido con generalidades, Yunes Landa dijo que todo aquellos exfuncionarios (no dijo “funcionarios”, o sea excluyó a los actuales) que sean encontrados con responsabilidad por el desvío de recursos de la Cuenta Pública 2013 tendrán que ser inhabilitados o incluso encarcelados.
“Quien se ha comido algo del plato ajeno primero tendrá que vomitar, es decir, que devuelva si algo destinó diferente o a su propio bolsillo. Tendrá que ser inhabilitado para que no vuelva a tener cargo de funcionario público y tendrá que ir a la cárcel y que su castigo sea ejemplar”.
En realidad, la bandera contra la corrupción en el estado la ha enarbolado en forma decisiva en forma directa, sin generalidades, el senador Yunes Zorrilla, lo que le ha ganado muchas simpatías ciudadanas que hacen que aventaje ya a su homólogo priista en la carrera por la sucesión.
A Yunes Landa le está pesando ya, y le podría pesar más, su cercanía con el grupo en el poder. Y más porque cesó aquel discurso contra la corrupción y la impunidad, con nombres y apellidos, como los había venido mencionando desde el año pasado. Pronto sabremos, no habrá de pasar mucho tiempo, cuánto, qué tanto.
¿Con el ánimo caído?
Los 2 mil 723 maestros veracruzanos que se hicieron acreedores a una medalla por sus años de servicio y su trayectoria todavía se preguntan qué pasó, por qué no –como se vino haciendo hasta años anteriores– el gobernador Javier Duarte de Ochoa se las entregó personalmente en el acto que para celebrar el Día del Maestro tuvo lugar el pasado 15 de mayo en el World Trade Center (WTC) de Boca del Río.
Ese día se rompió una tradición que venía desde tiempos inmemoriales en la historia de la educación en Veracruz: que el gobernador en turno galardonara uno a uno a los docentes, en ceremonias vistosas, alegres, que llegaron a durar, en muchos casos, hasta cinco horas o más, ya fuera que se celebraran en el Teatro del Estado o en la explanada de la Escuela Normal Veracruzana “Enrique C. Rébsamen” en Xalapa, o en el mismo WTC de Boca del Río.
Esa fecha era de un verdadero encuentro entre maestros veracruzanos y el gobernador, un día muy especial para los docentes quienes con mucho tiempo se preparaban para su viaje a Xalapa o a Boca del Río para recibir su medalla, la Enrique C. Rébsamen, la Rafael Ramírez, la Carlos A. Carrillo, o la Ignacio Manuel Altamirano; una ceremonia en la que se les fotografiaba recibiendo de manos del propio Ejecutivo su presea, foto que serviría para presumir y adornar la sala de la casa, para dejarla como testimonio a los descendientes para que se sintieran orgullosos de la abuela, del abuelo, de la mamá, del papá, maestros que habían sido premiados por sus méritos en las aulas por el mismísimo Ejecutivo del estado.
Era una fecha de verdadera fiesta en la que entre ellos mismos se echaban porras a la hora de recibir su galardón, que aprovechaban para hacer recuerdos de su paso por las aulas de las escuelas normales donde estudiaron.
Este año, eso se acabó. A los premiados les sorprendió que cuando llegaron al WTC tuvieron que pasar a una mesa de registro y mediante una lista, sin mayor protocolo, les fueron entregando sus medallas, quedando sorprendidos muchos de sus familiares que ya llevaban el arreglo floral para entregárselos tan pronto recibieran sus preseas de manos del mandatario, porque eso esperaban.
La ceremonia se concretó, esta vez, a un desayuno, a un mensaje y a la rifa y entrega de premios –diez automóviles–, y nos vemos, cosa que cuando mucho duró hora y media.
Los mentores están, quedaron sentidos, según nos han expresado varios de ellos. Esperaban otra cosa. Querían sentirse distinguidos por la primera autoridad del estado. Ahora muchos se preguntan si es que el ánimo está ya tan caído que ni siquiera hubo humor para que los honrara personalmente como creen que se lo merecían y se lo merecen.
Extraña que eso haya ocurrido, además porque se supone que era necesario, que se necesitaba con urgencia el contacto directo con ese poderoso e influyente sector que es el de los maestros dada la cercanía de las elecciones y había que enamorarlos de la forma que fuera para que vayan a sufragar por los candidatos tricolores, pero, por lo que se vio, se dejó pasar esa gran oportunidad y a ver si no ahora los premiados desquitan el desdén que sintieron emitiendo un voto de castigo.
Aparte de los maestros, los más tristes son mis compañeros los fotógrafos comerciales de la zona conurbada Veracruz-Boca del Río, pues con las fotos de los docentes con el gober les dejaba para vivir una buena temporada. Ellos también se quejan.