Carlos Ramírez/Indicador político
Las medidas de austeridad de Alemán
En el sexenio del gobernador Miguel Alemán Velasco, la situación económica de la administración estatal no padecía una crisis como la que atraviesa el gobierno actual ni se vivía un entorno económico como el que golpea al país por la caída de los precios del petróleo, y sin embargo se tomaron medidas de austeridad que hoy sí se requieren verdaderamente.
En un hecho sin precedentes se decretó que se trabajaría en horario corrido de las 9 de la mañana a las 6 de la tarde con sólo una hora para comer y que a las 18 horas cesarían todas las actividades para ahorrar consumo de energía eléctrica por las noches en todas las dependencias, con excepción de las secretaría de Salud y Seguridad Pública.
El gran ejecutor de que se cumpliera tal ordenamiento fue el entonces Contralor General del Estado, un viejo conocido de los veracruzanos y actualmente de nuevo fiscal de los recursos públicos, Ricardo García Guzmán.
Se hacían cuentas: se evitaba el encendido de focos y lámparas, de aparatos de clima artificial o ventiladores, de computadoras, y el ahorro era cuantioso. También se apostó en las casetas de peaje personal de la Contraloría General del Estado los sábados y domingos para pedir oficios de comisión a todo aquel empleado o funcionario que hiciera uso de vehículos oficiales, pues luego los utilizaban para andar paseando con sus familias. Al infractor se le sancionaba, a veces hasta con despido.
Me tocó vivirlo desde adentro. Me inconformé porque también incluyeron en la medida a Prensa y en general a la Coordinación General de Comunicación Social, pues alegué que la información, la noticia no tiene horario y había que cubrirla a toda hora. Fui el primer funcionario al que se levantó acta por quedarme a trabajar después de las seis de la tarde.
Hoy veo que en el gobierno ya no saben qué hacer para ahorrar y obtener recursos para hacer frente a la crisis económica que viven y seguramente si fuera posible tratarían de sacar oro de las piedras. Pero Ricardo bien podría proponer que se revivieran aquellas medidas, que no afectarían a nadie y que los ayudarían en buena medida.
Algo que se tiene que aplaudir de lo que se está haciendo ahora es que, en el caso de la Secretaría de Educación de Veracruz, su titular Flavino Ríos Alvarado (fue secretario de Gobierno con el gobernador Alemán) ha acatado al pie de la letra, la instrucción del gobernador Javier Duarte de Ochoa y con toda decisión ha cesado, entre los aviadores que había en la dependencia, a diputados locales, presidentes municipales, síndicos y regidores.
Hasta ahora es sólo un rumor, pero, según, también en la Universidad Veracruzana estarían analizando la posibilidad de acabar con todos los comisionados que cobran, como una medida preventiva para hacer frente al negro panorama económico que se avizora para el país en general en lo que resta del año y en 2016 y que, se teme, afectará los programas sustantivos.
¿Adiós para siempre al mitin?
Por cierto, ya estamos en campañas para elegir nuevos diputados federales. Ayer nos pusimos a dos meses para ir a las urnas el próximo 7 de junio. Si algo pudiera definir los primeros tres días de proselitismo se diría que hasta ahora es mucho ruido y pocas nueces.
Normalmente siempre habla uno más de los candidatos del PRI porque al menos en Veracruz es el partido mayoritario, porque están en el poder, porque –se supone– eso les da más recursos de todo tipo y más ventajas, y porque han mantenido la hegemonía en las urnas.
Leo los boletines de prensa de los abanderados tricolores y veo las fotografías que envían y pareciera que su temprano peregrinar transcurre más entre penas que gloria: sus mensajes son huecos, no convencen a nadie y las gráficas (se supone que envían las mejores) casi los muestran solos, ellos y su alma.
Es de creerse que pese a que se dijo que el Gobierno (del estado, claro está) había hecho y guardado su cochinito para darles ahora que salieran a buscar el voto, andan muy escasos de recursos y, para empezar, eso los ha limitado a no celebrar más mítines como antaño con acarreados (con el consiguiente alquiler de camiones) que llevaban a todos los actos con lo que daban imagen de grandes concentraciones y gran simpatía.
Pero por lo que se ve, la crisis en las arcas estatales les pega –conozco a varios de los candidatos y son muy codos y nunca van a poner un solo quinto de su bolsa–, además de que las cada vez más estrictas reglas electorales les impiden regalar despensas, láminas y todo a lo que nos tenían acostumbrados, a lo que se suma la vigilancia ciudadana que ha hecho de su teléfono celular y de las redes sociales un arma contra todos los ilícitos que cometan, y de pilón cargan pesadamente el descontento y la desconfianza ciudadana por causa de sus gobernantes.
En el caso de los candidatos que fueron funcionarios, se veían más cuando estaban en el gobierno, por una razón muy simple: porque aprovechaban su cargo para en forma no tan disfrazadamente entregar recursos y apoyos oficiales en franca labor de proselitismo aunque con el pretexto de que eran acciones de gobierno. Pero ya afuera, no tienen ese pretexto y como fueron ellos los que malacostumbraron al electorado a ir a sus actos a cambio de algo, ahora que no tienen con qué muy pocos les responden.
No se sabe si van a ir de más a menos, lo que se ve difícil porque dinero no hay. El PRI no la tiene fácil, por más optimismo oficial que diga lo contrario.
La semana pasada estuve en Coatzacoalcos. Rafael García Bringas es muy buena persona pero muy mal candidato. No levanta. Le critican que haya sido priista, luego panista, de nuevo priista, que quiera saltar de la diputación local a la federal sin concluir su periodo, y que no haya cumplido con sus promesas de operar gratuitamente de la vista a muchas personas como prometió (es oftalmólogo).
Allá dan por hecho que pese a que desde el gobierno tratan de atomizar el voto alentando la participación de “opositores”, va a ganar Rocío Nahle García, de MORENA, ingeniera, articulista del Diario del Istmo, opositora al túnel sumergido en el río Coatzacoalcos, opositora a la venta por parte de Pemex de la industria petroquímica, férrea opositora también al despido de trabajadores de la paraestatal y con muchas relaciones en los círculos sociales del puerto.
Me sorprendió escuchar cómo priistas respetables se expresan muy bien de ella, no la ven mal y hasta simpatizan con su causa de no dejar cesantes a miles de trabajadores de Petróleos Mexicanos. No la conozco pero se advierte que tiene carisma al escuchar que también la quieren bien priistas que forman parte del llamado voto duro, de los de abajo.
Y en los Tuxtlas, igual, los propios priistas ven muy difícil la causa de Jorge Carvallo Delfín. Los operadores comentan que ellos le ponen ganas y que alcaldes y actores políticos les dicen que sí pero en las reuniones, y cuando salen de ellas continúan con su labor de zapa en contra.
Pero las campañas han comenzado apenas. Habrá que esperar unos días más para tener una mejor idea de lo que se puede esperar el 7 de junio. Pero los tricolores no la tienen fácil.