Carlos Ramírez/Indicador político
El Gobernador, ayer, larga jornada
Se está tratando de que sea lo más terso posible el cambio del secretario de Finanzas y Planeación, que se dará en cuestión de horas. Mauricio Audirac Murillo se va por necesidades del servicio, pero en medio del reconocimiento del gobernador Javier Duarte de Ochoa. Llegará un secretario con experiencia y mano firme –o dura– para hacer los ajustes presupuestales que requiere la crítica situación económica que se vive en el estado y en el país, en coordinación con la Secretaría de Hacienda y Crédito Público. En vía de mientras, de hecho desempeña ya las funciones Juan Manuel del Castillo, subsecretario del ramo, a quien por cierto ahora le dicen Juan Manuel del Castigo porque es quien está apretando a todas las dependencias para ahorrar los más posibles recursos que se pueda con el propósito de cumplir con todos los compromisos que tiene la administración estatal. El viernes hace una semana cerca de las 9:30 horas llegó al edificio de la Sefiplan el secretario particular del gobernador, Enrique Ampudia Mello, quien habló primero con Del Castillo durante un buen rato y luego del medio día salió acompañado por Audirac, quien, por cierto, iba sonriente. Todo está por consumarse ya.
Ayer el gobernador a su llegada a un desayuno en la casa particular del exsubsecretario de Gobierno Carlos Brito Gómez habló con un grupo de reporteros que ya lo esperaba. Negó que su administración esté quebrada y todo lo atribuyó a las medidas que ordenó para ajustar el gasto público. Para sorpresa de los académicos de la Universidad Veracruzana, desde ayer poco después del medio día se pagó a tiempo la primera quincena de marzo, aunque lo extraordinario radica en que esta vez el monto fue doble porque se cubrió el aumento pactado entre la casa de estudios y el Fesapauv en su última negociación salarial que evitó la huelga. “¡Escríbelo y dilo!”, me pidió al caer la tarde y entrar ya casi la noche al término de una comida en la Casa Veracruz, para ejemplificar que su gobierno no está quebrado.
El de ayer fue un Javier Duarte de Ochoa que no había visto yo en los cuatro años y tres meses que lleva como gobernador. Quiso que un pequeño grupo de columnistas desayunáramos con él con el pretexto de que el día de la comida de Brito por su cumpleaños, el pasado 20 de febrero, no pudo llegar. Con Brito lo recibieron Gonzalo Morgado Huesca, exdirigente estatal del PRI; Marcelo Montiel Montiel, delegado federal de la Sedesol; Armando Adriano Fabre, director general del IPE; el joven notario público Juan Manuel Brito; y el secretario de Finanzas del PRI estatal, Ulises Rodríguez Landa. Luego llegarían el presidente del CDE del PRI, Alfredo Ferrari Saavedra, y el alcalde de Xalapa Américo Zúñiga Martínez. Atrás del gobernador arribaron también los candidatos priistas Erick Lagos Hernández y Adolfo Mota Hernández, y el subsecretario de Gobierno Marlon Ramírez Marín.
Fue una charla larga, un desayuno que por poco y se empata con una comida que siguió luego en la Casa Veracruz, con un gobernador que llegó sonriente repartiendo abrazos y que habló en forma totalmente distendida. Para emparejarse con quienes habíamos llegado antes que él y ya desayunado –café negro, pan dulce, plato de frutas, jugo de naranja y huevos revueltos con jamón con un pedazo de cecina– se saltó al plato fuerte, y habló y habló y habló.
En lo personal de entrada me gustó su actitud madura no de reclamo o de reproche alguno hacia los que escribimos y publicamos. Nunca hizo alusión a las críticas hacia su persona, hacia su administración o hacia sus colaboradores; por el contrario, se mostró respetuoso de nuestro trabajo para el que tuvo palabras de reconocimiento y permitió los más diversos comentarios y preguntas, con una actitud que demuestra ya mucha madurez política. Prácticamente se hizo un repaso a todos los temas de actualidad, lo mismo sobre la situación económica que sobre las posibilidades de triunfo de los candidatos de su partido, sobre la oposición y sus candidatos, en fin.
Hasta que llegó a un tema inevitable: el de su relación con el senador José Francisco Yunes Zorrilla.
“Es un amigo al que quiero mucho. Lo quiero dejar claro: lo estimo mucho, no de ahora sino desde hace muchos años. Desde que llegué a Veracruz como colaborador de la campaña de Fidel Herrera conocí a Pepe y a partir de ese momento hicimos una amistad que ha trascendido al tiempo”.
Dijo que como secretario de Finanzas apoyó su primer proyecto para ser senador y que siempre siguió estando cerca de él. “Desde mi humilde trinchera lo impulsé para que fuera presidente del partido (el PRI) y no falté a ninguno de los consejos políticos cuando fue el presidente. Ahí estuve siempre. Fue mi coordinador de campaña. Fue mi candidato a senador de la república y una vez que ganamos el Senado fue mi propuesta para que presidiera la Comisión de Hacienda y Crédito Público que ya estaba dada a David Penchyna”.
“Le reconozco talento, capacidad, sensibilidad. Es un caballero de la política”, dijo del de Perote. “Podemos estar en desacuerdo en algunos temas, pero lo fundamental es que nos unen más los temas que hacen grande a Veracruz. Estoy seguro que estas desavenencias que hemos tenido las vamos a poder superar. Con Pepe tengo una extraordinaria relación”.
Hizo una pausa y pidió entonces que no se le malinterpretara: “Tenemos muy buena relación que no necesito de ningún interlocutor para poder hablar con él, para buscarlo, platicar, dialogar y resolver las desavenencias que pudieran existir”.
Animado por el ambiente que se daba, Morgado se atrevió a decirle que Pepe se quejaba que no le habían cumplido un acuerdo. Su respuesta fue: “No seamos ilusos. Al final del día siempre nos hemos puesto de acuerdo y en la sucesión (gubernamental) nada más cabe uno. El tema es cómo unirnos y fortalecer nuestro proyecto. Todos podemos caber, tener espacios. Hay formas bastante amplias para poder encontrar acuerdos y para fortalecer un proyecto”.
Duarte entró de nuevo en una larga explicación del porqué la gubernatura de dos años. Contó por primera vez su acuerdo con el presidente Enrique Peña Nieto y las consideraciones que le hizo sobre la conveniencia política. Y entonces dijo con vehemencia: “¡Señores, se los vuelo a repetir: mi reforma no tiene nombre ni apellido de ningún candidato del gobierno. Se los digo hoy 12 de marzo de 2015, mi candidato como persona y militante veracruzano va a ser el del PRI, que tiene que ganar”.
Cómo había advertido que iba yo tomando puntualmente nota de todo lo que decía, delante de todos me pidió entonces que apuntara una frase: “Soy un demócrata, creo en la alternancia, pero que le pase a otro pendejo”, para justificar por qué había promovido la gubernatura de dos años, porque veía el riesgo de que por diversas circunstancias la oposición pudiera ganar en 2016.
Insistió en que quien piense que lleva dedicatoria su reforma está equivocado, “y se lo he dicho de cara a cada uno de ellos”, y entonces volteó a ver a Erick Lagos Hernández y a Adolfo Mota Hernández, sobre quienes cuando llegaron le dije que llegaba con sus candidateables, aunque él aprovechó para hacer un doble juego de palabras, pues me respondió que no eran candidateables, sino que ya eran candidatos, en clara alusión a que son abanderados ya a diputados federales. Abundó: “Se los he dicho, no se hagan ilusiones, y a Carvallo también que ya andaba inquieto (nunca mencionó a Alberto Silva Ramos). No tiene dedicatoria mi reforma”.
Entonces explicó más su actitud personal: “No me puedo enojar porque mi proyecto va más allá. Tengo que ser tolerante, paciente, porque queremos la unidad, soy el factor de unidad. En ese sentido no puedo darme el lujo de encabronarme y mentarle la madre al que me dice tal o cual cosa” (al inicio de su charla había dicho: “Veo al PRI muy unido. No se ha ido nadie. Todos están adentro. Ha habido voces discordantes, pero se vale disentir. Antes todo era a güevo. Esos tiempos ya pasaron. Hay mayor apertura, respeto e inteligencia. He sido respetuoso de todos. Es un cambio que pregono y en el que creo, que nos da fortaleza y sanidad como instituto político y evito que se rompa. Hoy tenemos apertura más clara y abierta para respetar las diferentes voces”).
Pero no dejó de quejarse: “La parte que más me duele es cuando viene de un amigo al que quiero, no cuando viene de un cabrón que no te quiere”.
Reiteró: “No es para poner a alguien mío, sino para que quede un priista. Por mi disciplina, amor y militancia priista, el candidato del PRI al Gobierno de Veracruz va a ser el que esté mejor posicionado”.