José Ureña/Teléfono rojo
Duarte y Pepe, ayer, de poder a poder
Arturo Reyes Isidoro
El que se enoja pierde. Y ayer Javier Duarte de Ochoa, no el gobernador de Veracruz sino el militante y jefe del priismo veracruzano (en esa calidad dijo que iba), se vio que no le gustó lo sucedido pero no se enojó. Que no le gustó lo advirtieron todos los consejeros del PRI que vieron cuando a punto de que pronunciara su mensaje, de pronto se paró del presídium y se salió del recinto donde se celebraba el Consejo Político Estatal Extraordinario el senador José Francisco Yunes Zorrilla. Duarte asimiló bien lo ocurrido, se comportó ahora sí como un político maduro que no pierde fácilmente la vertical y en sus palabras estuvo a la altura de las circunstancias: habló de unidad y mostró tolerancia. Aceptó la situación y hasta vio como natural la disidencia siempre y cuando se dé dentro de su propio partido, según dijo, en lo cual está acertado. Se vio bien que no haya reaccionado visceralmente.
Y es que Pepe Yunes la volvió a hacer al salirse de un acto en el que hablaría su correligionario de partido y jefe político de las instituciones en Veracruz, aunque esta vez no lo comentó previamente ni se puso de acuerdo con su homólogo Héctor Yunes Landa. Tomó la decisión solo y solo la ejecutó. Por decirlo de alguna manera, ahora también dejó en offside a Héctor, quien de todos modos a tiempo fue avisado en el mismo presídium de lo que acababa de hacer Pepe por el nuevo flamante Director General de Tránsito y Seguridad Vial, expresidente del CDE del tricolor, Edmundo Martínez Zaleta, gente cercana suya y uno de los promotores de su candidatura, pero Héctor no se movió de su lugar (¿qué habrán negociado si es que negociaron algo?). Pepe habría marcado ayer doble distancia.
El 6 de enero, durante el tradicional acto agrario que se celebraba en el World Trade Center de Boca del Río, tanto Yunes Landa como Yunes Zorrilla llegaron temprano, placearon ante la concurrencia campirana y agrícola, saludaron a todos los que estaban en el presídium, pero tan pronto supieron que se acercaba la comitiva oficial para iniciar el acto dejaron sus lugares vacíos. Entonces Héctor habló por los dos: dijo que querían evidenciar la falta de unidad en el PRI, arremetió contra el gobernador y su forma de conducir el estado (entonces todavía no se reunían en la Casa Veracruz) y junto con Pepe se fueron al café de La Parroquia de Plaza Américas, estuvieron durante una hora y más tarde cada quien agarró por su lado. Mostraban así su molestia por la aprobación de la gubernatura de dos años a partir de 2016.
Ayer, Yunes Zorrilla aprovechó que aplaudían el fin de la intervención del nuevo dirigente formal, Alfredo Ferrari Saavedra, se paró, se despidió de Carlos Brito Gómez, quien estaba a su lado, y se salió por la parte de atrás del escenario. Francisco Guiza, fiel colaborador de Héctor lo siguió, pero luego Pepe salió sólo con su chofer y ayudante Félix Argüelles y con su amigo y jefe de logística José “Pepe” Benítez. A la salida me topé con él porque yo ya había decidido también irme, pero todas las puertas de entrada estaban cerradas, así que tuve que hacerlo por la parte trasera. Me dijo que tenía una comida en la ciudad de México, que se le hacía tarde y que tendría que viajar hasta el puerto de Veracruz para abordar un avión. Que le había gustado el acto, que su presencia había sido para dar muestras de unidad con su partido y de respaldo a sus compañeros candidatos a diputados federales. Quise advertir que me estaba sugiriendo que no lo hacía por el gobernador. Se subió a su camioneta y partió. Afuera, en una pantalla, vi y escuché el mensaje de Duarte.
Tres horas antes me había dicho que su actitud no se trata de nada personal contra el gobernador. Me lo expresó cuando nos encontramos a nuestra llegada al restaurante La Mansión, donde habíamos quedado de vernos para desayunar. Ahí le pregunté qué iba a hacer horas después cuando se encontrara en el presídium con Javier Duarte, a quien ha estado evitando. No sabía que el Ejecutivo iba a asistir al Consejo. Le comenté que estaba confirmada su asistencia. Me dijo que su actitud simplemente era una forma de mostrar su desacuerdo por cómo se están haciendo las cosas, pero que no era un pleito personal. Le expresé que esa era la magia del PRI, que era capaz de conjuntar a los opuestos, como ocurrió, pues cuando Duarte llegó al acto y decidió ir saludando uno por uno a los que estaban en el presídium, al llegar a Pepe lo saludó y le dio un abrazo que duró menos que un suspiro (fue casi de lejitos), aunque no se dijeron nada. Mientras Duarte seguía saludando, el súper asesor del gobernador y secretario técnico del Consejo Político Nacional del PRI, Enrique Jackson Ramírez, se acercó para hablar, él sí, con Pepe. Intercambiaron palabras, asintieron ambos, pero quién sabe de qué hablaron. ¿Sobre una futura reunión con Duarte?
En el desayuno acompañaron al senador los exdirigentes estatales del PRI Carlos Brito Gómez, Guillermo Héctor Zúñiga Martínez (ya no fue al acto para cuidar su salud), Gonzalo Morgado Huesca, Ricardo Landa Mora y el de Vía Veracruzana, Mario Tejeda, mientras que Felipe Amadeo Flores Espinosa se disculpó porque dijo que tenía que viajar a su rancho. Ahí también estuvieron el poderoso dirigente regional de la CTM en Coatzacoalcos, Carlos Vasconcelos Guevara, y el diputado del AVE Francisco Garrido Sánchez, así como el abogado Evaristo Morales Huerta.
El mensaje de Duarte
El PRI repitió su ritual, aunque al menos esta vez evitaron a la concurrencia los soporíferos discursos de los representantes de los sectores obrero, agrario y popular, como acostumbraban antes, para cantar las glorias de los nuevos dirigentes. El representante del CEN, José Encarnación Cázares Alfaro, prácticamente no dijo nada, y por lo menos no alargó su intervención; luego siguió Alfredo Ferrari, quien dijo que tienen todo para ganar, y cerró Duarte.
Dijo que las diferencias se resuelven al interior de su partido, lo que lo hace diferente frente a otros institutos políticos. «El PRI está conformado por mujeres y hombres brillantes, la unidad no significa que todos pensemos igual, pensamos diferente, tenemos ideas distintas, pero nos une un mismo propósito, y en ocasiones se vale disentir, pero siempre en el seno de nuestro partido, siempre adentro del PRI, y eso es lo que nos hace grandes, y eso amigos, es lo que nos hace fuertes y eso es lo que nos ubica en una posición clara y contundente rumbo a la victoria: la unidad». Insistió: «La unidad, la fortaleza, la cohesión, el respeto de nuestros compañeros que piensan distintos a nosotros, pero que están trabajando en un mismo propósito y con un mismo proyecto”.
Sobre Ferrari Saavedra, Pepe Yunes entrevistado a su llegada al Teatro del Estado (se trasladó a pie desde La Mansión) sólo tuvo palabras de reconocimiento.
Sondeo
En el acto se hizo un sondeo por parte de una empresa privada sobre preferencias para la gubernatura del estado en 2016. El resultado arrojó el siguiente número de votos: Pepe Yunes, 195; Miguel Ángel Yunes Linares, 80; Héctor Yunes Landa, 79; sorprendentemente Erick Lagos Hernández, 78; también sorprendentemente Adolfo Mota Hernández, 77; y empatados con 10 cada uno Alejandro Montano Guzmán y Tomás Ruiz González.
En el desayuno, el senador Yunes Zorrilla se explayó como pocas veces con un grupo de cinco columnistas a los que confió mucha información (estaba muy relajado) y ahora sí abiertamente expresó que irá por la candidatura de su partido para la gubernatura de dos años, con la certeza de quien obtenga la de dos influirá en la de seis que seguirá en 2018.