Ruperto Vázquez Ovando/Opinión en línea
El apoyo de EU a Veracruz en seguridad
Arturo Reyes Isidoro
Recién había asumido la titularidad de la Secretaría de Seguridad Pública Arturo Bermúdez Zurita cuando una noche recibió una llamada telefónica inesperada: era de las oficinas centrales de la Secretaría de Marina-Armada de México. Le indicaban que en dos horas más, tiempo suficiente para viajar de Xalapa a Veracruz, se presentara en la comandancia de la zona naval del puerto. No le dijeron para qué ni le dieron más información.
A Bermúdez le intrigó, por la hora y por la premura. Él había estado como subsecretario del ramo cuando el titular era el general Sergio López Esquer. De inmediato se preparó para ir a la cita, no sin antes avisarle a su esposa que lo acaban de llamar y citar y decirle que si no regresaba que no se preocupara. Por si las dudas se despidió de ella y le dijo que no sabía qué pasaría.
Cuando llegó encontró ahí al gobernador Javier Duarte de Ochoa, quien también tenía poco tiempo en el cargo e igualmente había sido invitado de última hora a asistir a la reunión. Pronto supieron de qué se trataba el asunto.
Para su sorpresa se encontraron con toda la plana mayor de la Semar que había volado desde la ciudad de México, incluidos los responsables de la dependencia de los programas de seguridad e inteligencia en el país, quienes en una gran pantalla les presentaron una radiografía completa de la situación que prevalecía en el estado en materia de seguridad, de acuerdo a toda la información que poseían, que era mucha, y con referencia a algunos nombres de funcionarios del sexenio anterior.
Su inquietud desapareció cuando les dijeron que de acuerdo a todo el mapa informativo que poseían, ellos no estaban involucrados ni había sospechas de que tuvieron nexos con la delincuencia organizada, y también en pantalla les presentaron toda la información que tenían de cada uno, que no dejó de causarles sorpresa. Entonces les platicaron del trabajo que estaban realizando e iban a realizar en el combate a la delincuencia, pero querían preguntarles y tener la seguridad de que no variarían su conducta y de que se podía confiar en ellos porque además le iban a entregar a Veracruz equipo delicado que no podía estar en malas manos.
Tanto Duarte como Bermúdez respondieron que por supuesto que sí, que su lealtad era con las instituciones de seguridad, que estaban resueltos a combatir también decididamente a la delincuencia y que podían confiar plenamente en ellos.
Desde entonces periódicamente todas las instancias de seguridad en el estado, tanto federales como estatales, se reúnen, se coordinan, evalúan trabajos, acuerdan acciones una veces en el centro, otras en el sur o en el norte, y Veracruz, esto es, tanto Duarte como Bermúdez reciben además de los apoyos pactados a través de los programas institucionales, también equipamiento especial que muchas veces viene del país vecino del norte, equipamiento que no se facilitaría si no se tuviera la certeza de que está en buenas manos.
Ayer la reportera Ángeles González Ceballos dio cuenta que el gobierno de los Estados Unidos entregó en donación al de Veracruz, a través de la Secretaría de Seguridad Pública, equipo para capacitación y entrenamiento de cadetes, esto es, de elementos en formación, como parte del Programa Iniciativa Mérida.
Tal vez porque no fue tan cuantioso lo que se entregó no hubo acto especial para recibir el equipamiento y por eso todo se concretó a la descarga y exhibición del material, pero lo significativo es, a mi juicio, la confianza que tanto Javier Duarte como Arturo Bermúdez Zurita siguen gozando del Gobierno Federal y del de los Estados Unidos en materia de política de seguridad, pues de otra manera no les darían material como el que recibieron ayer, y cuidado que los gringos son quisquillosos y mantienen sus antenas muy alertas no sólo con Veracruz sino con todos los estados del país.
Veracruz ciertamente no es el paraíso terrenal en materia de seguridad, pero, porque lo palpamos a diario, dista mucho de ser otro Tamaulipas o Guerrero, lo que no quiere decir que no se den casos de delincuencia e inseguridad, pero tiene que reconocerse que no vivimos la violencia callejera de otros estados.
Si se hace crítica al gobierno de Javier Duarte en algunas áreas, también tiene que reconocerse que en otras si no está funcionando a la perfección hace esfuerzos por ofrecer lo mejores resultados, y la de la seguridad hoy es una de las áreas más difíciles pero aún así hay resultados, como periódicamente se da cuenta de enfrentamientos con detención o víctimas por parte de los delincuentes, pero también de los policías.
El miércoles se tuvo prueba de ello cuando precisamente viudas y familiares de policías caídos en el cumplimiento de su deber salieron a manifestarse para protestar porque no les han materializado ofrecimientos que les hicieron para compensarlos por las pérdidas de sus seres queridos, cumplidos servidores públicos. Las bajas son prueba indudable de que se está trabajando, y tiene que reconocerse.
Javier Duarte de Ochoa ha dicho que el mejor y mayor legado que dejará su gobierno será el de la seguridad. Los resultados que se ofrezcan el próximo año al concluir su mandato dirá si se cumplió o cuánto se cumplió, pero para mí es indicativo de que lo está intentando el hecho de que el gobierno norteamericano le esté dando su voto de confianza enviándole apoyo, equipo que, lógicamente, no se lo da a los malos.
Eso explicaría también porqué pese a las críticas que recibe Bermúdez se mantiene en el cargo: porque el Gobierno Federal (la Marina y el Ejército) y el propio de los Estados Unidos saben que siendo un área tan difícil y tentadora la suya se mantiene en el lado correcto y no ha transigido en su responsabilidad.
Y sin embargo, se mueve
Es indudable que el exgobernador Fidel Herrera Beltrán ha logrado de última hora una posición en las candidaturas a las diputaciones federales aunque no por su partido, el PRI, sino por el Partido Verde Ecologista de México (que es casi lo mismo, o de plano lo mismo), en la persona de su pupila la exalcaldesa del puerto de Veracruz y exdiputada local y federal, Carolina Gudiño Corro.
Sacrificaron al empresario Sergio Pazos, que estaba hasta abajo en las encuestas en un distrito totalmente controlado por la familia Yunes Linares Márquez, del PAN, y no se cree que con Carolina el PRI logre derrotar a los panistas yunistas, aunque sí lo único que resurgirá será el pleito a muerte entre Fidel Herrera Beltrán y Miguel Ángel Yunes Linares, que finalmente se dirimirá en las urnas.
Por lo pronto, hay ya espectáculo mediático asegurado, no será nada raro que Fidel instale su centro de operaciones en el puerto de Veracruz o en el mismo Boca del Río, que él a trasmano pero personalmente dirija la campaña de su pupila y que Miguel Ángel esté preparando ya y aceitando los obuses con los que lo combatirá. La batalla será de pronóstico reservado.