Quirino Moreno Quiza/Repechaje
“Es el alma la que necesita la cirugía”
“¿Cómo puedes esperar que alguien te ame si no te amas a ti mismo? Tienes que ser feliz contigo mismo. No importa cómo te ves en el exterior, lo que está en el interior es lo que cuenta”.
Si ya estaba yo enamorado de Julia Roberts, ahora me gusta más. Por auténtica. A punto de cumplir 49 años –el próximo 28 de octubre–, casi ya cincuentona, ayer la actriz estadounidense emitió lo que se calificó como un impactante mensaje.
A través de su cuenta de Instagram subió una foto suya sin maquillaje alguno, mostró “sus arrugas” y criticó los “estándares de belleza”, un duro mensaje que se tomó contra la industria de la moda y el ideal de belleza que vende el mundo publicitario.
“La perfección es la enfermedad de una nación. Superponemos nuestras caras con toneladas de maquillaje. Recibimos BOTOX e incluso pasamos hambre para llegar a ese ‘tamaño perfecto’. Tratamos de arreglar algo pero no se puede arreglar lo que no se puede ver. Es el alma la que necesita la cirugía. Es hora de que tomemos esa postura. ¿Cómo puedes esperar que alguien te amé si no te amas a ti mismo? Tienes que ser feliz contigo mismo. No importa cómo te ves en el exterior, lo que está en el interior es lo que cuenta. Hoy, quiero poner una foto mía sin maquillaje. Sé que tengo arrugas en mi piel pero hoy quiero que veas más allá de eso. Quiero abrazar a mi verdadero yo y quiero que abraces lo que eres, tu forma de ser, y amáte a ti mismo de la manera que eres».
Me gustó su mensaje. Me gusta la belleza natural. Pero más me gusta la belleza del alma. Además de Julia, vivo enamorado también de la detective Olivia Benson, de la serie norteamericana La ley y el orden. En realidad se llama Mariska Hargitay, tiene 51 años y desde que la conocí en la televisión me gustó la serenidad e inteligencia con que actúa y resuelve los casos que le tocan. Como me gusta Lucy Liu, la versión femenina del Dr. Watson de la también serie televisiva moderna Sherlock Holmes, actriz norteamericana de origen chino a punto de cumplir en diciembre próximo 47 años.
Como lees lector, también tengo algunas debilidades. Me gustan las mujeres maduras y más cuando son inteligentes, llevan la belleza por dentro y tienen algo importante qué decir, como Julia Roberts. Qué le hago, soy humano.
El poder es cosa pasajera, recuerda el Papa
Volaba ayer de regreso a Roma el Papa Francisco cuando en una rueda de prensa que concedió a los periodistas que viajaron con él le preguntaron si se sentía poderoso después de haber estado en Cuba y Estados Unidos y de haber tenido tanto éxito.
Humilde, como debe ser todo hombre de poder, respondió: “Yo no sé si he tenido éxito o no. Pero yo tengo miedo de mí mismo. Porque me siento siempre débil, no sé, en el sentido de no tener el poder, pero también el poder es una cosa pasajera, hoy está y mañana no está”.
Agregó: “Es importante si tú con el poder puedes hacer el bien. Y Jesús ha definido el poder: el verdadero poder es servir. Hacer los servicios más humildes. Y yo tengo todavía que avanzar en este camino del servicio, porque siento que no hago todo lo que debo hacer. Ese es el sentido que yo tengo del poder”.
Volvieron a la carga los periodistas: “Santo Padre, en Estados Unidos usted se ha convertido en una estrella. ¿Es bueno para la Iglesia que el Papa sea una estrella”.
De nuevo Francisco: “¿Tú sabes cuál era el título que usaban los Papas y qué se debe usar? Siervo de los siervos de Dios. Es un poco diferente de una estrella. Las estrellas son bonitas para verlas. A mí me gusta mirar cuando el cielo está sereno en verano… Pero el Papa debe ser el siervo de los siervos de Dios. Sí, en los medios se usa esto, pero hay otra verdad: cuántas estrellas hemos visto que después se apagan y caen, es una cosa pasajera. En cambio, ser el siervo de los siervos de Dios, esto es bello, no pasa. Así lo pienso”.
Lo ha dicho un líder mundial, un revolucionario de nuestro tiempo y de todos los tiempos, un hombre verdaderamente sabio y poderoso, pero que como tal se conduce con toda humildad.
Su palabra está avalada por los hechos. En efecto, el poder es una cosa pasajera que hoy está y mañana no. También, en efecto, las estrellas son bonitas pero luego se apagan y caen. Igual, es una cosa pasajera. El poder debe ser para servir y para hacer el bien.
Lástima que Javier Duarte de Ochoa y Héctor Yunes Landa hayan continuado ayer su pleito ya personal, que seguramente se convertirá en la nueva versión del que sostienen Fidel Herrera Beltrán y Miguel Ángel Yunes Linares, y no hayan leído ni asimilado esto que dice el santo padre, y por ese motivo descuiden su responsabilidad de servir y hacer el bien a los veracruzanos, olvidándose que el poder es cosa pasajera y dejando pasar la oportunidad de que sus representados los recuerden con gratitud cuando se vayan por haberles logrado beneficios.
Pero eso es lo que piensa el Papa del poder y otra cosa el pleito doméstico por la disputa por el poder político.
Ayer de nuevo Duarte se anotó otro tanto. El calificativo de la cabeza de alcalorpolitico.com, “iracundo”, para describir cómo reaccionó un día después el senador luego de sufrir una afrenta pública del gobernador, mostró que perdió el control de sí mismo, algo impropio de un político experimentado y profesional como lo es.
Extraña que sus asesores, o consejeros, o que sus familiares, amigos o simpatizantes no le hayan puesto un bloque de hielo en la cabeza para que se enfriara mientras se hace un control de daños y se prepara una estrategia de contraataque. Peor, extraña que nadie de su círculo cercano haya salido en su defensa y lo hayan dejado solo. ¿Dónde quedaron todos los de Alianza Generacional que eso sí van a las comelitonas en busca de un hueso?
Un político, cualquier político está expuesto a lo que le pasó a Héctor, a eso y a más. Pero en esas circunstancias es cuando se conoce al político con temple. El ilustre tuxpeño don Jesús Reyes Heroles decía que en política había que aprender a tragar sapos sin hacer gestos y que había que aprender a lavarse las manos con agua sucia.
Y mientras que el legislador despotricaba contra su hasta hace poco aliado e impulsor a la gubernatura, el otro reaccionaba con frialdad y mesura, le daba la razón y hasta una salida elegante, al responder a la descalificación que había hecho de él su ahora ex amigo: que como militante priista “considero que tanto el senador Héctor Yunes Landa como el senador José Francisco Yunes Zorrilla son quienes van de punteros en la búsqueda de la candidatura de mi partido”.
El tema da para más, tiene varias aristas. Ya iremos comentando.