Carlos Ramírez/Indicador político
Limosnas con factura
Aunque quería despertar tarde ayer, el sonido del teléfono cortó mis sueños. Era mi madre que iba a la misa dominical.
Después de colgar y aún en cama, recordé viejos tiempos. Porque acá como me ve, muchos años di catecismo. Si no mal recuerdo, tenía doce años cuando me inicié en impartir la catequesis de confirmación a niños de siete años, principalmente, pues es la edad en que la iglesia afirma ya son conscientes y pueden decidir entre lo que está bien y mal.
Había pasado un año, y ya daba pláticas para papás y padrinos. Aún recuerdo la cara de los padres viendo mi adolescencia y poniendo cara de “¡qué me puede enseñar esta chiquilla a mí!” Al principio, realmente tenía miedo, pues no falta en esas pláticas quien se siente conocedor de la Biblia y más que escuchar, va a debatir todo lo que supuestamente sabe.
Fueron ocho años los que participé activamente en la iglesia; no había domingo que no fuese a misa, sabía rezar el rosario, incluso participaba activamente en la Semana Santa con todo evento relacionado con la misma… vaya, creo q7e me iba a convertir en santa… ¡hasta que conocí a mi marido!
Eso dice mi madre, pero no se crea, ¡ni que mi marido fuera el mesmo diablo! más bien coincidió con mis estudios en el sistema abierto y mis grandes jornadas de trabajo.
Para estas alturas, los ministros de las Asociaciones Religiosas dirían que el mismísimo Chamuco está detrás de Aristóteles Núñez, titular del Servicio de Administración Tributaria (SAT) pues ahora resulta que a partir del primero de septiembre, dichas asociaciones tendrán que modernizar su contabilidad e informar al SAT de manera digital de todos sus ingresos y egresos.
Pero allí no acaba el asunto, ya que además de llevar un registro análítico de sus operaciones con la documentación comprobatoria correspondiente, tienen que facturar… así como leyó usted: facturar electrónicamente todas las donaciones que reciban y aquí se incluye hasta la limosna que se da los domingos en la misa dominical.
Asimismo, a partir del 15 de febrero de 2015, todas las Asociaciones Religiosas deberán presentar su Declaración Informativa Múltiple (DIM) en la que mencionará su nombre y RFC, así como los sueldos y salarios de sus trabajadores y el monto de los donativos.
Esta medida se llevó a cabo principalmente por la ley anti-lavado ya que las limosnas, donativos, ofrendas, primicias y diezmos se prestan mucho a tener una fuente ilícita. Aclaro que no generalizo, pero es una realidad en el país.
Antes de la Reforma Fiscal de 2014, las Asociaciones Religiosas ya llevaban su contabilidad manual, aunque no estaban obligadas a informar, amén de que lo solicitara la Secretaría de Hacienda en una auditoría.
De la misma forma que han reaccionado personas que viven en las sierras donde no hay internet y que pertenecen al Régimen de Incorporación Fiscal (RIF), los representantes de las Asociaciones también mencionan el mismo problema, ya que ¿cómo podrán facturar los templos y parroquias si no tienen los recursos tecnológicos?
Según datos del Inegi en su documento “Panorama de las Religiones en México 2010” y retomado por el periódico Reforma en México existen:
7 mil 616 Asociaciones Religiosas
68 mil 41 ministros de culto registrados
92 millones 924 mil 489 fieles católicos
8 millones 386 mil 207 protestantes, cristianos o evangélicos.
Tal vez por las estadísticas anteriores, muchos mexicanos tienen opiniones encontradas respecto a esta decisión del SAT. Es más, retomando una encuesta del mismo periódico Reforma donde cuestiona si se está de acuerdo que las asociaciones religiosas deban expedir comprobantes fiscales electrónicos, de 942 opiniones, el 76.8 por ciento lo aprobó y lo desaprobó un 23.3 por ciento.
Tal parece que las Asociaciones Religiosas tendrán que apegarse a las nuevas disposiciones fiscales, pues todo indica que a Aristóteles Núñez lo ha poseído el malévolo espíritu recaudador y no hay exorcismo que se lo saque.
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