¿A quién corresponde defender?
¿Vendiste o vas a vender tu automóvil?
Mi primer automóvil era un Golf modelo 93 rojo tornado. Bueno, en realidad fue el segundo, porque a los tres años me compraron uno en lugar de fiesta de presentación. Mi madre me cuenta que me dio a escoger entre un hermoso vestido largo, pastel, piñata, dulces y yo escogí un coche conocido en ese entonces como “Patomóvil”.
Realmente no recuerdo si fue así, pero si mi madre lo dice y tengo aún el coche, debe ser cierto. Además de que no tengo fotos como mi hermana celebrando sus tres años. Pero no me arrepiento… ese coche estaba de sueño: era convertible o descapotable, tenía luces, una bocina y unos pedales que me hacían ir a cualquier parte de la casa que me propusiera.
Pero regresemos a la Golfa (como cariñosamente le decía) rojo tornado. Sí, nombre extraño para un coche que era simplemente rojo y que tenía como adjetivo la palabra Tornado. No porque fuera un fenómeno, volara o arrasara con todo, sino porque simplemente las marcas de automóviles crean adjetivos para cada color, para diferenciar sus tonalidades con otras marcas y registrarlas con sus modelos de vehículos.
De allí nacen el blanco polar, negro profundo, azul noche, rojo flash, etcétera, etcétera y todo aquel apellido que se le ocurra adicionar a los clásicos colores que conocemos por la simple razón que tienen diferente tonalidad con la luz… es brillante o se ve metalizado.
Pero dejemos los colores y apellidos; permítame que le cuente “lo que a mí me sucedió”, como dijera mi paisana Yuri; historia que tal vez le esté sucediendo a usted si vendió su auto y no hizo el cambio de propietario.
Corría el año 2005 cuando lavaba la Golfa… apenas le había puesto el letrero de venta, pues ya andaba fallando mucho. Frecuentemente se calentaba, se rompía la manguera y me botaba el anticongelante, dejándome más de una vez botada. Desde luego que estaba pendiente de la temperatura en el tablero para que no me pasara eso, pero al parecer la Golfa sufría de “calentamientos extremos” muy rápidos o yo realmente era muy lenta para detener los calores de mi auto.
Cómo recuerdo aquella vez que casi se me desviela, y en la que cada cuadra compraba botellas de agua o pedía una cubeta con agua para echarle al motor, bajarle lo caliente y llegar con el mecánico para salvarlo.
Esa Golfa cómo me hizo sufrir, pero en realidad le agradezco, porque hasta de mecánica aprendí.
Con esos antecedentes comprenderá mis razones para venderla de inmediato cuando un vecino pasó y me ofreció cierta cantidad por ella. Desde luego era un precio muy por debajo de su valor; sin embargo, no lo pensé dos veces y acepté. Si algo te da más problemas que satisfacciones, ¡elimínalo!
Días después me comentaban que la estaban vendiendo en un tianguis de autos… diez mil pesos por arriba del precio que yo la vendí. ¡Enhorabuena si la vende! yo ya me había deshecho del problema. Bueno, en realidad no… allí empezó mi calvario, pues no hice la baja del vehículo ni el cambio de propietario.
Los primeros años no tuve problema, pues el nuevo comprador cumplía en tiempo con el derecho vehícular (cantidad de dinero que debe pagarse anualmente al estado por el simple hecho de tener un vehículo —aclaro, sirva éste o no).
Posteriormente me empezaron a llegar avisos de la Secretaría de Finanzas que reflejaban adeudos de un vehículo ¡que ya ni tenía! porque el dueño actual empezó a dejar de pagar el derecho vehicular, acumulando multas y recargos.
Acudí a la Oficina de Hacienda del Estado para dar de baja a la Golfa; sin embargo, no pude hacerlo porque no tenía la factura original. De inmediato, la pregunta obligada: ¿Por qué no puedo dar de baja algo que está a mi nombre? De inmediato me comentaron que administrativamente, el vehículo estaba a mi nombre pero al endosar la factura, la dueña ya no era yo, sino la persona que aparecía en el último endoso. Entonces ¿qué hago? La recomendación fue ir a la agencia del ministerio público especializada en autos para levantar un acta que constara la venta, para efectos penales solamente, por si había algún ilícito donde se involucrara al auto, pero que seguiría a mi nombre.
Por fortuna vino la renovación de placas y para realizarlo, el nuevo propietario tuvo que hacer el cambio de propietario y pagar toda la deuda correspondiente.
Actualmente la autoridad está procediendo a llevar a todos los que tienen adeudos de tenencia o derecho vehiculares al Buró de Crédito. Si éste es su caso, trate en primer lugar de contactar a la persona que se lo vendió o verificar la situación de su vehículo en la página www.repuve.gob.mx, y vaya a la pestaña “Conoce la situación de tu vehículo”, pero no olvide dos cosas: ingresar por el número de serie del vehículo que vendió y hacer changuitos para que esté dado de alta en otra entidad, sólo así será más fácil que el estado le elimine el adeudo.
Y si está próximo a vender su vehículo, la recomendación es darlo de baja o verificar que el nuevo propietario realice el trámite correspondiente.
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