Miguel Ángel Sánchez de Armas/Juego de ojos
Generalmente, en mi hora de comida, acostumbro ver televisión. Reconozco que es mejor una plática familiar que ver algún programa televisivo. Sin embargo, al compartir la mesa con mi madre en su casa me es grato acompañarla a ver algún programa de su gusto.
Ayer no fue la excepción. Estábamos comiendo cuando en la tele dieron un gran espacio a Jenni Rivera, por su aniversario luctuoso.
Y bueno, entiendo que la diva de la banda tenga muchos seguidores que quieran recordarla, pero ¿Por qué no difundir de igual manera el Día Internacional contra la Corrupción?
Apenas a principios de diciembre, la ONG alemana Transparencia Internacional (TI) mostró sus resultados del Índice de Percepción de la Corrupción (CPI), dónde México tiene 34 puntos en una escala de 0 (sumamente corrupto) al 100 (muy transparente), por lo que ocupó el puesto 106 de 177 países en total.
La ONG manifiesta que durante el primer año de Kike Peña, el gobierno ha mostrado voluntad para combatir la corrupción, pero poco se ha logrado ya que los mexicanos no confían en las instituciones del país.
Y viene la pregunta del millón: ¿Por qué somos corruptos? Sí, dije “somos” y quien esté libre de corrupción que tire la primera moneda, porque creo que “casi” todos, sin excepción, en algún momento de nuestra vida, hemos participado o incurrido en un acto de corrupción.
La respuesta a la pregunta es algo complicada o tal vez no, ya que si buscamos en nosotros mismos, seguro obtendremos la respuesta: cultura, valores, educación, incluso la misma sociedad y el sistema en que vivimos.
Existe también un gran número de personas que aceptan y ejercen la corrupción porque eso les quita un montón de trabas burocráticas y ahorran tiempo: Das una lana y el trámite te lo hacen en un dos por tres.
Otras más porque les permite tener una fuente de riqueza, abusando del poder que les fue concedido ¿les suena conocido? luego entonces, si el sistema es corrupto, es difícil no serlo.
Aunque Transparencia Internacional manifiesta que México no se movió del lugar 106 del 2012 al 2013, es difícil creer ese dato, ya que la corrupción de un país se refleja en la pobreza, y este año los pobres crecieron en nuestro país, por lo tanto no podemos seguir en el mismo lugar.
Además, si volteamos a nuestro alrededor, estoy segura verá la corrupción: en las escuelas (dinero a cambio de una mejor calificación, venta de plazas, derecho a ingreso de sus hijos); en el camión que echa mucho humo, pero que pasó la verificación; en los juzgados, donde ya perdieron su expediente, pero con una “módica” aparece como por arte de magia; en los funcionarios públicos y su enriquecimiento ilícito, por permisos, prebendas a amigos, parientes; en el sistema de justicia, pues bien sabido es que el que sale libre es el que tiene lana y el que no, derechito al bote. Y qué decir de la policía donde según la misma ONG se conserva entre las primeras corruptas del mundo.
Hasta en los mismitos legisladores encontramos la corrupción, pues varias empresas privadas “ofrecen cabildear” a diputados y senadores con fuertes sumas de dinero con tal de aprobar “a favor de las mismas”, el beneficio de las leyes.
Y la otra pregunta del millón: ¿Puede un país ser menos corrupto? Definitivamente es correcto, aunque tienen que pasar varias generaciones para poder lograrlo.
Terminamos de comer y ningún programa de televisión mencionó el 9 de diciembre como el Día Internacional Contra la Corrupción cuyo lema para este año fue “Cero Corrupción.- 100 Por ciento Desarrollo”. Tal parece que a los mexicanos nos dieran pena los resultados, tuviésemos mucha cola que les pisen o quizás estemos muy interesados en seguir recordando con homenajes a la Diva de la Banda: Jenni Rivera.