Teresa Gil/Libros de ayer y hoy
En 2013, la Secretaría de Medio Ambiente (Sedema), reportó un total de 228 incendios forestales a lo largo y ancho de la entidad veracruzana. Dicha cifra por si sólo pudiera parecer una estadística más que anualmente se presentan, de no ser porque a detalle, es un foco rojo del descuido de los ciudadanos.
Le explico: de estos 228 incidentes que acabaron con bosques, pastizales, flora y fauna, 107 se registraron en un solo municipio: en Perote, aunque su vecino, Ayahualulco, no se queda atrás.
A decir de los expertos medio ambientales, estos 107 incendios fueron provocados por la mano del hombre, por las malas prácticas del campo.
En estos primeros 3 meses del año, se han registrado ya 51 incendios en todo el estado. En todos los casos –afirma la Sedema-, han sido originados por la inconsciencia de los ciudadanos.
Si bien, en este año se ha dado una reducción en el número de incendios en comparación con 2013, hay un número mayor de hectáreas siniestradas, de ahí que sea necesario tomar medidas urgentes para revertir estos daños al Cofre de Perote, pulmón de Veracruz y del país.
Para que usted se dé una idea, del porqué son alarmantes estas cifras le comento que el Parque Nacional Cofre de Perote, es un área natural protegida ubicada, mediante decreto oficial del 4 de mayo de 1937.
Ahí se asentó que “ las montañas culminantes del territorio nacional forman la división de sus principales valles ocupados por ciudades populosas, y que a la vez constituyen en todos los casos las cuencas receptoras de las corrientes que alimentan los ríos, manantiales y lagunas, normalizando su régimen hidrológico si están cubiertas de bosques, como deben estarlo, para evitar la erosión de los terrenos en declive y mantener al equilibrio climático de las comarcas vecinas”.
Este consta de una superficie de 11 mil 700 hectáreas y pertenece a los municipios de Xico, Ayahualulco y Acajete. El ecosistema es de bosque de pino y oyamel. Su nombre se debe a la montaña Cofre de Perote que incluyendo sus faldas constituye en sí toda la extensión del parque.
En Perote, la gran mayoría de las personas viven y dependen de la agricultura, de la ganadería y del aprovechamiento forestal, del cultivo de la papa principalmente. De ahí que el fuego sea su asadon y lo usen indiscriminadamente, atentando, sin saberlo, contra su propia economía, contra su propio entorno.
Como bien lo dice el decreto del Nauhcampatépetl: las masas boscosas ofrecen un refugio natural para la conservación de la fauna silvestre tan perseguida en nuestro medio y cuya existencia por sí sola constituye un valioso factor en la alimentación pública y en el desarrollo del turismo, fuente de recursos para los pueblos; así, la obra revolucionaria no estaría completamente terminada, si se descuidará factor tan importante, como es el bosque, en la higiene colectiva, y como elemento poderoso en la vida económica de los pueblos.
Hoy, tal parece, que los propios peroteños se han olvidado de esto.