Ruperto Vázquez Ovando/Opinión en línea
La cruzada del padre Goyo
Michoacán libra una guerra santa… de cruces; la de Cristo y la templaria, en disputa de un infierno.
De aquel lado La Tuta, El Kike y los Templarios… de este, el padre Goyo y las autodefensas… en medio, todos los demás.
Desde lo más profundo de la fe religiosa emerge la figura de Gregorio López Gerónimo, vicario de la Diócesis de Apatzingán; el cura que oficia la misa con chaleco blindado…
Desde el púlpito de la Catedral de la Asunción –protegido por agentes federales– arenga de nuevo con un viejo grito: ¡Viva Cristo Rey!.
…y le sobra fuerza para recitar: “no puedo predicar al Dios de la vida donde apesta a muerte”; “no agarren al número mil de Los Templarios; agarren al uno, al dos y al tres, y le beso los pies”, reta al Presidente…
–¿Apóstol justiciero?
La virtud del padre Goyo no es precisamente la prudencia; su pecado, sucumbir a la tentación del protagonismo.
El vicario de Apatzingán nos habla al chile. Asegura que la Tierra Caliente es un rincón maldito donde “el bien se hace mal y el mal se hace bien”. “Solo ahí, un delincuente como Nazario Moreno, El Chayo –líder de La Familia Michoacana–, puede convertirse en santo”.
Arropado por el manto de la Vírgen de Acahuato, e inspirado en el Papa Wojtyla, el cura echado pa’delante exhorta al pueblo a luchar contra el miedo, apoyar el operativo del Gobierno… pero más a las autodefensas.
Para frenar a “la máquina asesina” el padre Goyo inventó el C-CRISTO (Consejo Ciudadano Responsable de Impulsar un Sano Tejido Social) y uniformó con sus siglas a los nuevos “cruzados”…
“Entramos nosotros, desarmados, de civiles (…) entramos porque el padre Goyo nos invitó a estar con él y estuvimos cuidándolo en Catedral”, relata Hipólito Mora, quien encabezó la entrada de las autodefensas en la capital templaria, el sábado pasado.
El padre Goyo navega con bandera de humilde, pero en el fondo es ambicioso; niega ser un líder como Hidalgo o Morelos pero tiene fe en que todo se arreglará reconstruyendo el tejido social desgarrado por la delincuencia “a la que vamos a correr a patadas”, dice emocionado… sosteniendo un crucifijo.
Gregorio López también convoca a empresarios; habla de crear un corredor comercial-industrial por toda la zona de conflicto; aprovechar el campo fértil michoacano para llevar bienestar a quienes hoy viven aterrorizados; mira a los CCRISTOS como vigilantes de funcionarios “títeres”, delincuentes corruptos, periodistas venales y hasta religiosos, “que luego ahí andan de pedófilos”.
Sus ideas son duras como piedras.
“La ley del hombre y la ley de Dios, deben unirse para enfrentar el falso evangelio de Los Caballeros Templarios”; convoca a sepultar la doctrina de La Nueva Cosecha, “credo de doble moral, bajo el cual (Los Templarios) han asesinado en el nombre de Cristo”.
Gregorio López, el cura quien según sus propias palabras le ha entrado a todo menos a la joteada, proclama confianza absoluta en el poder de la fe… que moverá las montañas michoacanas del terror y el oprobio.
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