Raúl López Gómez/Cosmovisión
A llorar por los mismos dolores…
La ilusión viaja en barco… y en avión, en camión, de “aventón” o simplemente por televisión. El chiste es estar en Brasil a como de lugar; seguir al Tri hasta que duela… y después adoptar a otra selección para secarnos las lágrimas hasta el último día de la fiesta futbolera mundial… así nos ocurrió hace cuatro años con España.
En materia de futbol –y en otras– tenemos vocación masoquista; somos profesionales de la derrota desde los tiempos de La Malinche. Recorremos una y otra vez el mismo camino… y también somos el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra. De la desconfianza pasamos a la sorpresa y luego a la emoción… de ahí a la esperanza y cuando estamos a punto de la euforia llega la tristeza. Como cantaba José Alfredo Jiménez “…nada me han enseñado los años/ siempre caigo en los mismo errores”.
La Selección Mexicana va al Mundial previas escalas de preparación en Dallas –31 de mayo– contra Ecuador; Chicago –3 de junio– ante Bosnia… y el examen final con Portugal –6 de junio– en Boston.
El equipo nacional viaja abanderado y muy apapachado. Con la selfie del Presidente de la República en la cartera… y el apoyo de miles quienes llenaron el Estadio Azteca para despedir al Cuau, ante el discreto rival israelita.
Atrás quedó el viacrucis del Chepo; el fugaz Flaco Tena es historia; de Víctor Manuel Vucetich ni me acuerdo… tampoco de los ridículos y pesadillas ante Honduras, Jamaica y Costa Rica.
–¿Quién recuerda de aquellos infernales tres minutos agónicos en los cuales el Tri dejó de respirar y le paró el corazón a la Femexfut, que resucitó sólo gracias a los milagrosos gringos quienes derrotaron a Panamá y nos mandaron al repechage contra Nueva Zelanda?
Todo quedó atrás. Más de 50 mil mexicanos invadirán Santos, Natal, Fortaleza y Recife para apoyar a los “Piojo Boys”. 4 mil 500 dormirán en barco, el resto en hoteles, hostales… o como puedan. Gastarán una fortuna para ser parte del mundial más caro, más desorganizado y más grande de la historia, con sedes separadas por largas distancias.
Curiosamente, la euforia aparente no se sustenta en grandes expectativas. Según una encuesta publicada por Consulta Mitofsky – dirigida por Roy Campos– sólo el 25.2 por ciento de los aficionados cree que la “selección” superará la fase grupos, mientras, el 27.8 por ciento pronostica un regreso sin gloria después del tercer partido… sólo el 12 por ciento confía en que nuestro dream team azteca llegar al quinto partido.
En las apuestas no estamos tan mal. Los expertos de Las Vegas marcan a México como favorito para quedar en segundo lugar del Grupo A, detrás de Brasil y por encima de Croacia y Camerún. Ya veremos.
Las posibilidades verdes para ganar el Mundial están 30 a uno… nada malo si recordamos que en diciembre los números eran 125 a uno; el pronóstico coloca al Tricolor en el lugar 14 de 32.
Nadie serio piensa que México ganará el trofeo dorado de la FIFA, aunque el técnico Miguel Herrera marque –y hace bien– el título mundialista como meta… y el presidente Peña Nieto llame a los gladiadores verdes a cambiar la historia privilegiando el trabajo en equipo sobre el esfuerzo individual.
Bienvenido el Mundial, aunque algunos pretendan colocarlo en medio del complot universal para entregar nuestro petróleo a los oscuros poderes del imperialismo… y aunque a muchos les parezca una frivolidad.
La cosa es mucho más simple. El torneo mundialista es la diversión más disfrutable… lo más importante de lo menos importante. Vale emocionarse hasta donde se pueda, aunque al final volvamos “otra vez a brindar con extraños… y a llorar por los mismos dolores”…
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