Ruperto Vázquez Ovando/Opinión en línea
Reventón legislativo
El milagro de aprobar en tiempo y forma las leyes secundarias de la reforma político-electoral, terminó en quimera. La taza se rompió porque ningún protagonista estuvo dispuesto a ceder.
Con cuatro leyes de por medio –las de Partidos Políticos, Delitos Electorales, Propaganda Gubernamental e Instituciones y Procedimientos Electorales– apenas asomaron los acuerdos parciales. Las alianzas amplias eran imposibles. PRI y PAN coincidían en las reglas de financiamiento; PRD y PRI en las atribuciones del Instituto Nacional de Elecciones; PAN y PRD en los modelos de fiscalización. Un verdadero batidillo de intereses.
La gota que derramó la discordia fue la exigencia panista de despacharse con la cuchara grande en la repartición de posiciones en el Instituto Federal de Acceso a la Información (IFAI). De último minuto, el PAN decidió influir en tres de los siete nombramientos de los nuevos Comisionados… y eso –como dice el priista Emilio Gamboa– simplemente no transita.
Todo parece plan con maña… y en política lo que parece suele ser. Los senadores panistas Héctor Larios y Juan Carlos Romero Hicks, propusieron desahogar el trabuco electoral en un período extraordinario hasta finales de mayo… luego de concluir el pleito de perros y gatos que se traen Gustavo Madero y Ernesto Cordero por el liderazgo blanquiazul.
El oxígeno solicitado por el PAN para no ahogarse en los frentes legislativo y partidista no resuelve el problema… sólo lo pospone.
El perredista Alejandro Encinas –presidente de la Comisión de Estudios Legislativos– ha señalado con claridad que independientemente de la fecha del periodo extraordinario los acuerdos deben salir a más tardar la próxima semana.
El atorón de las leyes político-electorales, está en seis asuntos: el prorrateo, las reglas de financiamiento, la fiscalización, las candidaturas independientes, los límites a la propaganda oficial y sobre todo en las atribuciones y alcances del nuevo Instituto Nacional de Elecciones; el tema de la propaganda electoral –pendiente desde 2007– y las candidaturas independientes, vienen siendo lo más importante de lo menos importante.
El riesgo es el tiempo.
Los nuevos plazos corren a partir del próximo 1 de junio. El “año electoral” comienza en septiembre, pero de acuerdo con la Constitución –a la cual le faltan las leyes secundarias– no se pueden realizar reformas tres meses antes de esa fecha. Es decir, a más tardar el último de mayo deberá quedar plenamente aprobada la legislación secundaria, de lo contrario se reventará el proceso electoral federal de 2015… y los 17 estatales. Además, los congresos locales deben aprobar sus propias reglas acordes a las leyes federales… en tiempo record.
Frustrados debemos sentirnos por el desaseo del proceso legislativo. El incumplimiento de los tiempos abre la puerta a todo tipo de impugnaciones.
Da pena ver como nuestros multicolores padres legisladores se arrebataron la cobija… cómo nos regalan su larga lista de pendientes… cómo gozan sin sufrir por el temor de incumplir… y cómo les dan las diez y las once, las doce y la una y las dos y las tres… y desnudos al amanecer los encontró la luna.
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