Carlos Ramírez/Indicador político
Autodefensa propia
El Gobierno siempre lo negó, pero en los hechos nunca lo ocultó. La estrategia michoacana para combatir al crimen templario siempre contó con la actuación de los grupos civiles de autodefensa. No hay duda.
Vengadores tolerados –ilegales y todo– comandados por personajes visibles como José Manuel Mireles, Estanislao Beltrán (Papá Pitufo), Hipólito Mora, y varios más, sirvieron –a querer o no– de punta de lanza para el despliegue de fuerzas federales en Tierra Caliente y Sierra/Costa.
Seguramente no había de otra.
En la práctica los grupos paramilitares suman cualidades como el arraigo social, presencia en la zona en conflicto, y sobre todo, conocimiento del enemigo.
–¿Para que la cuña apriete ha de ser del mismo palo?.
Todo indica que la legalización de las autodefensas va en ese sentido.
El “pacto” de Tepalcatepec, pretende formalizar la relación entre la autoridad formal y la autoridad de facto. La negociación era impostergable y la disyuntiva, aparentemente muy simple.
Si por una parte están los grupos delincuenciales –formados en la escuela de la extorsión, el derecho de piso, el secuestro y el tráfico de drogas– y por la otra quienes públicamente se les oponen, negociar con los segundos era lo primero.
Siempre será más fácil pactar con el visible que con el invisible…
En el papel, la alianza parece idónea. Las autodefensas dejarán de operar al margen de la ley y el gobierno aprovechará la base social de esos grupos para construir nuevos cuerpos de seguridad legales… y sobre todo legítimos.
Ambas partes rebosan júbilo y confianza. El avance sobre los líderes templarios ha generado una suerte de entendimiento que pondrá a prueba la buena voluntad y el compromiso de ambas partes en el momento de operar los mecanismos de legalización.
“Se da un primer paso contundente para que la estrategia de seguridad y desarrollo tenga resultados y regrese la normalidad a todo el estado de Michoacán; significa también ofrecer un voto de confianza, para que se pueda trabajar de la mano y ser un solo equipo”, subraya el Comisionado federal para la Seguridad y el Desarrollo Integral de Michoacán, Alfredo Castillo Cervantes.
Los “espontáneos” serán empadronados, sometidos a controles de confianza –además de registrar su armamento– para enrolarlos en las policías y los cuerpos de defensa rural, cuyo reglamento –por cierto– deberá ser modificado para acogerlos.
Quienes no califiquen quedarán en el limbo –eso sí, plenamente identificados– y quienes se integren deberán subordinarse a las autoridades institucionales… y lidiar con los límites marcados por la ley.
El Gobierno ejecuta una jugada “maestra”, aunque el proceso tampoco este exento de riesgos… y la tarea de pacificar Michoacán, aun lejos de cumplirse…
La labor será tan persistente como pelar una cebolla… para llegar al centro primero se deben quitar las capas, una por una.
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